gastronomía

Ya no queda vino Palmeri Navalta

El tinto garnacha 2015 de Bodega Palmeri Sicilia está agotado y la añada 2016 tardará un mes, por lo menos, en salir al mercado.

Jesús David Cuartero y Santiago Abel Angulo, en  la cata vertical que tuvo lugar en La Alacena de Aragón.
Jesús David Cuartero y Santiago Abel Angulo, en la cata vertical que tuvo lugar en La Alacena de Aragón.
J. L. S.

"Señoras y señores, no nos queda vino". Esa es una frase que quisieran decir la mayoría de bodegueros pero, desafortunadamente, el signo de los tiempos es más bien el contrario, pues de una añada a otra se suelen acumular remanentes en los almacenes de muchas bodegas. Quien sí la pronunció hace unos días fue Jesús David Cuartero, enólogo y copropietario de la bodega Palmeri Sicilia, de Tabuenca, en la Denominación de Origen Campo de Borja.

Esta bodega familiar, en donde se elabora una única referencia, Palmeri Navalta, un tinto crianza hecho con garnachas de monte, agota casi todos los años las 20.000 botellas anuales que, de media, sacan al mercado.

Es el caso de lo que ha pasado con la añada 2015. Así lo anunció Cuartero durante la cata vertical que tuvo lugar en la sala de La Alacena de Aragón, en la calle de Don Jaime, de Zaragoza. Tal circunstancia impidió que la Bodega Palmeri Sicilia pudiese participar en la XV Muestra de Garnachas de Campo de Borja, que se desarrolló el pasado día 30 de mayo en el Museo de Zaragoza. Esta añada consiguió una medalla de oro en el último Concurso Mundial de Bruselas, celebrado en Suiza.

Las cuatro añadas de Palmeri Navalta que se cataron en La Alacena de Aragón.
Las cuatro añadas de Palmeri Navalta que se cataron en La Alacena de Aragón.
J. L. S.

Cuartero sí consiguió unas cuantas botellas para la cata en el local que regenta Santiago Angulo. Gustó mucho, con sus típicas notas de frutas en compota adornadas con balsámicos, aunque algunos de los presentes prefirieron la añada 2016, que se probó en primicia pues aún tardará un mes o más en salir al mercado para terminar de afinarse en la botella. Sedujo por su potencia e intensidad aromática, así como por sus taninos, perfectamente afinados con la acidez y el alcohol.

También catamos la 2018, un vino en verde que está todavía en grandes depósitos sin hacer la fermentación maloláctica, todo un vinazo en potencia, y la 2012, un gran reserva de la familia ya en decadencia pero con mucha complejidad. Vinos todos ellos excelentes y con una personalidad inconfundible, fruto de la gran materia prima con la que trabaja la bodega y del buen hacer del enólogo, que se curtió en varias zonas elaboradoras de Europa y América antes de asentarse definitivamente en su pueblo natal. Se entiende que se agoten, año a año, estos vinos tan excelentes.

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