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Comidas cortas y con poca (o sin) familia: así será la Navidad de los mayores en Aragón

Este año no habrá almuerzos en centros cívicos para ancianos que están solos ni compartirán almuerzo con internos de residencias, como se hacía en algún centro.

Arriba, a la izquierda, Francisco Javier Iriarte, y a la derecha, Pilar Caro. Abajo, a la izquierda, Carmen Ledesma, y Soledad Castelló.
Arriba, a la izquierda, Francisco Javier Iriarte, y a la derecha, Pilar Caro. Abajo, a la izquierda, Carmen Ledesma, y Soledad Castelló.
Heraldo.es

El coronavirus nos ha cambiado la vida a todos, incluidas a las personas mayores (uno de los segmentos de la población más vulnerables al virus). Muchas de ellas han sentido durante estos meses miedo, angustia y soledad, tal y como destaca el presidente del Consejo Aragonés de las Personas Mayores (Coapema), Francisco Javier Iriarte, quien las divide entre aquellas que viven en familia, solas o en residencias. "Hay una necesidad de afecto importante en el doble sentido: de dar y recibir. Hay una sensación de alejamiento de la realidad", avisa.

Del 1,3 millones de habitantes que hay en Aragón, el 21,7% tiene más de 65 años (285.599) y más de 53.000 personas mayores de 80 años viven solas (el 80% de ellas, mujeres). Ante unas cercanas fiestas navideñas en las que se imponen las restricciones para evitar nuevos contagios, las cenas y almuerzos familiares más señalados van a reducirse en número. A ello hay que añadir que este 2020 las comidas que organizaban los centro cívicos para mayores solos no se van celebrar y tampoco podrán compartir las viandas con internos de residencias de la tercera edad, como otros años se hacía en distintos municipios.

No obstante, centros de mayores como el de Elvira Otal en Ejea de los Caballeros está valorando llevar comida a los domicilios de estas personas mayores solas, incluido el día de Reyes. "Es un servicio que se ha incrementado durante la pandemia. De 27 usuarios ha pasado a 40 personas mayores de más de 65 años que están solas o con limitaciones. Es un servicio de proximidad y estas Navidades no queremos que ninguna persona mayor esté sola. Los ancianos que vinieron el año pasado no van a comer solos;  hemos estado en contacto con ellos", destaca Irama Zubiaur, directora de la residencia Elvira Otal.

Por su parte, Iriarte llama a fomentar la comunicación entre las personas y el voluntariado para acompañar a estos mayores en estas fiestas navideñas con llamadas "y todos los medios de comunicación a nuestro alcance". "Cuando una persona se sienta sola que contacte con nosotros, con el Teléfono del Mayor y el de la Esperanza. El aislamiento y la soledad es una muerte social y no hay que morir antes de tiempo", resalta.

Estos son cuatro casos de cómo la covid va a modificar la celebración de la Navidad en hogares de mayores en nuestra Comunidad.

"Normalmente nos reunimos la familia. Este año, Nochebuena o Navidad estaré con uno de mis hijos y mi nieta"

El presidente del Consejo Aragonés de Personas Mayores, Francisco Javier Iriarte.
El presidente del Consejo Aragonés de Personas Mayores, Francisco Javier Iriarte.
Guillermo Mestre

"Normalmente, solemos reunirnos la familia y celebrar algo en conjunto. Este año no podemos hacer ningún plan, ni se nos ocurre". Bajo este planteamiento motivado por la covid, el presidente del Consejo Aragonés de Personas Mayores limitará el encuentro familiar a un solo día. "Nochebuena o Navidad estaré con mi hijo y mi nieta. Los tres en mi casa y el resto de los días, solo", avanza Francisco Javier Iriarte, de 87 años.

Otras Navidades ha viajado hasta  Tarragona, donde reside su otra hija con sus dos nietos. "Me hubiera gustado desplazarme. Estoy aceptando las circunstancias, que son de fuerza mayor, y mentalizándome de que esto es una necesidad. Lo que cambia es el condicionamiento que tenemos, que es una espada de Damocles que tenemos encima. A mis nietos ni los puedo abrazar ni besar. Tengo miedo de contagiarles y ellos, de infectarme a mí. Es una pescadilla que se muerde la cola", asegura Iriarte -médico de profesión-, que hace hincapié en la prevención para evitar nuevos contagios.

El vive solo en Zaragoza y tiene las puertas "abiertas" para recibir a algún pariente y amigo. Para estos días festivos, tiene programadas varias actividades. "Leeré mucho, escribiré, oiré música, hablaré con unos y otros... Muchas cosas", sostiene. Y considera que este es un año para borrarlo "o, por lo menos, sacar alguna conclusión positiva". Él se muestra optimista de cara a 2021: "Con las vacunas estaremos mejor y cuando llegue un tratamiento, el problema estará solucionado".

"Vamos a hacer videoconferencias para poder vernos, ya que no podemos reunirnos todos en una misma casa"

Carmen Ledesma en su casa de Zaragoza.
Carmen Ledesma en su casa de Zaragoza.
C. L.

Carmen Ledesma, de 74 años y viuda desde hace ocho, celebra la Navidad acompañada de mucha gente. Por ejemplo, en Nochebuena se suelen reunir hasta 13 personas en casa de uno de sus cuñados y en Navidad comen en su vivienda siete. Este año, la situación cambia completamente: el 24 de diciembre cenará en su domicilio con su hija, sus tres nietos y la pareja de uno de ellos, y el 25 repetirá con su hija y sus dos hijos más pequeños.

"Me da mucha pena no poder celebrar la Nochebuena todos juntos. Y también por los niños. Escondemos los regalos en una habitación... Lo de los pequeños es algo mágico; lo pasamos muy bien. Es romper algo tradicional. Estas Navidades las veo como un mal sueño", se queja Ledesma, que forma parte de la Ejecutiva de Jubilados de UGT Aragón. "Vamos a hacer videoconferencias con las tres casas (en alusión a las de sus cuñados) para vernos", añade.

Aunque es asmática y por la edad es una persona de alto riesgo, no tiene miedo al contagio. Para ello pondrá todas las medidas de seguridad (una ventana abierta, mantener la distancia, tertulia la menos posible, gel hidroalcohólico, picoteo individual y solo servirá ella) y comenta que en su familia no ha habido ningún infectado. "Prefiero arriesgarme a estar con los más allegados que pasar unas Navidades sola. Eso sí que me derrumbaría. Este año tiene que ser distinto y poniendo todo lo que esté a nuestro alcance para librarnos de la covid".

"Me gustaría pasar la Nochebuena y Navidad con mi familia"

Pilar Caro, en la residencia Parque Dorado III en Zaragoza.
Pilar Caro, en la residencia Parque Dorado III en Zaragoza.
P. C.

Con 90 años y una cabeza muy lúcida, Pilar Caro nunca habría imaginado que pudiéramos vivir una situación como la de la pandemia del coronavirus. "Y he pasado épocas complicadas", recuerda. El próximo mayo, hará dos años que vive en la Residencia Parque Dorado III de Zaragoza, en la que ingresó por voluntad propia. "Soy soltera y sin hijos, he vivido muchos años independiente y pensé en venirme aquí", cuenta.

Las Navidades las suele celebrar siempre con sus allegados y este año desearía que fuera igual. "Me gustaría pasar la Nochebuena y la Navidad con mi familia; con una hermana que tengo viuda y su hijo. Estoy pendiente de lo que hagan. Si no, la celebraré en la residencia. Estoy acostumbrada a vivir de una manera u otra y a muchas cosas, una más no importa", dice.

Precisamente, este viernes la DGA ha acordado que los usuarios de las residencias de mayores y de personas con discapacidad que hayan pasado el coronavirus o que acrediten con una prueba serológica que la infección está resuelta podrán salir a comer con sus familias los días de Nochebuena, Navidad, Nochevieja y Año Nuevo y tendrán que volver antes de las 20.00. Además, las visitas de familiares, ahora limitadas a una persona y de una hora de duración, podrán ser entre el 23 de diciembre y el 6 de enero de hasta cinco personas siempre y cuando tengan lugar al aire libre o una estancia con una adecuada ventilación.

En el caso de que al final Pilar se quedase en la residencia, no le faltarán comidas y cenas especiales, incluida las campanadas de Nochevieja. "Somos una segunda familia", destaca Marta Baucells, trabajadora social del centro (que cuenta con 92 internos). "Lo que más cambia respecto a otros años es que las actuaciones de corales o los villancicos que cantan los niños, por ejemplo, no se pueden hacer", afirma, al tiempo que indica que tuvieron algún caso covid en la primera ola. Y ahora llevan "muchos meses calmados".

Por otro lado, Baucells indica que este año no han recibido ninguna solicitud de personas mayores solas que quieran ingresar en Navidad en el centro para estar acompañadas.

"Es triste no poder estar con mis hijos y nietos juntos para Nochebuena, pero no hay otra opción"

Soledad Castelló en su vivienda de Zaragoza.
Soledad Castelló en su vivienda de Zaragoza.
S. C.

Para Soledad Castelló, de 70 años, y su marido esta va a ser la primera Nochebuena que no tengan a sus tres hijos y sus nietos en la misma mesa para cenar. Se han repartido de la siguiente forma: el día 24, siete personas (ellos, un hijo con su mujer y su nieto, y una hija con su pareja) y en Navidad, cinco (ellos y el otro hijo con su esposa y otro nieto).

"El salón es muy grande, pondré una mesa alargada, la ventana la abriré a ratos, solo mi esposo y yo prepararemos la comida y mis hijos y nietos van a estar pocas horas. Se irán pasadas las 12.00. Y el día de Navidad, igual: vendrán justo para comer y marcharse. Es triste pero mis hijos me dicen que somos de alto riesgo. Tenemos que hacerlo así, no hay otra opción. Disfrutaremos el poco rato que van a estar", comenta resignada Soledad, voluntaria de Coapema.

Lo peor que ha llevado fue no poder ver a sus nietos en el confinamiento. Además, perdió a una tía, de 96 años, por el virus y otro tío se encuentra en el centro covid de Casetas. "Soy hija única y he tenido mucho apego a mis tíos. Lo he pasado muy mal, no se merecían un final así. Mi tía estaba en una residencia muy buena y no pude subir a verla. Le prometí a mi madre que cuidaría de ella. Nos avisaron que tenía la covid y a los dos meses nos dieron las cenizas. No había dicho que la incineraran", sostiene.

Activa como es, Soledad espera poder volver pronto a la 'normalidad' y retomar sus múltiples actividades y sus deseados viajes. "Hacíamos cuatro o cinco salidas al año. Es un año perdido y sin ilusión. A ver la vacuna. Quién nos iba a decir que iba a venir esta pandemia".

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