Aragón es extraordinario

Teletransporte de Tabuenca a Nueva York

El joven arquitecto tabuenquino Miguel Ángel Vela ha elegido su pueblo como sede profesional, trabaja eficazmente con la realidad virtual y, por su fuera poco, es el alcalde.

Foto de Tabuenca
Miguel Ángel Vela, arquitecto y alcalde, con sus gafas de realidad virtual
Laura Uranga

Miguel Ángel Vela es el alcalde de Tabuenca desde el pasado verano. A sus 29 años, este arquitecto de profesión decidió hace casi 2 quedarse en el pueblo, trabajar en él y, eventualmente, implicarse en la política local. El felpudo de su casa exhibe el dibujo de una llama peruana con la palabra ‘llama’; viva el humor inteligente. “Creo que en el medio rural hay oportunidades para asentarte y quería apostar por ello. Y qué mejor sitio que mi pueblo, donde nací y crecí; fue al instituto en Borja y luego seis años estudiando en la universidad de Valladolid, más un año extra en Madrid. También me saqué la cualificación de piloto de drones”.

El joven profesional y primer edil de su pueblo –su antecesora llevaba seis legislaturas en el cargo– reconoce que dudó en su momento sobre la conveniencia de regresar a Tabuenca y establecerse profesionalmente en la localidad. “No sabía si quedarme, y creo que acerté volviendo al pueblo; tenía la casa de mis abuelos, la reformé a mi gusto para poder tener mi estudio de arquitectura y vivir en ella, y la verdad es que todo ha salido muy bien; no he parado de trabajar, y teniendo la base aquí puedo ofrecer un trato cercano con los clientes, porque trabajo mucho en los pueblos cercanos y toda nuestra zona. También hago reuniones aquí cuando quiero mostrar proyectos con las gafas de realidad virtual, aunque ayudaría una mejora en las carreteras, la verdad, ahí tenemos un problema que urge resolver”.

Actuaciones en el patrimonio

Aunque los sueños se van cumpliendo, Miguel Ángel le pide un poco más a la vida; tiene los ojos puestos en una aplicación muy concreta de sus conocimientos arquitectónicos. “Quiero seguir esta línea y probar también con temas de patrimonio, me formé en eso en Valladolid. Le he echado el ojo a la ermita de San Miguel, aquí en un monte nuestro, que está en riesgo de derrumbe; hemos contactado con Patrimonio para que le echen una mirada”.

Otro aspecto de la tecnología 3D que aplica a su trabajo es el lúdico; con diversas aplicaciones informáticas, Miguel Ángel consigue viajar virtualmente por las cuatro esquinas del planeta, desde atravesar un desierto notando prácticamente la arena bajo los pies a transitar por la Quinta Avenida de Nueva York. “La verdad es que cuando viene gente del pueblo que no ha tenido la oportunidad de viajar mucho, disfrutan una barbaridad con esto. Los mandos son fáciles de usar, con unos menús muy intuitivos. Me gustan mucho las nuevas tecnologías, trabajo con una impresora 3D para las maquetas y uso la realidad virtual para exhibir mis propuestas de construcción o reforma; así puedo ‘meterles’ en la simulación a escala; ellos pueden andar, mirar, comparar y hacerse una idea de cómo será la edificación, cómo se ve con distintas iluminaciones, qué posibles acabados en suelos y paredes pueden tener… en la zona creo que no hay estudios con esta tecnología, y en muchos de otros sitios la subcontratan”.

Aunque el volumen de trabajo va creciendo y son muchas las ramificaciones operativas de un arquitecto en ejercicio, el alcalde se las arregla por su cuenta. “De momento lo trabajo todo yo solo, y puedo manejarlo, aunque haber asumido este papel en la política local supone muchas horas en ese terreno. Lo de meterme en política es pura responsabilidad, puedes aportar más a mejorar cosas en el pueblo. Lo cierto es que tuvimos un gran apoyo, y estamos muy animados; soy el más joven en el pleno, pero hay gente de todas las edades, desde gente en la treintena al más mayor, de 55. Solo una de los 7 vive en Zaragoza, pero viene cada fin de semana; los otros 6 estamos aquí”.

Nuevos alicientes

El tejido laboral de Tabuenca lo forma sobre todo el sector primario, pero hay sucesión en este segmento con una nueva hornada de agricultores y ganaderos. “Hay gente de mi quinta –explica Miguel Ángel– con proyectos en este terreno y también unos cuantos que trabajan en empresas de alrededor, desde Épila a Borja; a ver qué pasa con Bon Área, quizá con ese aliciente podemos revertir el descenso de población. Por otra parte, si las promesas de los diversos gobiernos se cumplieran a corto plazo, sería fundamental la conectividad de alto rango, tener fibra óptica y dar lugar a la posibilidad de nuevos trabajos. Yo me he ido equipando para trabajar desde aquí, pero hace falta que ese tipo de servicios estén disponibles para todos los que estamos y cualquiera que se plantee la posibilidad de venir a vivir aquí”.

Daniel de María: toque solidario a golpe de teclado e imaginación

Daniel de María nació en Barcelona, tiene familia segoviana y lleva 15 años en Tabuenca como farmacéutico. “Me atrajo enseguida el entorno y la calma de este pueblo. Luego vas conociendo a la gente y todo mejora aún más, desde el primer día nos acogieron muy bien a mi mujer y a mí; la farmacia se ajustaba a lo que yo estaba buscando... en fin, todo ventajas. Hasta la niebla –bromea– suele quedarse a las puertas del pueblo”.

Daniel es un multiusos en la farmacia. “Así es esta labor en el entorno rural; además del jarabe o la medición de la tensión, a veces acabas cambiando la batería del móvil al cliente. Al fin y al cabo, soy el único que está aquí abierto mañana y tarde. Lo de escribir me ha gustado siempre, y en Tabuenca encuentro ratos para dedicarle algo más de tiempo a esta afición. Empecé con la autopublicación de ‘Un etcétera después’, y la obra gustó a los amigos, pero no quería sacar libros sin más, prefería ligar cada libro a un proyecto social”.

Con el primer libro apoyó a la Fundación Juan Bonal de Zaragoza a conseguir material escolar destinado a una escuela de primaria un pueblecito de Costa de Marfil. “Recaudamos más de lo esperado y además de mandar material para todo un curso, también se pudo pagar alguna cosa más del pueblo. El segundo libro fue ‘El último arco’ y la ayuda estaba destinada a una escuela nicaragüense de niños con problemas de salud”.

Llegó un tercero: ‘Sueños de cristal’, novela policiaca, y se apoyó a Farmacéuticos Sin Fronteras tras el terremoto de Haití. El siguiente, con la oenegé Estrella de la Mañana, supuso la salida del libro de cuentos ‘El bosque de los sueños’; el dinero era para conseguir cinco máquinas de escribir en braille con destino a la India. “El quinto, ‘Dos corriendo por tres calles’, colaboró con Farmacéuticos Sin Fronteras en el proyecto Cuarto Mundo; se costean tratamientos en España a personas con pocos recursos por medio de los servicios sociales de los ayuntamientos españoles”, aclara Daniel.

El sexto libro, en 2019, fue ‘La hermandad de las piedras rojas’, una aventura adolescente, y el dinero fue a parar a Asaeme, asociación de enfermos mentales basada en Calatayud. “El séptimo, ‘La sucesión de los druscos’, es una novela de fantasía. El dinero se dedica a colaborar con el Ayuntamiento de Tabuenca en la construcción de un pequeño parque de equipos deportivos para el pueblo”.

Daniel aclara que a veces es complicado hacer un gran impacto en España. “Quería hacer algo en Tabuenca, pero las tiradas son cortas y el efecto de la ayuda es menor aquí, donde un euro paga un café solo, mientras que Costa de Marfil, Nicaragua o Haití compra unas cuantas cosas. Edelvives ha ayudado a varios estos empeños, con una cesión de sus talleres para la impresión, abaratando mucho los costes y permitiendo mayor margen para la ayuda. Los libros se venden a 10 euros y solemos hacer tiradas entre 150 y 300 ejemplares, según el destino de la ayuda. En Tabuenca la gente siempre apoya estas iniciativas, y a mis amigos les doy la lata. No suelen sobrar nunca. Hay libros en la farmacia, el ayuntamiento y la panadería de Tabuenca”.

Vídeo de Tabuenca en 'Aragón es extraordinario'

Palmeri Sicilia, una bodega que lleva la garnacha al ‘summum’

La bodega Palmeri Sicilia (D.O. Campo de Borja) es todo un ejemplo de emprendimiento familiar (los Cuartero de Tabuenca y los Breitschmid Heiniger de Suiza) en el pueblo que vio nacer a la parte española de sus esforzados y entusiastas protagonistas. David Cuartero es el enólogo de un proyecto que llevan entre hermanos en el día a día y que factura unos extraordinarios tintos de garnacha bajo la etiqueta Palmeri Navalta. Además de su edificación moderna, a la salida del pueblo, los Cuartero tienen su cueva subterránea familiar en el Cabezo de las Bodegas, justo detrás de su sede oficial. Allá se reúnen familia y amigos en las celebraciones oficiales y oficiosas de todo el año, y aunque los hermanos afirman que falta un tiempo hasta que puedan decir que han amortizado la inversión, las alabanzas a sus creaciones se suceden entre especialistas y consumidores, que año tras año agotan la producción.

Así es Tabuenca

Comarca. Campo de Borja.

Cómo llegar. Desde Zaragoza, su capital de provincia, hay 78 kilómetros por el camino más directo que va por la AP-68 hasta Gallur, toma luego la N-122 hasta Magallón y sigue luego por la A-121 hasta Fuendejalón, para desviarse finalmente en la A-1301 (el tramo con peor firme) hasta Tabuenca.

El pastel de carne. Con el final de cada invierno (quedan apenas tres semanas) llega el día del pastel en Tabuenca: dorado, delicioso y no apto para estómagos delicados. Se encarga en la panadería a Ana Isabel Andía, y lo hornean en Tabuenca los hermanos Serrano. Se hace con masa escaldada: medio kilo en la culera y 400 gramos en la tapa. Lleva chorizo, huevo duro en el centro, longaniza, costilla y lomo tapando el huevo.

Albóndigas de oro. La Albondigada de Tabuenca está en barbecho, pero dos hijos del pueblo afincados en Zaragoza han recibido la albóndiga de oro: el hostelero Lucio Lanzán y el humorista Agustín Martín.

Reportaje de la serie 'Aragón es extraordinario'.

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