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La vívida paz de las Saladas de Chiprana

Las aguas salinas de estas tres láminas de origen endorreico albergan una flora singular, incluyendo microorganismos tan antiguos como el propio planeta.

No, no son el mar Muerto, aunque comparten cierto ‘genoma’ con la famosísima lámina acuática del medio Oriente. En algunos detalles, de hecho, son más impresionantes, pero es complicado competir con 2.000 años de publicidad gratuita. Las Saladas de Chiprana, reserva ecológica dirigida desde 2006, albergan una muestra variopinta de flora y fauna que va desde bacterias prehistóricas a todo tipo de aves, carrizos y tamarices... mucha vida en un paisaje que, a primera vista, parece casi una fotografía, por su quietud; solamente el trasiego de las aves matiza esta impresión.

“Este año, con las lluvias de primavera, han estado altísimas de nivel –explica Asun Acero, concejal de Asuntos Sociales y Festejos del Ayuntamiento de Chiprana– y la verdad es que al haber menos movimiento de personas, todo está impecable”. Con la comarca aún inmersa en el retorno a la fase 2 de la desescalada, por los rebrotes de la covid-19, las visitas siguen siendo pocas, lógicamente. La magia de las Saladas está igualmente en el fondo; allá, bajo el espejo acuático, yacen microorganismos alojados en una suerte de conserva desde hace millones de años (3.500 millones de años, concretamente, en los casos más remotos), mientras que las aves revolotean despreocupadas sobre las tres masas de agua. Abundan los tarros blancos y las gaviotas, sobre todo, pero hay más: chorlitejos patinegros, zampullines, patos colorados y fochas comunes. Tampoco falta el predador de todas ellas, el aguilucho lagunero.

Las Saladas son tres: la Grande, la de Roces y el Prado del Farol. Se trata de cubetas endorreicas (sin salida) y tienen tres subcuencas. Forman una especie de trébol de tres hojas (lo de la suerte y las cuatro hojas no es científicamente comprobable) y la sal se acumula en las orillas para formar una imagen similar a la escarcha o la nieve. La Salada Grande de Chiprana es la única laguna salina permanente de interior con aguas profundas de la Península Ibérica, con mediciones cercanas a los seis metros de profundidad en algunos puntos, hogares de esas bacterias ‘matusalénicas’.

La flora

Cerca del agua, las salicornias se alternan con el tomillo y los tamarices, pero la llamada ruppia marítima (sumergida junto a las orillas, con sus hojas largas y estrechas) es una de las variedades más llamativas, ya que lógicamente es muy raro encontrarla en interior; de hecho, no se tiene constancia de otro caso vigente en Europa.

En las Saladas también llaman la atención los paleocanales, formaciones que se generan de los aluviones y arrastres de los ríos y que, cuando los caudales desaparecen, se acumulan. En el Centro de Interpretación de Chiprana (llamado popularmente El Herbario) se señala que estas formaciones, además de hallarse en Aragón, se pueden encontrar en el Sahara, en Utah y a tenor de lo identificado por las diferentes sondas de exploración, en la superficie de Marte.

Las Saladas de Chiprana son un espacio protegido y, por tanto, se invita a no rebasar su perímetro de circunvalación. Su contemplación, desde luego, es una experiencia única, inspiradora para poetas y cautivadora para todas las almas sensibles.

Pesca deportiva, patrimonio, fruta y barbacoas en San Marcos

Más allá del obvio atractivo de las Saladas, Chiprana tiene mucho que ofrecer a los sentidos, empezando por la vista desde su mirador a las aguas embalsadas del Ebro, frecuentemente visitadas por las garzas. El llamado Paseo Marítimo del Mar de Aragón, junto al embalse, permite disfrutar de la zona de sotos de Torre de Baños, y un poco más allá (saliendo del pueblo) se hallan el puente y la Casa del Barquero, enclave con embarcadero para la práctica de deportes náuticos.

Cerca de las Saladas está el Parque de San Marcos, que desde el mes de abril admite reservas (bajo fianzas en el Ayuntamiento, para garantizar el buen uso de las instalaciones) encaminadas a celebraciones o reuniones gastronómicas en plena naturaleza; hay zona de mesas y barbacoas siempre servidas de leña, amén de baños, así que el apoyo logístico necesario, servicios, siempre leña. “Antes –explica Asun Acero– era una zona abierta al público, pero hubo que regular el acceso porque muchos usuarios no se comportaban con corrección, lo dejaban todo sucio”.

La zona también es destino de una romería anual en honor a San Marcos, que se celebra el 25 de abril. Este año, además, caía en sábado, así que no hubiera sido necesario reubicarla en el fin de semana más cercano, pero dada la contingencia de la pandemia, no pudo celebrarse. Chiprana es área frutícola por antonomasia, y las estrellas locales son la nectarina, el paraguayo, el melocotón amarillo y rojo, la cereza y el albaricoque.

Otro punto clave del atractivo turístico local es la Torre del Mocatero, actualmente pendiente de reapertura tras unas obras de reparación imperativas tras un acto vandálico. Esta torre fue construida por las tropas isabelinas del general Salamanca; era parte de un sistema de señalización único en la historia moderna europea, con varias torres de vigilancia que se comunicaban con señales de fuego y ópticas desde Cantavieja a Mequinenza. Por otra parte, la iglesia de San Juan Bautista llama igualmente la atención, gracias a su techumbre mudéjar de impecable conservación, con pinturas de relieve.

La hostelería local

El punto básico de referencia en cuestiones culinarias es el Bar y Restaurante El Mirador, a la entrada del pueblo, amén del bar Las Piscinas, que abre todo el año. En cuanto al alojamiento, se cuenta con las casas rurales Villa de Chiprana, El Siluro, La Curva, Casa Pilar y Casa Teresa, además de los apartamentos turísticos Las Saladas. “Vienen muchos extranjeros –aclara Asun– por el aliciente de la pesca deportiva en el embalse. De hecho, cada mes de julio hay un concurso con el siluro como referencia, que en esta ocasión también contaba con muchas reservas y ha resultado comprometido por la pandemia”.

El pasado 23 de junio, la comarca regresó a fase 2 –junto a otras tres demarcaciones orientales de Aragón– por suma de positivos en la covid-19. Todos estos alicientes a la visita, empero, seguirán ahí cuando la situación mejore. Vale la pena aplicar una dosis de paciencia a la coyuntura.

El Herbario, espacio singular para comprender mejor el entorno local

En el mismo centro de Chiprana está El Herbario, un centro de interpretación que aúna en su discurso expositivo el análisis de las plantas vivas de la zona y todo el entorno de las Saladas, desde su flora y fauna a la geología y el propio escrutinio de las aguas, además de un homenaje al botánico local Francisco Loscos. En sus dos plantas se recrean las mentadas plantas y se abunda en la importancia de las Saladas, que en febrero de 1971 ya fueron consideradas por la Convención de Ramsar como Humedal de Importancia Internacional para las Aves Acuáticas. Muy visitado por los escolares cada final de curso, el centro suele estar abierto los fines de semana en horarios de mañana y tarde, con días extra en verano, aunque las especiales circunstancias vividas estos días hace aconsejable una llamada previa al Ayuntamiento (976 637 228) o revisión de la web www.chiprana.es.

Cómo llegar a Chiprana y curiosidades

Comarca. Bajo Aragón-Caspe.

Cómo llegar. Desde Zaragoza, su capital de provincia, hay 98 kilómetros por la N-232 hasta Azaila (Teruel) y desvío por la A-1404 hacia Escatrón, de vuelta a la provincia zaragozana, y por la A-221 hasta destino.

La Dehesa de Baños. Este yacimiento está compuesto de conjuntos romanos altoimperiales, asociados al tráfico fluvial del Ebro, además de una villa tardorromana y varias necrópolis medievales.

A correr en Nochevieja. Chiprana tiene desde hace ocho años su carrera pedestre de San Silvestre, algo más de seis kilómetros con la denominación Carrera Lobos de Chiprana. En 2019 se disputó la séptima edición de la prueba, con un gran éxito de participación.

Huella romana. Frente al Ayuntamiento se hallan los restos de un mausoleo romano del siglo II, reconvertido en ermita de la Consolación; fue declarada monumento nacional el 1931.

Reportaje de la serie ‘Aragón es extraordinario’.

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