Los cinco pueblos de Aragón con los nombres más extraños y divertidos que merecen una visita

Existen una gran cantidad de nombres curiosos en los municipios en las provincias de Zaragoza, Huesca y Teruel y además son localidades con encanto propio.

Vista de Tronchón (Teruel)
Vista de Tronchón (Teruel)
Jorge Escudero

Lo de los nombres graciosos de pueblos no es una regla de obligado cumplimiento: la democracia también se refleja en la capacidad para reírse o no de cosas anecdóticas. Aragón tiene una larga lista de nombres llamativos en sus localidades, tanto los derivados de viejos dichos como los que aluden a temas religiosos, tradicionales locales, personajes relevantes o incluso leyendas.

Se podrían hacer listas temáticas de nombres de pueblos de las tres provincias aragonesas, pero como siempre que se hace una selección, es necesario dejar cosas fuera. No están todos los que son, pero hay cinco que indiscutiblemente llevan a la broma entre quienes no los conocen.  

Los pueblos aragoneses con nombres llamativos

Estos pueblos con nombres curiosos tienen atractivos especiales y un encanto singular: quizá vayan unidas las tres cosas.

Tronchón (Teruel)

Situado en el sureste de la provincia, muy cerca de la línea divisoria con Castellón y sus vecinos de Olocau del Rey (como nombre, tampoco está mal) Tronchón es una palabra que en argot local podría referirse a una persona que se parte de risa, un disfrutón. En realidad es un pueblo del Maestrazgo famoso sobre todo por su queso, que hasta sale en el Quijote, para alegría de Sancho Panza, y que según ciertos historiadores encantaba a la mismísima María Antonieta. Hoy se siguen haciendo y vendiendo, por tradición familiar. Además, en el pueblo está Casa Matilde, restaurante de tipo comedor casero, una institución en la zona.

Botorrita (Zaragoza)

La combinación de palabras, aunque cambiando la ‘b’ por la ‘v’, hizo que se bromease mucho en su día con la fallecida Rita Barberá, exalcaldesa de Valencia, y en menor medida con la concejal madrileña Rita Maestre. Al final es simplemente un nombre muy sonoro en una localidad cercana a la capital zaragozana, que tiene un verdadero tesoro en Contrebia Belaisca, yacimiento celtíbero situado en el Cabezo de las Minas. También destaca una de las casas rurales más populares de la provincia, El Molino de los Yayos.

San Felices de Ara (Huesca)

Esta pedanía de Fiscal tiene apenas una docena de habitantes censados. Su gentilicio, sanfelicense, invita a la sonrisa de felicidad, sobre todo porque el entorno es precioso, en pleno Sobrarbe, muy cerca de Jánovas, surcada por el salvaje río Ara y rodeada de montes verdes. La iglesia de San Lorenzo es el monumento más destacado de este pequeño pueblo.

Bailo (Huesca)

El acceso a la Jacetania desde el puerto de Santa Bárbara tiene como primer núcleo municipal a esta localidad que parece contar con orgullo su afición a danzar. Es el final de una pista forestal que la comunica con Longás y la Bal D’Onsella. Bailo es un lugar privilegiado para la ornitología, con fama de tener un excelente pan de a kilo, y en una de sus pedanías, Larués, nació el escultor Ángel Orensanz, dueño de la sinagoga más famosa de Nueva York.

Mianos (Zaragoza)

Además de buscarle tres pies al gato con la referencia a cierta parte del cuerpo, el nombre de este hermoso pueblo de la Jacetania zaragozana también suena a una forma coloquial de invitar a la gente a que mire a los presentes. Forma parte del tramo aragonés del Camino de Santiago Francés, y los alrededores del pueblo son un verdadero lujo para los senderistas: en especial, camino de la vecina Bagüés. 

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