La modelo Meyes, Candanchú o Tarazona: las conexiones aragonesas de Balenciaga

El zaragozano Enrique Lafuente, diseñador e historiador de moda, está llevando a cabo una labor de investigación en torno a los lazos con Aragón del modisto de Guetaria, de actualidad por el estreno de una serie sobre su vida en Disney +.

La modelo zaragozana Meyes, que en los 50 trabajó para Balenciaga en París.
La modelo zaragozana Meyes, que en los 50 trabajó para Balenciaga en París.
Enrique Lafuente

Las familias aragonesas pudientes, antes del auge de la clase media y la masificación del turismo en las playas mediterráneas, solían veranear en playas del cantábrico. La llamada “temporada” cubría de mayo a septiembre. Se solían tomar las aguas en balnearios como Cestona, y los llamados “baños de ola” se disfrutaban en playas como las de Zarauz y San Sebastián, siguiendo la costumbre implantada por la reina María Cristina y su corte. No era, por tanto, nada extraño que las señoras de la buena sociedad, sobre todo zaragozana, aprovecharan esas largas estancias para encargarse modelos de alta costura en los salones donostiarras de Cristóbal Balenciaga, primero en la calle Vergara y posteriormente en el 2 de la avenida de la Libertad.

El diseñador e historiador de moda zaragozano Enrique Lafuente lleva años buceando en archivos y hemerotecas para desentrañar esa conexión aragonesa de Balenciaga, una de las más desconocidas, aunque, con el tiempo y su trabajo se va demostrando, mucho más importante de lo que se podía sospechar.

La primera vinculación geográfica de Balenciaga con Aragón, según Lafuente, la encontramos gracias a su afición por el esquí. "Sabíamos que practicaba asiduamente este deporte en la elitista estación austríaca de Zürs, aunque fue Paulina Botella, periodista de 'ABC' y 'Blanco y Negro', quien desveló en 1974 que Balenciaga fue un pionero del esquí en Candanchú", explica Lafuente.

Este hecho resulta bastante creíble, ya que deportistas vascos, del círculo cercano a Balenciaga y muchos de ellos del Ski Club Tolosano, construyeron en 1933 un hotel refugio en Candanchú". El Hotel Candanchú, popularmente conocido como “el hotel de los vascos”, estaba regentado por Antonio Juantegui y su madre, Juana Eguren, tío y abuela del escultor Eduardo Chillida. Juana Eguren, propietaria en San Sebastián de los hoteles Niza y Biarritz, aparte de buena clienta de Balenciaga, fue una de las mecenas que le apoyó en sus inicios.

Balenciaga en el Pablo Serrano
Algunos de los vestidos de aragonesas que se pudieron ver en la exposición en el Pablo Serrano sobre Balenciaga.
José Miguel Marco

Una vez que muere en diciembre de 1948 su socio y pareja, el franco-polaco Wladzio Jaworowski d´Attainville, entrará en la vida del modisto de Guetaria el navarro Ramón Esparza Viela, quien había estudiado Derecho en Zaragoza hasta ese año. Ya en París, un año más tarde, se encontró con Balenciaga gracias a amigos comunes. "Entró en el salón del 10 de la avenida de George V y en el corazón del maestro, para convertirse -recuerda Lafuente- en su última y definitiva pareja".

Una modelos zaragozana

Gracias a Esparza, la zaragozana María Nieves Hernández Ortiz viajó a París en 1950 y entró como maniquí de cabina de Maison Balenciaga. Meyes, como la llamaban sus allegados, pasó a llamarse Mery y se convirtió en una de las modelos preferidas del maestro, ya que, durante los seis años que estuvo, desfiló y fue fotografiada con suntuosos modelos que encargaron archimillonarias como Barbara Hutton o la condesa Mona von Bismarck.

Casi al mismo tiempo que Meyes dejaba de trabajar en París para Balenciaga, un joven sastre zaragozano, Pedro Esteban, se instalaba en Barcelona para trabajar en los más renombrados salones de costura. Allí adquirió con tesón y maestría la famosa “técnica Balenciaga”. Esteban viajó numerosas veces a París, como refuerzo a sus talleres de la George V, sobre todo en época de presentación de colecciones. En 1963, Esteban volvió a Zaragoza para instalarse por su cuenta en la actual Gran Vía. Justo hace un año, en enero de 2023, fallecía Esteban. Una parte de su legado se conserva en el Museo Balenciaga de Guetaria.

Lafuente también ha descubierto que modistas tan celebradas y renombradas como Victoria Ledesma, establecida en Zaragoza desde 1930, viajaba regularmente a París para adquirir patrones de modelos de alta costura, entre ellos de Balenciaga.

No solo en ciertas bodas aragonesas se vestía de Balenciaga, sino también en los bailes de sociedad, como Carmen D´Harcourt, conocida como Kika, quien lució en el Casino de Zaragoza un modelo con escote “palabra de honor” en encaje de Marescot, durante su fiesta de “puesta de largo” en junio de 1959. Las hermanas Monterde, tías del cineasta zaragozano José Luis Gonzalvo, quien fuera además esposo de Micaela Flores 'La Chunga', también solían viajar a París para adquirir modelos Balenciaga y Dior para su tienda de la calle Alfonso I, según cuenta a Lafuente Luis Gonzalvo Flores, uno de los hijos de la gran bailaora.

Las notas de sociedad de la época incluso señalaban que Antonio Marcén, zaragozano y uno de los diseñadores de cabecera de la reina Sofía, había confeccionado en 1968 un vestido de novia con diseño Balenciaga. Este gran costurero monegrino viajaba en los años 60 regularmente a París para adquirir patrones de las colecciones de alta costura, primero para realizar las colecciones de la casa D´Harcourt, y posteriormente para su propio salón en la zaragozana calle Escar.

Pero la primera aragonesa documentada por Lafuente que lució un Balenciaga en su tierra fue la zaragozana Rosario Pardo, que se casó en Santa Engracia el 29 de mayo de 1936 con un vestido confeccionado en los salones EISA de San Sebastián. En octubre de 1939 sería María del Pilar Mompeón y de Nó, madre de Pilar de Yarza y Mompeón, quien luciría en su boda un modelo Balenciaga en seda moiré color hueso. La madre de la que fuera presidenta de HERALDO hasta 2021, lo cedió temporalmente para que luciera, junto a otros seis grandes e históricos vestidos de novia, en la mejor sala de la gran exposición 'el Mundo de Balenciaga' de Madrid en 1974. Justo 45 años después, su hija Pilar volvió a cederlo para la exposición 'El siglo de Balenciaga', que comisarió Pedro Usabiaga en el IAACC Pablo Serrano en 2019. Lo acompañó además del que ella vistió en su presentación en sociedad, uno de los últimos modelos creados por Balenciaga, en 1969, un año después del cierre de su salón de costura parisino.

El hilo que lleva a Tarazona

Amén de este largo listado de clientas aragonesas, Enrique Lafuente sostiene de acuerdo a sus investigaciones una teoría que vendría a terminar con la idea generalizada de que Cristóbal Balenciaga nunca quiso saber nada del 'prêt à porter', un hecho que forma parte de su aura casi mitológica.

Al contrario, durante su último año de vida fue presidente del consejo de administración y cabeza visible de una gran industria textil aragonesa, Textil Tarazona S.A., adquirida a finales de febrero de 1971 por su amigo, el industrial guipuzcoano Jesús Azcárate. Balenciaga, junto a su inseparable Ramón Esparza, formó un equipo de diseño y patronaje de su confianza en esta empresa de más de 1.000 trabajadores, para reflotarla y desarrollar varias líneas de producto confeccionado en serie, sobre todo en tejido de punto a la plana, con destino a la clase media. Desgraciadamente, el fallecimiento repentino de Balenciaga el 24 de marzo de 1972 dio al traste con este proyecto.

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