aragón es extraordinario

Molinos, orgullosa de sus Grutas de Cristal

La localidad turolense, sabedora del potencial turístico de su cavernario tesoro, lo cuida con mimo y recuerda a los cuatro vientos lo bonito que es.

Hay lugares bonitos que se saben eso, bonitos, y corren el riesgo de desgastarse con tanta lisonja. En el universo pétreo de las grutas, el desgaste no es tal; más bien va al revés. Son seres inanimados que niegan su condición, ya que siguen mutando lentamente con el paso del tiempo, siempre y cuando los humanos no precipiten el proceso con acciones inapropiadas. El caso de las Grutas de Cristal de Molinos es un ejemplo de explotación turística controlada y cariñosa; se visitan sin arnés, a pata, pero tampoco son una atracción de feria; más bien serían un receptáculo de interjecciones devotas: ‘aaaahs’, ‘ooohs’ y cualquier vocal alargada.

Emilio Jordán, vecino del pueblo, las enseña desde hace casi 40 años. “He echado la vida en las grutas, desde chaval, y no me arrepiento. Me encanta este trabajo y me sigue sorprendiendo la belleza de este lugar”. El descubrimiento ‘oficial’ se atribuye a unos espeleólogos catalanes, pero la historia tiene su matiz local. “Un pastor del pueblo –explica Emilio– se fue a Barcelona e hizo amistad allá con un joven que era espeleólogo; el pastor le insistió en la belleza de las cuevas de su pueblo y finalmente convenció al catalán para que montase una expedición. Vino, vio y se quedó maravillado. Por eso fechamos el descubrimiento el 1 de abril de 1961, y como titulares figuran Francisco Cardeña, Francisco y José Subils, con la colaboración de los vecinos de Molinos”.

Las Grutas son visitables para el público desde mediados de los años 80. “De ahí en adelante ya se ha contado con luces interiores –explica Emilio– pero no siempre fue tan fácil. Al principio se enseñaba con linternas y un camping gas; de hecho, así lo hice en mi primer año aquí, aunque es verdad que venían muy pocas personas al día. El último acondicionamiento, hace ocho años, incorporó las luces ‘led’ y pasillos hormigonados, todo integrado para facilitar la visita sin estropear el conjunto”.

El palacio y el mar

La primera meta de los visitantes es la sala principal, a la altura de la entrada por una amplia puerta: es el Palacio de Cristal, y el breve camino hacia ella también sirve –símil ciclista al canto– de meta volante, A la Sala Marina, en la zona inferior, se baja por una escalera de caracol metálica. “En la sala principal –explica Emilio, con la pasión de una primera vez que quizá sea más bien la diezmilésima– lo que más destaca son las estalactitas excéntricas, que se extienden en todas las direcciones; no es tan común, esa forma de bajar desde el techo desafía la ley de la gravedad; hay paredes enteras que son puras ramificaciones. A la entrada de esta sala se puede apreciar una pared totalmente cristalizada, de calcita, que da el nombre a las Grutas”.

Las magnéticas e hipnóticas Grutas de Cristal

Para el máximo disfrute de la visita hay que darle rienda suelta a la imaginación; si se fija uno con cuidado, puede encontrar una inmensa tarta nupcial, la torre de Pisa, una santa sobre su peana, la Sagrada Familia de Barcelona al revés, un gran pulpo, los Reyes Magos de Oriente en sus camellos, el dedo de ET y hasta un mapa de España, visible si se apoya la cabeza sobre el hombro izquierdo en cierto punto. En la Sala marina, las anemolitas parecen coral, y una flecha rectísima sirve a Emilio para recordar que cada centímetro de estalactita son 100 años de formación. Casi nada.

132 pequeños esfuerzos con premio singular y descansos ilustrados

Desde el aparcamiento hasta la puerta de entrada a las Grutas hay 132 escalones. Un esfuerzo que hay que tomarse con calma, sabiendo además que la caverna no exige luego esfuerzo físico a sus visitantes. Consciente de la circunstancia, el Ayuntamiento diseñó una serie de descansos ilustrados en el tramo de escaleras; una docena de carteles que repasan por medio de una línea del tiempo la evolución de nuestro planeta y la formación de las Grutas. “Así te enteras de datos interesantes y coges aire disimuladamente –ríen Javier y Emilio– para subir a tu marcha”. El primero recuerda que la Tierra se formó hace 4.500 millones de años; también se recuerda que hace 2 millones de años se configuraron las Grutas tal y como las conocemos. En medio de las escaleras hay un área de descanso al aire libre (pero cubierta), con exposición de fotografías del interior de la cueva y un mirador.

Belleza diversa y buenos recursos más allá de las famosas cuevas

Javier Mateo es el actual alcalde de Molinos. Ganadero de profesión, es un enamorado de la belleza del pueblo, empezando por el ‘robamiradas’ de acceso. “La verdad es que contar en la entrada con un salto de agua como el que tenemos en el Barranco de San Nicolás es muy llamativo. Luego te encuentras con la Iglesia de Nuestra Señora de las Nieves y sus tejados de piedra; celebramos su fiesta el 5 de agosto, aunque este año no va a ser posible, como pasa con todas las fiestas de los pueblos. La torre calatrava del castillo es otra maravilla, y la vista desde arriba es magnífica”.

Javier no se resiste a hablar de sus queridas Grutas de Cristal. “Estuvieron dos meses cerradas en enero y febrero, cuando suele guardarse el descanso anual y hacerse los arreglos que toquen, pero luego han llegado otros tres meses de cierra por la pandemia. Ahora están preciosas; además de la no presencia humana estos meses, toda la lluvia que ha caído ha filtrado lo suyo y ves las estalactitas con sus gotas, es muy llamativo”.

Javier también elogia la ermita de Santa Lucía, de cara al pozo del Salto. “Es una zona fantástica, y el agua caída lo ha dejado aún mejor. Allí tenemos unas pinturas al fresco de principios del siglo XVIII que la Fundación Santa María de Albarracín ha restaurado en dos impulsos durante los últimos años, y ya podemos mostrarlas de nuevo”.

Entre los servicios hosteleros de Molinos destaca el restaurante y bar Fontanal, frente al ayuntamiento, en el que guardan una dedicatoria del ex zaragocista Jorge Ortí (con raíces locales) y el Hostal de la Villa, coqueto hospedaje de titularidad municipal con 12 habitaciones y un gran comedor, además de bar. También hay varias casas rurales (Mompairé, Cari, Monfil) y se tiene la Residencia y Museo Santos Villacián.

Cómo llegar a Molinos y curiosidades

Comarca. Maestrazgo.

Cómo llegar. Desde Teruel, su capital de provincia, hay 105 kilómetros por la N-420 y la TE-41.

El Mât. Se llaman así a los monumentos que quieren ser recuerdo de culturas para un mundo futuro; el de Molinos data de 1995 y sus autores, además de los albañiles que ejecutaron la obra, fueron el herrero de Molinos y el artista francés Antoine de Bary.

La Ojinegra. La Asociación de Ganaderos de la Raza Ovina Ojinegra es una cooperativa que cuenta con casi 40 miembros, la mayoría turolenses, aunque también hay algunos de Valencia. La carne de la oveja ojinegra es muy apreciada; para velar por su integridad genealógica, esta asociación realiza una minuciosa tarea de identificación y regulación, con periodicidad alta.

Adema. La Asociación para el Desarrollo del Maestrazgo (Adema) está formada por los 15 municipios que componen la comarca del Maestrazgo, y tiene su sede central en Molinos.

Reportaje de 'Aragón es extraordinario'.

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