literatura. ocio y cultura

Aragoneses en Barcelona: el día que Rosario Villajos ganó el premio Biblioteca Breve

La escritora cordobesa, afincada en Madrid, obtuvo el galardón de Seix Barral con su novela 'La educación física', crónica de una adolescencia difícil.

La escritora Rosario Villajos, ayer, tras el almuerzo, posa para la prensa.
La escritora Rosario Villajos posa para la prensa.
A. C. /Heraldo.

El Premio Biblioteca Breve tiene algo especial para muchos escritores, editores, libreros, periodistas y cronistas culturales. Se celebra en un almuerzo desde hace unos años en un lugar acogedor: el Museo Marítimo de Barcelona. Quizá este año el lunes elegido (casi siempre se elige un lunes por Seix Barral y su editora Elena Ramírez, auténtica madrina del galardón) haya sido uno de los más fríos en años. Parecía que se hubiera importado hasta el cierzo zaragozano: poco antes de la comida, le decíamos a Enrique Vila-Matas, que presentó ‘Montevideo’ con Eva Cosculluela en el museo Pablo Serrano, que en esta ocasión el frío lo tenían en casa. Más glacial que nunca.

Al Museo Marítimo se llega de formas muy distintas: en taxi, en metro o caminando desde la Estación de Sants unos 45 minutos. Eso fue lo que eligieron los tres primeros aragoneses que encontré por la calle: José Luis Acín, director del Centro Aragonés del Libro; Juan Bolea, novelista, periodista y promotor del Aragón Negro, y Pablo Muñío, librero de París, local que cumple 60 años. “Veníamos recordando a los libreros zaragozanos. A los que se han ido y a los que estamos -dijo Pablo-. Recordábamos al fallecido Eutimio Merino, de Librería General, que ocupó el lugar de Luis Moya y su hijo Ángel, y que fundó el sello Leyere. Y por supuesto a José Miguel Alcrudo, de Pórtico. Y a Paco Pons, que ha visto como la burocracia ha dado la espalda a un negocio y una trayectoria que parecían consolidados, y se han visto obligados a cerrar”.

Juan Bolea recordó el nacimiento de la Librería Central y del sello Mira de Joaquín Casanova, hace más de treinta años, que también trabajó en la Librería General, y evocó el primer título de Miguel R. Green, ‘Marta, y otras historias’, con cuyos derechos de autor se irían algunos amigos a Cuba, viaje del que saldría su primera novela, ‘Mulata’, que le presentó Santiago Lorén. Lorén, ganador del II Premio Planeta con ‘Una casa con goteras’, fue objeto de glosa y recuerdo, y Bolea, que coincidió con él en ‘Diario 16’, recordó la pasión del médico por la literatura y el periodismo.

Antonio Iturbe, ganador del Biblioteca Breve, José Luis Acín, Pablo Muñío y Juan Bolea.
Antonio Iturbe, ganador del Biblioteca Breve años atrás, José Luis Acín, Pablo Muñío y Juan Bolea.
A. C. /Heraldo.

Durante la caminata surgieron otros nombres y otros temas, y otros autores: se habló mucho de la novela ‘Nosotros’ (Destino. Premio Nadal) de Manuel Vilas, que acaba de salir a la calle, y que acudió a la fiesta, y de ‘Hijos de la fábula’ (Tusquets) de Fernando Aramburu, una sátira entre cruel y patética de dos chapuceros aprendices de terrorista con abundante presencia aragonesa y un capítulo titulado ‘Un zulo en Garrapinillos’. Vilas cuenta una historia en forma de ‘road movie’ que respondería a la idea de “amor constante más allá de la muerte”, como el famoso soneto de Quevedo.

Elena Ramírez, editora de Seix Barral, dijo que esta novela, 'La educación física', no era “oportunista sino oportuna” y aventuró que su heroína será para las generaciones futuras como lo fue para las pasadas la Andrea de ‘Nada’ de Carmen Laforet

Ya en el Museo comenzaba la rueda de prensa: Rosario Villajos (Córdoba, 1978) era la ganadora con ‘La educación física’, una novela de impactante portada: una mujer con una faja o corsé, “que venden en El Corte Inglés, que aún se usa hoy y que es más difícil de quitar que de poner”, tal como anunció la escritora, que recordó que ella no era la Catalina de la novela que vive una dura experiencia en autoestop de cuatro horas, y cuya escritura “es un ajuste de cuentas con el pasado, una forma de despegarme de lo que me hace daño”. El escritor y crítico literario Juan Marqués seguía la ceremonia y tomaba notas.

Habló todo el jurado; Elena Ramírez dijo que esta novela no era “oportunista sino oportuna” y aventuró que su heroína será para las generaciones futuras como lo fue para las pasadas la Andrea de ‘Nada’ de Carmen Laforet. Siempre es un espectáculo ver y oír a Pere Gimferrer: encadena versos, reflexiona sobre el término andaluz y echó mano de alguien tan poco costumbrista como Luis Cernuda.

Después, en la tertulia previa y en los corrillos, ya aparecieron muchos más aragoneses: Antonio Iturbe (trabaja en una novela sobre su abuelo, músico de Casetas) y David Castillo, pariente de Juan José Castillo, el periodista deportivo de Luna (“entró, entró”; “el joven fenómeno sueco de 18 años Bjorn Borg”, decía) y con familiares en Sariñena, Bujaraloz y Fraga, hablaban de lo divino y humano. Aparecieron Sergio del Molino, fresco aún su ‘Un tal González’ (Alfaguara), con el narrador murciano y experto en arte Miguel Ángel Hernández. Curiosamente, en otro lugar, en el Centro Aragonés, en la calle Costa, su presidente tendría elogios para Del Molino y su libro sobre ‘Isidoro’, novela de la que acaba de escribir para la revista ‘Balcei’ de Alcorisa.

Gabi Martínez, Agustín Fernández Mallo, Manuel Vilas y Andrés Perruca.
Gabi Martínez, Agustín Fernández Mallo, Manuel Vilas y Andrés Perruca.
A. C. /Heraldo.

No tardaron en aparecer la gestora cultural, asesora cultural y colaboradora de muchos medios Eva Cosculluela, que anunció que pasaría la noche en Barcelona (habría fiesta nocturna de escritores), e Ignacio Martínez de Pisón, que estrena novela voluminosa, de 800 páginas, el 15 de febrero: ‘Castillos de fuego’. Le preguntarían luego a Elena Ramírez cuál creía que iba a ser el libro del año en Seix, cuál la desvelaba más, y dijo: “‘Castillos de fuego’ de Pisón”. Un gran friso de historias en cinco tiempos (de 1939 a 1945) y con cinco personajes claves donde el zaragozano ha dado lo mejor de sí mismo con su estilo diáfano, natural e invisible que posee, ampliamente documentado. Por allí andaban también Luz Gabás, con su franca sonrisa de felicidad: ‘Lejos de Luisiana’, la novela del Planeta, va muy bien. “Es bonito vernos al menos aquí todos los años”, comentó, y el citado Manolo Vilas, que parecía emular a un Picasso mediterráneo y pletórico con una camiseta a rayas horizontales.

Por si faltaba algún aragonés apareció Andrés Perruca, que trabaja en Telefónica, y que está vinculado a los grupos musicales El Niño Gusano o La Costa Brava, amigo entrañable de Sergio Algora y también colega de Agustín Fernández Mallo, ganador del premio Eugenio Trias y antes del Biblioteca Breve. Juntos se dejaron retratar, como también se dejó Magarita Leoz, una pamplonica que está dejando huella en la literatura y que se hizo unas fotos con Sergio del Molino y con Marcos Giralt Torrente, a punto de publicar un libro de artículos y en plena faena con una novela sobre su abuelo Gonzalo Torrente y su primera esposa Josefina Malvido.

La presencia de las letras aragonesas era inequívoca. Con Álex Salmon, coordinador de ‘Abril’ de ‘El Periódico de España’, evocamos a Javier Tomeo, a punto de ser reeditado por Pez de Plata, en Oviedo. Se recordaron nombres, libros, hitos: asomaron voces como Irene Vallejo o Javier Sierra, entre otros, que ayer mismo firmaba un artículo sobre la presencia de Albert Einstein en España hará dentro de unos meses un siglo completo. Sergio Vila-Sanjuán, siempre atento y cariñoso con nuestras cosas, compartió mesa con varios aragoneses y con libreros. Él jamás pierde el control: no probó ni el sabroso cava, por eso ha opinado con serenidad sobre los quince años de Manuel Borja-Villel al frente del Reina Sofía. A algunos les parecen pocos y firman manifiestos de apoyo, esos que nadie firmó cuando prescindieron de José Guirao o de Juan Manuel Bonet, excelentes gestores con muy buenas ideas también.

Elena Ramírez, editora de Seix Barral, Ignacio Martínez de Pisón, escritor, y Eva Cosculluela, asesora editorial
Elena Ramírez, editora de Seix Barral, Ignacio Martínez de Pisón, escritor, y Eva Cosculluela, asesora editorial
A. C. /Heraldo.

Rosario Villajos dice en una de sus primeras entrevistas: “No creo en la autoficción. Creo que todo es ficción, hasta lo que parece más autobiográfico. La memoria es selectiva y engañosa”. Por cierto, como todos los años, Seix Barral regala a sus invitados una libreta, en este caso azul marino, para que muchos inicien una novela o un nuevo libro. Y además ofreció un extracto de ‘El instinto de la libertad’, de Salman Rushdie, que tiene un inicio más que curioso: “Cuando Christopher Hitchens acabó de escribir su libro ‘Dios no es bueno’ y me lo envió para que lo leyera, le dije, medio en broma, que el título tenía una palabra de más; que haría bien en suprimir el ‘bueno’. No me hizo caso”.

Rosario Villajos: “No creo en la autoficción. Creo que todo es ficción, hasta lo que parece más autobiográfico. La memoria es selectiva y engañosa”

Seguramente, lo mejor iba a llegar en un muy concurrido bar cerca de las Ramblas. Pero esa es otra historia y ya no estuvimos allí. Por cierto, el cronista se fue al Centro Aragonés -donde fue recibido por el presidente Jesús Félez, que llegó muy afable, en chándal y en moto- y se encontró con algunas sorpresas, entre ellas un dibujo de Eusebio Blasco Ferrer (1907-1993), el amigo de Picasso que donó su obra al pueblo de Molinos (Teruel), donde está enterrado y de donde era su madre; murió en Alcañiz hace 30 años. Y comprobó ‘in situ’ la indudable presencia de Joaquín Costa en los numerosos retratos del gran edificio de Miguel Ángel Navarro de la calle Costa.

Margarita Leoz, Sergio del Molino y Marcos Giralt Torrente.
Los escritores Margarita Leoz, Sergio del Molino y Marcos Giralt Torrente.
A. C. /Heraldo.
Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión