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Veinte años sin Celia, el último bucardo

El 6 de enero de 2000 falleció el último ejemplar tras ser golpeado por un abeto en una avalancha. Su clonación en 1993 fue un hito científico que, de momento, no se piensa retomar.

El cadáver disecado de Celia, cuando llegó al Centro de Visitantes de Ordesa em 2013.
Mamen Pardina

“Muere el último bucardo”. HERALDO publicaba el 9 de enero de 2000, hace justo 20 años, la noticia de que este animal propio del Pirineo se daba por extinguido. Celia, el último ejemplar vivo, fue golpeada tres días antes por un abeto y sepultada por toneladas de nieve tras una avalancha en las Fajas de Pelay, en el Parque Nacional de Ordesa. Era la única superviviente de una especie que agonizaba desde hacía décadas, tras sufrir la acción de cazadores de toda Europa.

Celia, también conocida como Laña, era una hembra estéril de 13 años y 53 kilos, y fue la última superviviente de una especie que dominó los riscos del Pirineo pero que poco a poco fue retrocediendo ante la acción del hombre. Cuando se pusieron los medios para luchar por su conservación, fue demasiado tarde. El Plan de Recuperación del Bucardo se aprobó en 1993, cuando apenas quedaban una decena ejemplares. Tres años después, solo quedaban cuatro.

“El bucardo tenía el valor de que era una especie propia y de alta montaña”, señala Jesús Antonio Insausti, jefe de servicio de Espacios Naturales y Red Natura 2000. Este experto considera que aún se podría haber hecho algo “cuando quedaban 20 ejemplares”. “Se podrían haber capturado todos para que se reprodujeran en cautividad”, explica.

En 1999, cuando se vio que el final del bucardo era inevitable, Celia fue capturada para extraerle material genético. Se congelaron sus células en nitrógeno líquido para buscar una clonación en el futuro, como única solución para mantener el patrimonio genético de la especie. Un año después, con el fallecimiento de Celia, los bucardos se dieron oficialmente por extinguidos y comenzó la aventura de su recuperación mediante las técnicas de clonación.

El bucardo es el único animal de la historia que volvió a la vida después de haberse extinguido… Y el único que se ha extinguido dos veces

Estas dieron sus frutos tres años después, en 1993, cuando se logró que una cabra pariera una copia exacta de Celia. Sin embargo, murió a los pocos minutos por problemas respiratorios. Pese a ello, el experimento fue un éxito. Todo un hito científico que convirtió al bucardo en el único animal de la historia que volvió a la vida después de haberse extinguido… Y también en el único que se ha extinguido dos veces.

José Folch, investigador del CITA que estuvo al frente del proyecto, sostiene que el material genético que aún se conserva “tienen todo su poder de viabilidad” para volver a intentar otra clonación. De hecho, en 2014 se hicieron varios experimentos para comprobar que las células seguían vivas, y fueron exitosos. Se llegó a fecundar in vivo a varias cabras, aunque sufrieron abortos muy pronto, algo que era previsible.

De momento, no hay planes para retomar el proyecto. A juicio de este científico, tiene que haber “voluntad política” y un “convencimiento de la sociedad” de que merece la pena el esfuerzo. Aunque no quiere poner una cifra, Fonch admite que sería costoso, ya que habría que “formar al personal” en las nuevas técnicas de clonación, además de ejecutar materialmente la experiencia.

Otra cosa es que, una vez clonado, se pueda repoblar el Pirineo. Para empezar porque el ejemplar duplicado sería una hembra, por lo que habría que crear genéticamente un macho. Otra opción, apunta Insausti, es cruzarla con las cabras monteses que ya pueblan el Pirineo. “Tendrían un alto porcentaje de material genético de bucardo”, cuenta.

La historia del bucardo se ha recuperado recientemente gracias al documental ‘Salvar al Bucardo’, de Pablo Lozano, que ha sido seleccionada en 14 festivales de todo el mundo y que ha conseguido dos premios en EE. UU. y en China -además de, esta misma semana, el Félix de Azara-, y que es candidata al Goya al mejor documental.

El cadáver de Celia fue trasladado a la Facultad de Veterinaria de Zaragoza, donde un equipo de diez personas documentó hasta el último detalle de su cuerpo, conscientes de que estaban ante el último ejemplar de una especie extinguida. Luego fue trasladado a León, donde también fue objeto de investigaciones y, finalmente, fue disecado.

Durante una década entera estuvo abandonado en el taller de taxidermia de los Causapié, en Zaragoza, quienes se encargaron de su conservación. A finales de 2012, casi 13 años después de su muerte, Celia volvió a Ordesa, donde recibe a los excursionistas en el centro de visitantes.