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“Vivir en Belchite no es estar en el exilio. Es un plató de cine, de arte y de cultura”

Un grupo de creadores como la artista Marta Rebato, los titiriteros Domingo y Araceli, el cinéfilo Mañeru y otros apuestan por dinamizar el pueblo

Miguel Ángel Tapia participó hace unos días en el proyecto Cultura de Paz pero antes también había bailado entre ruinas.
Miguel Ángel Berna participó hace unos días en el proyecto Cultura de Paz pero antes también había bailado entre ruinas.
Jaime Oriz

BELCHITE. “Vivir en Belchite no es estar en el exilio”, dice Domingo Castillo, codirector y cofundador de Teatro de Medianoche en 1984 con Araceli Gil. Ambos residen en la localidad desde hace seis años en una casa con amplio patio y dos viviendas: una para hacer la vida cotidiana y otra que es taller, pequeño escenario de ensayos y dependencias de almacén, entre otras cosas. También ha vivido con ellos su hija Ángela. Agrega Domingo, cuya compañía celebra en 2024 sus primeras cuatro décadas: “Cuando les comentamos a la familia y amigos que nos veníamos a vivir a Belchite tuvimos la sensación de que les preocupaba que nos sintiéramos aislados. Vamos camino de los seis años viviendo en el pueblo, y tenemos que reconocer que desde el primer momento nos sentimos acogidos por los belchitanos. A nivel de experiencias vivir aquí ha sido una gran oportunidad para colaborar desarrollando proyectos relacionados con el teatro, la fotografía, el turismo o el cine”.

José Ramón Mañeru, diseñador y activista cultural, es el director del Festival Belchite de Película, que alcanzará este año su séptima edición; por eso su mirada hacia el pueblo que vivió una espeluznante Guerra Civil está emparentada con el cine: “El Pueblo Viejo de Belchite ejerce una tremenda atracción en el audiovisual. En relación al número de habitantes, en torno a 1500, probablemente es una de las localidades donde más producciones audiovisuales se ruedan. Hace 37 años, Terry Gilliam plantó la semilla del cine en Belchite con ‘Las aventuras del Barón de Munchausen’, una película que contó con las jovencísimas Uma Thurman y Sarah Polley; afortunadamente, esa semilla sigue dando frutos”, dice.

Domingo Castillo: "Vamos camino de los seis años viviendo en el pueblo, y tenemos que reconocer que desde el primer momento nos sentimos acogidos por los belchitanos"
José Ramón Mañeru es el director del Festival Belchite de Cine y elogia el gran trabajo del alcalde Carmelo Pérez.
José Ramón Mañeru es el director del Festival Belchite de Película y elogia el gran trabajo del alcalde Carmelo Pérez.
A. C./Heraldo.

Mañeru hace balance en cifras y sensaciones: “El Festival Belchite de Película ha tenido seis ediciones, 750 participantes, 100 cortometrajes rodados en el ámbito de Belchite de Película; en una localidad muy vinculada al cine por la que han pasado –y han rodado– gentes muy importantes: Terry Gilliam, Guillermo del Toro, Agustí Villaronga, John Woo (el de ‘Spiderman Far From Home’), Albert Boadella, Arnold Schwarzenegger, Amparo Climent, Luisa Gavasa, Pepe Viyuela, José Luis López Linares, Gervasio Sánchez… Hasta José Sanchis Sinisterra ubicó allí su ‘Ay, Carmela’. Además de películas, cortos y largometrajes, se han hecho muchísimos documentales, videoclips, publicidad…”, insiste Mañeru, que trabaja en otra programación paralela vinculada con la escena y el arte para enriquecer la oferta cultural de la localidad. “Belchite es una ‘marca’ que abre muchas puertas y te facilita el primer contacto…, luego hay que seguir trabajando”.

Otro caso muy excepcional es de la pintora, escultora y profesora de diversas actividades Marta Rebato, que ha abierto muy cerca de la entrada del Pueblo Viejo un espacio realmente acogedor: La Casa Encantada, uno de esos lugares que se convierten en morada, zoco de reuniones y citas de amigos, estudio de escultura y pintura, biblioteca selecta y tienda de arte, manufacturas varias, regalos muy diversos y ‘souvenirs’. Desde hace varias semanas, o quizá meses, trabaja en un cuadro con sus figuras, animales y fantasmas, con ecos de El Bosco, que ella titula ‘Belchite’, sin más.

Araceli Gil y Marta Rebato

“Cómo llegué a Belchite es uno de esos guiños cósmicos de la vida, una de esas certezas absolutas que pocas veces se presentan pero que sabes que son lo que deben ser y que te indican que por fin has encontrado tu lugar en el mundo. Siento Belchite como si hubiese nacido aquí, en esta tierra dura y hermosa que entierra sus raíces en lo más profundo de mi alma. Siento a sus gentes con mi mismo espíritu, luchador, franco, hospitalario, amable y cercano. Aquí puedo ser yo. Está es mi casa”. Parece imposible una declaración de amor más incondicional.

El cuadro de Marta Rebato en el que lleva varios meses trabajando: se titula 'Belchite'.
El cuadro de Marta Rebato en el que lleva varios meses trabajando: se titula 'Belchite'.
A. C./Heraldo.

Araceli Gil no solo es marionetista, sino artista (dibuja de maravilla), coleccionista de juguetes y otros objetos, jardinera y cuidadora de pájaros, y ella ha encontrado en el pueblo algo semejante a un refugio ideal. Explica: “Recuerdo al principio que salía a pasear con nuestra hija Ángela y los perros, y a ver amanecer y nos emocionaba igual todos los días, porque como sucede en el teatro era una y otra vez la misma función pero siempre diferente. Cuando permitieron salir sin mascarilla tras la pandemia, recibí un ‘buenos días’ con una amplia sonrisa de alguien que no sabía su nombre pero que me saludó como si me conociera de toda la vida”, recuerda, y se detiene en algo que ya parece un lugar común en las sensaciones del medio rural: “El tiempo aquí simplemente pasa sin que lo marque el tic tac del reloj. Detesto las puertas cerradas. El primer año que vivimos aquí no cerramos la puerta de la calle, sencillamente porque para mí traspasar esa puerta no significaba salir de casa”, matiza.

José Ramón Mañeru: “Una de nuestras mayores satisfacciones es que el proyecto Belchite de Película está dando, a jóvenes y jovencísimos realizadores, la oportunidad de dar, de forma muy sencilla y, porqué no decirlo, económica, sus primeros pasos en el sector audiovisual"

La pandemia, por decirlo de algún modo, fue fructífera para los componentes de Teatro de Medianoche. Confiesa Domingo Castillo: “Durante la cautividad hasta hemos creado un personaje, Oleíco, que se identifica como embajador  de Cultura y Turismo de estas tierras. También hemos podido conocer a personas muy interesantes del mundo de las artes que nos han enriquecido con sus propuestas y vivencias”. Con el títere Oleíco crearon diversas situaciones, tamizadas por la ternura del muñeco, que retrataron y expusieron en varios lugares. Ahora pueden verse en la sala negra de exposiciones de Arbolé, justo enfrente a Pelegrín y otros muñecos de la compañía de Pablo Girón, Iñaqui Juárez y Esteban Villarrocha.

Araceli Gil y Domingo Castillo se han instalado en Belchite con su hija Ángela hace seis años.
Araceli Gil y Domingo Castillo se han instalado en Belchite con su hija Ángela hace seis años.
A. C./Heraldo.

Mañeru, a diferencia de Marta y Domingo y Araceli, no vive en Belchite, pero va y viene todo el tiempo. Es otro embajador constante; siempre está llevando gente allí, como si fuera el hombre que tiene las llaves de acceso a los secretos de ese inefable plató de cine y de la dolorida memoria de un combate legendario del que escribió el mismísimo Ernest Hemingway. “Una de nuestras mayores satisfacciones es que el proyecto Belchite de Película está dando, a jóvenes y jovencísimos realizadores, la oportunidad de dar, de forma muy sencilla y, porqué no decirlo, económica, sus primeros pasos en el sector audiovisual. A veces sigo pensando que nuestro festival es un milagro audiovisual y cultural, en mitad de la estepa”, matiza.

Un pueblo de cine y de cineastas

“Edición tras edición, los participantes en Belchite de Película nos cuentan que, además de por el concurso, por el aprendizaje y por la comunidad cinéfila que se está creando, vienen a Belchite porque se lo pasan en grande, y eso es tremendamente gratificante. En honor a la verdad, he decir que hemos tenido la suerte de contar con un cómplice extraordinario en la figura de Carmelo Pérez, alcalde de Belchite, quien junto a su equipo de gobierno lleva los últimos nueve años poniendo el foco en el desarrollo de actividades culturales en la localidad”, agrega este dinamizador infatigable y entusiasta.

Marta Rebato: "Siento Belchite como si hubiese nacido aquí, en esta tierra dura y hermosa que entierra sus raíces en lo más profundo de mi alma. Siento a sus gentes con mi mismo espíritu, luchador, franco, hospitalario, amable y cercano. Aquí puedo ser yo. Está es mi casa”

José Ramón Mañeru también tiene palabras de elogio y de gratitud para los vecinos. “Desde 1987, cuando Terry Gilliam rodó parte de ‘Las Aventuras del Barón Munchausen’ en Belchite, los belchitanos y belchitanas están familiarizados con los rodajes y conocen perfectamente que en su pueblo se rueda con mucha frecuencia. Este es uno de los factores que ha ayudado en la implicación de los habitantes con Belchite de Película. En todas las ediciones celebradas hay vecinos que prestan sus casas para rodar; participan como figurantes en cortos, etc. De igual forma distintos establecimientos ceden sus instalaciones para los rodajes”.

Marta Rebato hace unos días en su casa, próxima a la entrada del Pueblo Viejo de Belchite.
Marta Rebato hace unos días en su casa, próxima a la entrada del Pueblo Viejo de Belchite.
A. C./Heraldo.

Mañeru no elude ni esconde su militancia cinéfila. La confirma una y otra vez sin temblor en la voz. Arrima el ascua a su sardina, sí, pero en realidad defiende un proyecto que es cada vez más totalizador: “Desde las reuniones iniciales en 2022, en las que éramos 10 festivales, Belchite de Película ha estado colaborando en la creación de la Red de Festivales y Muestras de Cine de Aragón –Ara Film Fest–; es un proyecto asociativo muy interesante que trata, entre otras cosas, de poner en valor el trabajo que realizan –tanto en las tres capitales como en el rural aragonés– más de 25 festivales y muestras audiovisuales”.

La nómina de actores, cineastas, escritores, artistas y fotógrafos que se sienten atraídos por Belchite son muchos. Hace poco Isabel Muñoz realizó un reportaje impulsado por Territorio Goya que tituló ‘El baile de la memoria’; Miguel Ángel Berna bailó en el teatro; Gervasio Sánchez realizó una exposición al aire libre, estableciendo una meditación entre sus fotos de guerra de diversos países, especialmente la antigua Yugoslavia, y la Guerra Civil de Belchite. Félix Teira, sin entrar en el torbellino de viejos rencores ha situado allí su novela ‘El último sol’ (Funambulista, 2016), y el fotógrafo Ángel Burbano tomó las fotos de su último proyecto: ‘Impulsus’ (que expuso en Madrid y ahora en Lérida), donde presenta a un hombre desnudo en medio de las ruinas para explicar el animal que llevamos dentro, víctima de la destrucción, en el lugar por excelencia de la infamia: el escenario de una situación extrema de destrucción máxima como lo es la guerra.

Isabel Muñoz, Premio Nacional de Fotografía, dirigió hace pocos meses un taller en Belchite con Territorio Goya.
Isabel Muñoz, Premio Nacional de Fotografía, dirigió hace pocos meses un taller en Belchite con Territorio Goya.
Ricardo Calero.

Domingo y Araceli recuerdan otros actos que reflejan su implicación y su compromiso con el entorno: «El teatro de Belchite, inacabado desde 1954, se inauguró 65 años después, en 2019, con una exposición de Gervasio Sánchez y con una actuación nuestra. Y eso emociona mucho. Se sabe que habían mandado telones, mobiliario, toda la infraestructura... pero no llegaron». 

Dicen que les emociona mucho actuar en la sala del Museo Etnológico para niños, o participar en una de las noches guiadas al lugar de las ruinas con el espectáculo ‘Noctívagos’. «Participamos en el programa de la visita una vez al mes con una doble propuesta: un romance de ciego que rinde homenaje a la historia y a la gente del pueblo, en el que se habla de muchas cosas: del bandolero Bernardo Val, también conocido como Calzapreta; del tacaño Capacorta, que hacía sus capas cortas de tela para ahorrar, o de aquel albañil al que llamaban Medio Metro. Ahora sus descendientes, con gran humor, son ‘Medio Metro albañil. Constructores de rascacielos’».

La tarde de invierno en Belchite semanas atrás.
La tarde de invierno en Belchite semanas atrás.
A. C./Heraldo.
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