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Javier López, decano de Derecho: "Le dijeron a mi familia que no se separaran del móvil, que estaba crítico"

El decano de la facultad de Derecho de la Universidad de Zaragoza se recupera en casa tras superar una enfermedad que le ha dado una lección vital: "Todo es muy frágil"

El decano de la facultad de Derecho de la Universidad de Zaragoza, Javier López, se recupera en su casa.
El decano de la facultad de Derecho de la Universidad de Zaragoza, Javier López, se recupera en su casa.
Guillermo Mestre

Javier López Sánchez se recupera en su casa con la sensación de haber "renacido". El decano de la facultad de Derecho de la Universidad de Zaragoza enfermó con coronavirus y estuvo, literalmente, entre la vida y la muerte. A sus 52 años (sano, deportista y sin patologías), en dos semanas pasó de estar bien, como siempre, a ingresar en la UCI sin saber cómo iba a salir. Ahora dice estar "flotando", con un entusiasmo desbordante y una lección aprendida: "Todo es muy frágil; nos creemos que todo sigue igual, pero pueden pasar cosas que lo trunquen todo".

El decano de Derecho empezó a sentirse mal el 22 de marzo. Le hicieron quedarse en casa con Paracetamol. A la semana, le empezó a subir más la fiebre y se fue al Hospital Militar. Positivo en Covid-19. "Vieron que tenía un marcador sospechoso de neumonía y me quedé ingresado", cuenta. Allí empeoró. El 6 de abril lo bajaron a la UCI, pero estaba llena, así que lo trasladaron al cercano hospital Miguel Servet. "En ningún momento sentí angustia, porque me sedaron y no me enteré de nada. Solo recuerdo que en los cinco minutos de la bajada a la UCI pensé que la cosa se estaba complicando", recuerda.

A partir de ahí, ha reconstruido lo que sucedió gracias a lo que le han contado. "El Lunes Santo pasé por una situación crítica. Llamaron a mis familiares y les dijeron que estuvieran pendientes del teléfono, porque la situación era muy delicada", explica. Estuvo casi tres días allí, incluidas 16 horas en las que le pusieron boca abajo, que es la postura que se aplica a quienes tienen severos problemas respiratorios.

"Amanecí el miércoles por la mañana y vi que estaba en la UCI rodeado de gente que estaba mal, muy mal. No sabía qué día era, pero tenía la sensación de que habían pasado días. Enfrente tenía un señor entubado con muy mal aspecto, en una esquina había una señora boca abajo… En muy poco tiempo fui consciente de lo que había pasado. Eso sí, estaba rodeado de personal sanitario que me animaba, que me decían lo bien que se me veía ahora. Eso te tranquiliza mucho", recuerda.

En un primer momento, le movieron a otro espacio "menos trágico" dentro de la UCI, hasta que por fin le pudieron subir a planta. Lo recuerda como un momento «muy emocionante». De aquellos días guarda un detalle que le marcó: "La hija de una de las auxiliares de enfermería, de 9 años, me escribió una carta. Su madre, Amelie, le contaba cosas de los pacientes, y le dijo que yo ya estaba mejor, así que me hizo un dibujo diciéndome que no estaba solo".

El despertar de la UCI le generó sensación de "fragilidad", de que "el futuro es quebradizo", pero ahora la recuperación le ha llenado "de energía y optimismo". Ahora cuenta el tiempo que queda para acabar con el aislamiento (termina el 1 de mayo) y volver a trabajar. Agradece a sus compañeros de trabajo el interés y también el reparto que han hecho de sus tareas durante todo este tiempo. 

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