FILOSOFÍA. OCIO Y CULTURA

Juan Manuel Aragüés: “El pensamiento no puede ser entendido al margen de la vida”

El profesor de Filosofía de la Universidad de Zaragoza publica ‘Ochenta sombras de Marx, Nietzsche y Freud’ (Plaza y Valdés)

Juan Manuel Aragüés publica un libro sobre filósofos.
Juan Manuel Aragüés reivindica a Ortega, a sus discípulos, y a José Luis Rodríguez.,
Javier Belver.

Juan Manuel Aragüés (Zaragoza, 1965) es profesor titular de Filosofía en la Universidad de Zaragoza. Especialista en Jean Paul Sartre, es autor de dos libros recientes: ‘Deseo de multitud. Diferencia, antagonismo y política materialista’ (2019) y ‘De la vanguardia al cyborg’ (2020). Estos días publica ‘Ochenta sombras de Marx, Nietzsche y Freud. Diccionario de filósofos y filósofas en la senda de la sospecha’ (Plaza y Valdés).

Dice que el libro nace un poco por azar a partir de un texto de Zygmunt Bauman. ¿Por qué es tan importante este pensador en los últimos tiempo, qué claves nos da?

Bauman es un autor que analiza de una manera muy sugerente y precisa nuestras sociedades contemporáneas, la ‘Modernidad líquida’, como él la califica. Pone de relieve las incertidumbres que atraviesan nuestro presente y lo vincula con la influencia de las nuevas tecnologías y con la progresiva desaparición del Estado de Bienestar a manos de un neoliberalismo depredador. Señala, de modo muy acertado a mi modo de ver, el triunfo de la insignificancia, en los dos sentidos que le podemos dar al término.

Una vez que decide hacer el libro, ¿qué quiere ofrecer, una síntesis del pensamiento moderno, su eco en la actualidad, etc.?

Quiero presentar, especialmente a quien no es especialista en filosofía, lo que ha ocurrido en ese campo a lo largo de los siglos XX y XXI, que es mucho e interesante. Pretendo aportar una herramienta para que quien quiera saber, en dos páginas, qué es lo sustancial del pensamiento de María Zambrano o de Michel Foucault lo pueda hacer de manera sencilla.

"Pretendo aportar una herramienta para que quien quiera saber, en dos páginas, qué es lo sustancial del pensamiento de María Zambrano o de Michel Foucault lo pueda hacer de manera sencilla."

¿Por qué sigue siendo importante, no sé si imprescindible, la filosofía en la sociedad, qué nos aporta?

Porque sin ella es imposible entender la realidad. La filosofía nos lanza un mensaje básico: cuidado, las cosas no son como parece, no son evidentes en sí mismas. La filosofía contribuye a cuestionar el sentido común, a poner de relieve, precisamente, su carácter histórico y social, y que lo que a una época le parece de sentido común –tener esclavos, por ejemplo-, a otra le resulta insoportable. Con lo que nos pone sobre la mesa el carácter mutable de nuestros principios, de nuestras verdades. Si somos conscientes de ello, quizá podamos adoptar posturas menos dogmáticas, más abiertas y dialogantes y, sobre todo, entendamos la necesidad de escuchar lo que otros tienen que decirnos.

Asegura que la columna vertebral del libro son Marx, Nietzsche y Freud. ¿Por qué ellos? ¿No es empezar provocando ya?

No crea. En realidad, esa asociación no es nueva, la tríada Marx-Nietzsche-Freud está muy asentada desde que el filósofo francés P. Ricoeur los calificó como los ‘maestros de la sospecha’. No he hecho más que recoger esa idea y darle forma. Creo que no es posible entender el pensamiento del siglo XX sin ellos, que están detrás, juntos o separados, de buena parte de lo que se ha escrito en esta época. De una u otra manera, los tres cambiaron nuestra forma de pensar y pusieron de relieve las insuficiencias de la tradición filosófica. Del mismo modo que a finales del XIX y principios del XX se producen enormes mutaciones en la ciencia o el arte, en el pensamiento se produce un movimiento paralelo del que estos tres autores son la expresión más acabada.

No sé si es un ajuste de cuentas, pero Martin Heidegger parece que sale malparado. Usted contrapone, por ejemplo, su tendencia a la oscuridad con la búsqueda de la claridad de Ortega.

Bueno, no sé si malparado. De él digo que es muy oscuro y que políticamente se colocó del lado del nazismo. Creo que no descubro nada nuevo apuntando estas dos cuestiones. Quizá se me pueda notar el malestar que me provocan los pensadores con voluntad de oscuridad, cuyos textos resultan tan herméticos que obligan a una constante exégesis de cada una de sus palabras. Desde luego, me quedo con lo que reclamaba Ortega, claridad, que él entendía como la cortesía del filósofo. Estoy convencido de que hasta las cosas más complejas pueden, y deben, ser explicadas con palabras sencillas. No comparto la fascinación por lo esotérico que cultivan ciertos lectores y estudiosos de la filosofía.

Hablemos de Ortega y sus discípulos. ¿Qué le debemos a Ortega?

"Sin filosofía es imposible entender la realidad. La filosofía nos lanza un mensaje básico: cuidado, las cosas no son como parece, no son evidentes en sí mismas. La filosofía contribuye a cuestionar el sentido común, a poner de relieve, precisamente, su carácter histórico y social"

Mucho más de lo que le reconocemos. En este país en el que hay gente que se apresura a envolverse en una bandera existe un enorme menosprecio hacia nuestra propia producción. Leemos cualquier memez que nos venga de fuera –Byung Chul Han podría ser el último ejemplo- pero desconfiamos profundamente de lo que aquí se escribe. Ortega es un filósofo enorme que creó una escuela con nombres deslumbrantes como María Zambrano, Xavier Zubiri, Juan David García Vacca. A pesar del franquismo, el impulso de Ortega y Gasset fue tal que en esos años oscuros podemos hablar de un esplendor de la Filosofía española, ya se hiciera dentro de España o en el exilio. Ortega, que mantuvo una estrecha relación con Heidegger, dijo muchas cosas muy interesantes y de una manera comprensible.

De él asegura que su apuesta fundamental es su reflexión y apuesta por la vida. ¿No debía ser la de todos?

Debería, claro, pero no es el caso. Por eso hablo de esoterismo, porque hay veces que no sabemos de qué se nos está hablando. El pensamiento no puede ser entendido al margen de la vida. Marx decía que “es la vida la que determina la conciencia” y Ortega hablaba de la ‘razón vital’, una razón que no es abstracción, sino que se contamina con lo que acontece. Pero a lo largo de la filosofía ha habido mucho odio a la vida. Fíjate que a quien solemos colocar, a mi modo de ver equivocadamente, como origen de la filosofía, Platón, sustenta su pensamiento en menospreciar el mundo sensible y el cuerpo, es decir, aquello que nos vincula con la vida. Y así se hace dominante una tradición, la idealista, en la que el alma y las esencias inmateriales tienen siempre la última palabra frente al cuerpo y la naturaleza.

Juan Manuel Aragüés publica un libro sobre filósofos.
Juan Manuel Aragüés reivindica la importancia de la filosofía española.
Javier Belver.

¿Por qué parece tan importante Francia en el pensamiento? Hay muchos filósofos franceses, hasta el joven Onfray. Premio Cálamo. ¿Piensan mejor los franceses, han impregnado mejor la sociedad?

Se debe a varios factores. Uno, y no el de menor importancia, es que Francia, a diferencia de lo que ocurre en España, valora enormemente lo que producen sus pensadores. No solo lo valora, sino que lo ensalza de tal modo que sus ecos se expanden por todo el mundo. Por decirlo de una manera llana, saben vender muy bien su producto, de tal modo que no solo nos llegan las grandes figuras, sino, en ocasiones, figuras menores. Por otro lado, es indudable que Francia tiene una tradición de pensamiento muy potente que se remonta a los orígenes mismos de la Modernidad, de la que consideramos a un francés, Descartes, como padre fundador. Pero yo creo que hay un elemento diferencial con otros lugares, la enorme potencia de la cultura francesa en general, que ha alimentado a su filosofía contemporánea. En Francia las fronteras de los saberes se borran con mayor intensidad, lo que favorece contaminaciones que enriquecen la reflexión. Colocamos bajo el epígrafe de filósofos a autores que no desdeñan introducir la reflexión sobre la literatura, el cine, la ciencia, y eso tiene unos resultados, a mi modo de ver, magníficos.

Hablemos de las mujeres. No llegan al 20%. ¿Qué lugar ocupan en la historia del pensamiento y en su propia percepción?

Cierto, pero imagine si en lugar de un diccionario del XX-XXI hubiera presentado uno del XIX, o del XVII. El paso del tiempo promueve la presencia de mujeres en más ámbitos, hasta el punto de que si nos referimos al porcentaje de autores que cito y que están vivos, el de pensadoras asciende al 40%. Esto me parece una magnífica noticia porque supone incorporar al debate a una parte de la sociedad que, históricamente, había estado excluida.

Hablemos de algunas: Arendt, Simone de Beauvoir, Simone Weil, tan amada y admirada por Ramón J. Sender, María Zambrano... ¿Están presentes, ha calado su pensamiento?

Sin ninguna duda. De Beauvoir dio un decidido impulso al feminismo, sobre cuya actualidad sobran las palabras; Weil y Arendt son dos autoras muy trabajadas en la actualidad en el ámbito de la filosofía política y María Zambrano, con su ‘razón poética’, es uno de los nombres más potentes de la filosofía española contemporánea.

Desconcierta la presencia de Lenin entre los filósofos. ¿Es pasión personal o realmente considera que, más allá de su peso social y político, y de sus grandes contradicciones, merece un sitio aquí?

Nada hay de pasión personal, la verdad. Pero me parece que alguien con una obra tan extensa y títulos como ‘El Estado y la Revolución’ o ‘Materialismo y empiriocriticismo’, entre muchísimos otros, que tanto han influido en el pensamiento político del XX, tenía que estar. Otra cosa es que su discurso haya envejecido, sin ninguna duda, pero también hay que recordar la enorme influencia que tuvo en muchos partidos políticos de la izquierda radical en la transición española.

"José Luis, en su muy variada obra, aborda la cuestión de la diferencia, central en el pensamiento contemporáneo, y aboga por la imaginación como una herramienta política de primer orden. Para mí es una de las voces más autorizadas de nuestro presente y uno de los mejores novelistas del país".

Si no me equivoco, el único aragonés es José Luis Rodríguez García. Destaca de él su apuesta por la diferencia y la imaginación.

De adopción, porque José Luis es de León. Y aún no le hemos hecho hijo predilecto ni nada de esas cosas, sorprendentemente. En efecto, José Luis, en su muy variada obra, en la que encontramos textos filosóficos, pero también literarios, aborda la cuestión de la diferencia, central en el pensamiento contemporáneo, y aboga por la imaginación como una herramienta política de primer orden. Para mí es una de las voces más autorizadas de nuestro presente y uno de los mejores novelistas del país.

¿Para quién está pensado el libro? ¿Cuál diría que podría ser su utilidad?

El libro va dirigido a un público amplio, personas con curiosidad que no tienen por qué saber nada de filosofía. Me he esforzado en utilizar un lenguaje claro para que cumpla esa función. Pero creo que también puede ser útil para quien ya conoce ese mundo pero que, evidentemente, no tiene información sobre tantos y tan variados autores.

No sé si ha barajado en algún momento poner una selección de aforismos o de frases. Le pediría una frase, un principio, un aforismo de cinco filósofos que le parezcan importantes.

Por su belleza, una de Sartre: “La libertad es la textura de mi ser”. Walter Benjamin, con su mirada desencantada sobre el presente, nos recuerda que “ni los muertos estarán seguros ante el enemigo si es que este vence. Y ese enemigo no ha cesado de vencer”. Jesús Ibáñez, cuando señala que “el sujeto es el objeto mejor fabricado por el capitalismo”. Silvia Rivera Cusicanqui, cuando propone “corazonar y pensar en común”. Y Adorno y Horkheimer cuando se preguntaban por el “coste de la felicidad de los felices”.

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