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Sobrevivir a un infarto: "Esta Unidad es un lujo que tenemos en la Sanidad aragonesa"

Cada año, 450 pacientes pasan por este servicio de referencia en Aragón, acreditado como 'Excelente' por la Sociedad Española de Cardiología. Con apoyo de 'Re-late', la asociación de rehabilitados cardíacos, asiste y acompaña para cambiar de hábitos a quienes han sufrido un evento de este tipo.

Varios pacientes del grupo de rehabilitación cardíaca en la Unidad del Hospital Provincial de Zaragoza.
Varios pacientes del grupo de rehabilitación cardíaca en la Unidad del Hospital Provincial de Zaragoza.
Guillermo Mestre

"Yo no puedo relajarme ahí. ¿Sabes dónde me relajo yo? En el huerto dándole a la azada", afirma un paciente de Rehabilitación Cardiaca minutos antes de entrar a una sesión de grupo en el Hospital Provincial de Zaragoza, la unidad de referencia en Aragón para quienes han sufrido un infarto.

"Anda, deja en paz el huerto y cuando entres ahí, intenta no pensar en nada", le aconseja Emilio Alloza, de 69 años. Alloza sufrió un infarto el 22 de agosto del 2020, en plena pandemia. "Tenía todos los números para que me tocase: colesterol alto, hipertensión, sobrepeso, estrés...", confiesa, pero nunca pensó que le podía pasar a él. "Cuando tuve el infarto estaba fuera de Zaragoza, en Tarragona. Lo primero que piensas es qué me ha pasado. Tienes que saber por qué, qué vida estoy teniendo, y ahí es donde entran los factores de riesgo. Cuando eres capaz de interiorizar todo eso y modificar los hábitos, empiezan a ocurrir cosas buenas. Yo perdí 32 kilos en menos de un año", presume orgulloso Emilio, quien, junto a otros miembros de la Asociación de Pacientes de Rehabilitación Cardiaca de Aragón que han sobrevivido a un infarto de miocardio y recibido atención en este servicio, da charlas a distintos grupos tanto cuando empiezan las sesiones en el hospital como cuando las terminan. 

Dos veces por semana acuden al Servet para realizar ese acompañamiento al paciente que recibe el alta. "Hacemos una labor de voluntariado que nos hace bien a todos", subraya Inmaculada Pinilla, de 60 años. En marzo hará dos años que sufrió un infarto. "Tenía muchísimo estrés y estaba trabajando (cara al público). Me sentí mal. Tuve un dolor muy fuerte en el pecho, en el cuello, en la mandíbula… Síntomas típicos de un episodio así. Hasta entonces había tenido pequeñas anginas de pecho que atribuían a la ansiedad. Fue un cóctel que terminó explotando", recuerda esta superviviente.

Ambos pacientes, ya rehabilitados, insisten en el "cambio de prioridades" que sucede a un accidente cardiovascular de este tipo. "Cuando te ocurre algo así te da un vuelco, y puedes hacer dos cosas: hacer algo o no hacer nada. Evidentemente en este caso te va la vida en ello", afirma Inmaculada, quien recomienda a otros pacientes aprovechar la oportunidad que les brinda esta unidad especializada, acreditada como 'Excelente' por la Sociedad Española de Cardiología

Quienes han pasado por ella reiteran que la rehabilitación les ha enseñado sobre todo a "comprender" lo que les pasó y tratar de modificar esos hábitos que les llevaron a sufrir un infarto. "Conocer estas cosas amortigua el miedo. Yo cuando salí de aquí me encontré muy perdido... Tuve que hacer relajación porque a lo desconocido se teme. Pero cuando ves que mejoras y tu calidad de vida y posibilidades físicas progresan... hay un cambio a todos los niveles", reconocen ambos pacientes.  

Inmaculada Pinilla (60 años): "Cuando te ocurre algo así te da un vuelco, y puedes hacer dos cosas: hacer algo o no hacer nada. En este caso te va la vida en ello"
Inmaculada Pinilla, de 60 años, y Emilio Alloza, de 66, en la Unidad de Rehabilitación Cardíaca de Aragón.
Inmaculada Pinilla, de 60 años, y Emilio Alloza, de 66, en la Unidad de Rehabilitación Cardíaca de Aragón.
Guillermo Mestre

Inmaculada reconoce que antes de sufrir el infarto no hacía nada de ejercicio, y en esta unidad la ayudaron a cambiar sus hábitos. Así consiguió adelgazar 12 kilos. "Cuando ves que mejoras, empiezas a creértelo. Te sientes mejor físicamente y eso te ayuda también a nivel psicológico. Hay que hacer mucho para llegar a esto", afirma esta paciente, que sufrió un ictus a los 58 años. A su juicio, la clave para sobrellevar este proceso está en "intentarlo sin demora" y luego hacerlo poco a poco, adaptándose a las circunstancias. "No hay que pensar en las prohibiciones. Si estás por ahí, te puedes tomar tu cervecita sin alcohol y un pincho de atún o bonito en vez del típico huevo gamba. Yo no me quedo en casa por esto", asegura ella.

Emilio Alloza apunta también a la esfera psicosocial que rodea a estas patologías cardiacas. Cuenta que su mujer, quien le ha acompañado en este proceso, logró también perder 16 kilos. "En este país, con una costumbre y tendencia general a irse de bares, ese entorno tiene que ser consciente de lo que tienes, porque eso te ayuda a la hora de relacionarte. Y no se trata de decir 'no lo hago' o lo hago solo esta temporada y luego nada… La enfermedad cardíaca es para siempre porque las cardiopatías no se curan. La medicación y las pautas que te dan son para toda la vida y de lo que se trata es de adaptarse a ello y recuperar tu vida", insisten ambos supervivientes. 

Begoña Gómez (62 años): "Tu vida depende de eso y todo lo demás va detrás"
Begoña Gómez (d), de 62 años, hace ejercicio junto a otros pacientes de la Unidad de Rehabilitación Cardíaca de Aragón.
Begoña Gómez (d), de 62 años, hace ejercicio junto a otros pacientes de la Unidad de Rehabilitación Cardíaca de Aragón.
Guillermo Mestre

Begoña Gómez, de 62 años, es una de las pacientes que acuden actualmente a esta unidad de Rehabilitación Cardíaca tras sufrir un infarto el pasado 21 de octubre (ninguno olvida ese día), cuando estaba trabajando. "Me empecé a encontrar mal, me mareaba… Primero pensaron que era un corte de digestión, pero como el protocolo era muy claro enseguida me prepararon. Me metieron en la uci y estuve allí 9 días. Me hicieron dos cateterismos y estuve 24 días ingresada", recuerda esta zaragozana. 

Al igual que otros supervivientes, reconoce que no hacía nada de ejercicio antes de sufrir el infarto y apunta también a otros factores ambientales. "No me había sentido así nunca... Llevaba mucho estrés, había fallecido mi padre en agosto y a mi madre le dio un ictus en septiembre. Yo lo achacaba a haber vivido tantas situaciones complicadas seguidas… Cuando me di cuenta, tuve que cambiar mis hábitos. Aquí he aprendido a estar más tranquila, pero para eso tuve que ponerme a mí primero. Tu vida depende de eso y todo lo demás va detrás", dice convencida. Begoña lleva desde enero acudiendo a esta unidad, donde permanecen ocho semanas. "Me ayuda a estar más activa y mirando para mí misma. Ahora me doy cuenta de que haciendo un poco de ejercicio, que yo no hacía nada, estás mejor. Miedo siempre te da, pero yo pienso que si me cuido no me repetirá tanto como si paso de todo. Aquí al final aprendes de unos y otros e intentas llevarlo lo mejor posible. También coges cariño con todos", cuenta con una sonrisa. 

Ignacio Murillo (66 años): "No es solo arreglar esa arteria obstruida, sino que requiere un cambio de vida"
Ignacio Murillo, de 66 años, se incorporó a este programa a principios de enero.
Ignacio Murillo, de 66 años, se incorporó a este programa a principios de enero.
Guillermo Mestre

Su compañero de rehabilitación, Ignacio Murillo, de 66 años, solo tiene palabras de agradecimiento para el equipo que lo ha tratado y el resto de pacientes que hoy recorren el mismo camino que él. "Es un lujo que tenemos en nuestra sanidad aragonesa y Re-late es un complemento. Salimos de aquí con esa acogida que te dan en la asociación a todo aquel que necesita ser acompañado", dice agradecido.

Murillo sufrió un infarto el pasado 27 de noviembre. "Tuve un dolor en el pecho que me irradiaba a los brazos y me pasó en diferentes momentos. Me venía el dolor cuando andaba y se me iba cuando paraba. Eso me duró un tiempo hasta que al continuar fui a Urgencias y allí detectaron que tenía un infarto coronario. Me dejaron ingresado, me hicieron un cateterismo y me pusieron dos 'stents'. Salí relativamente rápido", recuerda. 

Para este aragonés, una de las cosas que más te afectan cuando te da "un arrechucho como este" es que no te lo esperas. "Te quedas psicológicamente afectado. Te entran miedos, dudas… No es solo arreglar esa arteria obstruida, sino que requiere ese cambio de vida", reitera. Por eso, cuando los médicos del Servet le hablaron de este programa y le explicaron que reunía las características para entrar en él, no se lo pensó dos veces.

"Salí del hospital a principios de diciembre, el programa empezaba en enero, me incorporé y muy contento. El apoyo que dan es excelente, no solo el estar con los cardiólogos, sino psicólogos, nutricionistas, fisioterapeutas... La propia compañía de otras personas que lo han vivido de diferentes maneras: con mayor o menor intensidad, con más o menos secuelas, pero al final todos compartimos el mismo problema de fondo, y eso crea un entorno que te ayuda mucho", confiesa este paciente, que aconseja a otros no desaprovecharlo. "Hay más problemas de corazón que capacidad tiene esta unidad. Por eso, el que tenga esta oportunidad, por economía de medios, que no hay para toda la población, debería aceptarlo", defiende. 

Unidad de referencia en Aragón

El doctor Fernando Garza, coordinador de la Unidad de Rehabilitación Cardiaca de Aragón.
El doctor Fernando Garza, coordinador de la Unidad de Rehabilitación Cardiaca de Aragón.
Guillermo Mestre

Por la Unidad de Rehabilitación Cardíaca de Aragón, un servicio multidisciplinar, altamente especializado y centralizado en el Hospital Provincial de Zaragozapasan en torno a 450 pacientes al año, si bien a juicio de la asociación podrían beneficiarse muchos más si le destinasen más recursos o hubiese también un turno de tarde. Los expertos calculan que podrían necesitarlo en torno a 1.200 pacientes al año tras sufrir un infarto, pero los criterios de admisión son limitados. Según precisa el doctor Fernando Garza, coordinador de la Unidad, se dirige actualmente a varones menores de 65 años y mujeres menores de 70. "Intentamos optimizar a aquellas personas con mayor esperanza de vida", explica este cardiólogo.

José María Ortiz (47 años): "A corto plazo necesitaré un trasplante y lo que intentan conmigo es alargar la vida del corazón, que no me lo hagan tan pronto"
Varios pacientes realizan ejercicio controlados por los profesionales sanitarios de este servicio, acreditado como excelente por la Sociedad Española de Cardiología.
José María Ortiz, paciente con insuficiencia cardíaca. 
Guillermo Mestre

La Unidad se creó en 2015 como un servicio intermedio que acoge pacientes de las tres provincias. En ella trabajan 12 personas: tres médicos cardiólogos, un médico rehabilitador, tres enfermeras, una auxiliar de enfermería, una secretaria, tres fisioterapeutas y una psicóloga. Desde 2024, atienden también a enfermos con insuficiencia cardiaca. Es el caso de José María Ortiz, de 47 años. "A corto plazo necesitaré un trasplante y lo que intentan conmigo es alargar la vida del corazón, que no me lo hagan tan pronto", cuenta este zaragozano que lleva dos meses en el programa.

La Sociedad Española de Cardiología reconoce la labor que realiza esta Unidad, a la que dio recientemente una acreditación que certifica su excelencia en la rehabilitación avanzada de casos complejos. Aun con todo, matizan, hay retos. A raíz de la covid, en pandemia, se amplió este servicio de Zaragoza a todo Aragón con programas telemáticos, siempre a distancia. ¿El problema? "La falta de proximidad", se quejan los pacientes. "Intentamos que se puedan montar pequeñas unidades en Huesca, Teruel, Alcañiz y Barbastro", señala el doctor Garza. "Aquí se podría doblar también mañana y tarde", sugieren desde Re-late. "Si ponen una unidad en cada hospital dispersamos un servicio que es muy especializado, pero sí que podrían poner personal para abrir por la tarde y ampliar algo la edad hasta llegar a los 80 años", reivindica, por su parte, el jefe de la Unidad.

Tres meses con el aparato estropeado

En Aragón, este servicio centralizado en el Hospital de Nuestra Señora de Gracia es el único especializado en hacer ergoespirometrías, una prueba que se realiza a pacientes que llegan a rehabilitación (derivados de otros hospitales o pendientes de un trasplante) para saber qué urgencia tienen. "Este aparato lleva tres meses estropeado. Eso ha condicionado el número de trasplantes que se han hecho en Aragón", lamenta el doctor Garza, quien ha solicitado la compra de uno nuevo y todavía -dicen- siguen "pendientes". La DGA informa de que el aparato se estropeó en noviembre y ese mismo mes el Hospital aprobó un presupuesto para su reparación. El problema, indican, reside en que esta tecnología hay que enviarla al extranjero para su reparación, y aunque están ya en ello, desde Sanidad -aseguran- se está "presionando" para tenerla cuanto antes. 

Otra de las reivindicaciones pendientes sería extender este servicio a otros hospitales de Huesca y Teruel para facilitar el acceso a quienes viven en zonas rurales o alejadas de la capital. "Aquí hemos tenido pacientes de Sabiñánigo, de Teruel, de Benasque... Si no pueden venir siempre se ofrece atención telemática, pero en la supervisión domiciliaria, esa atención personalizada, el apoyo psicológico, ver a otros compañeros... se pierde un poco", reconoce el doctor Maruan Carlos Chabbar Boudet, uno de los tres cardiólogos de la Unidad.

El doctor Maruan Carlos Chabbar, cardiólogo de la Unidad, controla a un paciente.
El doctor Maruan Carlos Chabbar, cardiólogo de la Unidad, controla a un paciente.
Guillermo Mestre

Por su parte, José Carlos Turón, uno de los fundadores de la asociación de pacientes de rehabilitación cardiaca, lamenta que al no disponer de más recursos, hay quienes renuncian a esa rehabilitación, que implica venir durante dos meses tres días a la semana a Zaragoza. "Supone un esfuerzo, un tiempo, un dinero... Y realmente, aunque vivas fuera, merece la pena. La asociación y todos los beneficios que ha tenido son gracias al trabajo que se hace en este programa de rehabilitación, pero hay que mejorar los accesos", defiende este zaragozano, que también sobrevivió a un infarto, e insiste en toda la prevención que de manera "secundaria" desde la asociación realizan. Turón recalca la necesidad de mantener hábitos de vida cardiosaludables a lo largo de la vida, como alimentarse de manera sana y equilibrada, controlar la diabetes y el estrés, no ingerir alcohol ni fumar y realizar ejercicio físico de manera habitual. 

Los cardiólogos, a este respecto, son optimistas y hablan del compromiso y la adherencia que hay al programa. "Los resultados son los esperables. La rehabilitación tiene su talón de Aquiles, y el tabaco es uno. Nosotros aprovechamos la situación traumática para insistir en el mensaje, porque la mayoría son pacientes jóvenes y hay que reducir el pronóstico de su enfermedad cardiovascular, pero hay un porcentaje no despreciable de pacientes que o siguen fumando o que recaen", advierte este especialista.

"El objetivo no es hacer de policías -si el paciente nos engaña se está engañando a sí mismo-, sino despertar las alertas en él para provocar un cambio"
Parte del equipo de profesionales que trabaja en la Unidad de Rehabilitación Cardíaca del Hospital Provincial de Zaragoza.
Parte del equipo de profesionales que trabaja en la Unidad de Rehabilitación Cardíaca del Hospital Provincial de Zaragoza.
Guillermo Mestre

Para evitarlo, un equipo multidisciplinar trabaja codo con codo durante meses con los pacientes afectados, intentando que interioricen el mensaje y apoyándose también para ello en las charlas y la experiencia de otros enfermos que han pasado por lo mismo.

"Las indicaciones que repetimos lo que queremos es que lleguen. La relación médico paciente aquí es muy importante y el seguimiento muy estricto. El objetivo no es hacer de policías -si el paciente nos engaña se está engañando a sí mismo-, sino despertar las alertas en él para provocar un cambio que a veces se consigue y otras veces no", señala Chabbar.

Por su parte, los pacientes ya rehabilitados, lo tienen claro y con su testimonio refuerzan el mensaje de esperanza y de mejora que brinda en general este servicio. "En las charlas siempre les decimos que procuren no decepcionar esa calidad humana que hay. Porque esa plaza que estás ocupando deja a otros fuera. ¿Lo ideal para nosotros qué sería? Que se pudiera tratar a cada paciente en su hospital de referencia. Pero de momento solo hay esta unidad en el Hospital Provincial de Zaragoza, y nuestra finalidad es esa. Cuidar e intentar ampliar este servicio", concluyen desde Re-late, que este domingo celebraron un acto de reconocimiento a quienes les apoyan.

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