La magia del Vive Latino Zaragoza propicia una gran fiesta de la música en la Expo
Más de 16.000 personas asisten en Ranillas a la primera jornada de un festival cargado de grandes y emocionantes momentos. El público disfrutó de actuaciones tan celebradas como las de Love of Lesbian, Coque Malla, León Benavente, Babasónicos o Mon Laferte.
La magia del Vive Latino se hizo realidad este viernes en Zaragoza. Tras dos años de espera por la pandemia, el recinto de la Expo se transformó en un parque de atracciones de la música española y latinoamericana. Una feliz conjunción que deparó muchos momentos memorables para las más de 16.000 personas que asistieron. Una jornada para no olvidar que este sábado escribirá un segundo y muy sugerente capítulo.
La capital aragonesa recibió con solazo de justicia (y junto a la Ciudad de la Justicia) a esta primera jornada del Vive Latino, que retaba al espíritu de los más entusiastas y madrugadores con temperaturas rayanas en los 37 grados centígrados, aquellos a los que cantaba Radio Futura. Después de un inicio templado en la asistencia y abrasador en el ambiente, la cosa comenzó a animarse pronto con los primeros acordes de Miss Caffeina.
Su cantante, Alberto Jiménez, se la jugó con un traje claro y, aunque ganó la batalla de la elegancia, salió airoso además del reto vocal pese a jugarse una deshidratación de caballo. ‘Merlí’ y ‘Mira como vuelo’, el tema de cierre, fueron los más jaleados por un público que llenó la zona más cercana al escenario del Anfiteatro Ámbar, y que se animó a bailar con los temas más conocidos de los madrileños.
El comienzo en el escenario grande -que patrocina Nautalia- fue impresionante. Sidonie saben como animar un ‘show’, tienen callo como animales escénicos y ejercen su profesión con alegría. Al inicio lleno de distorsión que precedió a ‘Nuestro baile del viernes’ siguió ese himno pop que reivindica (un poco) el ‘fa-fa-fa’ de David Byrne para estirarlo al ‘Fascinado’ que repetían como mantra grandes y chicos.
Más grandes que chicos: la edad media del festival supera la treintena, aunque hay excepciones como la pequeña Paula, de tan solo 3 años, que tampoco tuvo que insistir mucho para convencer a sus papás, Cristina y Antonio, en la conveniencia de llegar pronto y ver al trío barcelonés abriendo el programa junto al palacio de Congresos.
Un contubernio musical de tal calibre debe acompasar los latidos del corazón, y exactamente eso ocurría en el segundo turno de acción con Silvana Estrada en el Vuse y Babasónicos en el Ámbar. La mexicana confirmó todo lo bueno que decían de ella; una delicia en el canto, que hace del minimalismo virtud y del candor, embeleso.
Al otro lado del recinto, los argentinos se ponían bravos desde el principio, al trote primero y al galope después, con algunas de las mejores piezas de sus álbumes ‘Infame’ y ‘Jessico’, los que les pusieron en rotación alta en MTV y acabaron de confirmarles como superestrellas en toda América Latina. Aquí tienen parroquia: no en vano han visitado la ciudad más de una vez. José María, de hecho, vino desde Madrid expresamente para comprobar que Adrián Dárgelos sigue en forma.
Coque Malla con Kase.O
Más madera. No había tregua. Coque Malla salió puntual a su cita en el escenario Nautalia a las 19.10. Los fans del músico madrileño habían tomado posiciones para ver al exvocalista de Los Ronaldos. Comenzó el ‘show’ con los acordes de ‘La mujer sin llave’. Pronto la temperatura musical subió en el Vive Latino con el directo impecable del madrileño, arropado por una banda de auténtico lujo.
"Zaragoza, un placer y un honor estar aquí e inaugurar este primer Vive Latino", proclamó. No se sabe si en broma o por un despiste anunció que iba a dar dos horas de concierto, como suele ser habitual en sus giras, pero lo cierto es que en poco más de una hora desgranó algunos de los mejores temas de su discografía: ‘Solo queda música’, ‘Escúchame’, ‘No puedo vivir sin ti’, ‘La carta’, ‘Extraterrestre’ y ‘Me dejó marchar’. En la parte final de su actuación bromeó con que solo iba a tocar una canción de Los Ronaldos. Sin embargo, sonaron ‘Adiós, papá’, ‘Guárdalo’ y ‘Por las noches’. Remachó interpretando ‘Nada tiene de especial’, y aquí hubo una de las primeras sorpresas del festival, la aparición del rapero zaragozano Kase.O -que hoy será una de las estrellas-, con quien interpretó este tema que puso el broche de lujo a su actuación.
Lejos de disminuir, la intensidad y la emoción continuaron disparándose con la chilena Mon Laferte, que es una maravilla. Cuando canta sola acapara los cinco sentidos de su público, y casi siempre el sexto. Cuando está insertada en un macrofestival, es un rayo de luz poderoso que apabulla sin agredir, acariciando las canciones, saltando entre géneros con una facilidad pasmosa. En ‘Mi buen amor’ consiguió que miles de personas contuvieran el aliento con el suspense de la ‘paradinha’ futbolística más larga; vestida con traje oscuro y camisa clara, puso a bailar a todo el mundo a diferentes velocidades, según la canción, siempre certera en los agudos e impecable en la afinación. Por encima de su perfección técnica, destaca ese ‘je ne sais qoui’ que saca a pasear con naturalidad, y que arrebata con un simple gesto. Otro gran acierto en el cartel. Un detalle feo: andaba Mon en un bis, pedido por aclamación, y como empezaba ya el bolo de, Taburete en el escenario Nautalia, cortaron el sonido del micro. Error o no, la cara de Mon Laferte era un poema.
Fuerza latinoamericana
Aterciopelados hizo suyo el escenario Vuse al primer acorde. Andrea Echeverri sabe cómo hacerlo. Luego era cuestión de ir desgranando sus éxitos entre un público claramente devoto, con unos cuantos compatriotas colombianos y mayoría de españoles rendidos a su arte y el de Héctor Buitrago, inmenso en la guitarra (que también tocó Andrea) y capaz de afilar una nana en un segundo si de ello dependiera su vida. ‘Baracunata’, ‘El estuche’ o ‘El álbum’ contaron incluso con las gargantas de más de 2.000 personas como voces de apoyo. Los comentarios de sorpresa entre algunos asistentes que nunca se habían asomado al balcón de Aterciopelados eran de puro entusiasmo. "¿Y cómo estos tíos no son más famosos?", decía uno. "Sí lo son, pero no aquí. Pregunta en América", respondía otro.
El anfiteatro del escenario Ámbar se llenó para disfrutar de la fiesta de León Benavente, que comenzó con los ritmos electrónicos de ‘Líbrame del mal’, de su último álbum ‘ERA’. Le siguieron ‘Como la piedra que flota’, ‘Amo’, ‘La ribera’, ‘La canción del daño’, la catártica ‘Mítico’, ‘Cuesta abajo’, ‘Disparando a los caballos’, Gloria’, ‘Ser brigada’, ‘Tipo D’ y, como colofón, ‘Ayer salí’. El batería del grupo César Verdú, había dicho antes de salir a tocar que era complicado crear un ‘setlist’ para una actuación de 50 minutos, pero que "sonarían varios de sus grandes éxitos". Y así fue, el concierto supuso toda una descarga de adrenalina y dejaron el pabellón bien alto para lo que venía después.
León Benavente, banda muy vinculada a Aragón, cuenta entre sus filas con el bajista aragonés Edu Baos, que vive en Mozota. Hoy jugaba en casa, y aun así, reconocía que estar en el Vive Latino de Zaragoza era "toda una responsabilidad".
De vuelta al Nautalia, Love of Lesbian pusieron un punto emotivo y parecieron preparar la transición de la noche a la madrugada con suavidad, apelando a la nostalgia. Tras unos breves problemas con la amplificación de sonido en su primer tema - solventados con rapidez- propusieron un viaje épico nocturno. Y es que la madrugada prometía todavía más emociones.
