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Raúl C. Maícas: "Vargas Llosa tiene una clarividencia y una fluidez oratoria impresionantes"

El director de 'Turia' habla de Teruel, de la publicación, de 37 años de apuesta por la cultura, de sus diarios literarios y de la pandemia

Raúl Carlos Maícas habla de 'Turia'.
Raúl Carlos Maícas reside en Teruel y hace una de las mejores revistas del país.
Antonio Garcia.

¿Qué tenía Teruel de especial para el niño que usted era?

Con Teruel mantengo una relación complicada, contradictoria. Este gigantesco islote, hermoso, solitario y despoblado del interior de España es un territorio difícil, tanto por el paisaje como por el paisanaje. Capaz, como ocurre con todos aquellos lugares a los que uno se vincula de verdad, de darte lo mejor y lo peor de la condición humana, de la naturaleza, de la civilización o de la ausencia de ella. Aunque hay días y épocas, lo confieso, que tiene uno el depósito de las convicciones casi vacío, el motor anímico agotado y pocos estímulos externos para seguir batallando contra la inercia, el inmovilismo, la injusticia, la falsa vida fácil o la permanente tentación de la huida. Pese a todo, aquí estoy.

Bueno, sigue ahí, hiperactivo.

Sigo, como Sísifo, porteando esa enorme piedra llamada Teruel a la búsqueda de una salida digna. De un destino, no sé si personal o colectivo, que sea algo más que descenso a los infiernos, al fracaso, a la derrota final, a la nada. No sé si existe algún paraíso para las gentes como nosotros pero necesito creer que sí y que, como dijo Machado, se hace camino al andar.

"No sé si existe algún paraíso para las gentes como nosotros pero necesito creer que sí y que, como dijo Machado, se hace camino al andar"

¿Cómo surgió la idea de crear la revista ‘Turia’?

'Turia' ha sido, es y será para mí un proyecto de vida. Una suerte de sacerdocio laico. O, como dice el diccionario de la RAE, una “consagración activa y celosa al desempeño de una profesión o ministerio elevado y noble”. Llevaba desde los 15 años escribiendo y publicando en los periódicos, y también me había involucrado en numerosas iniciativas culturales y literarias. Por tanto, canalizar esas inquietudes hacia la creación de una revista parecía algo natural, inevitable, deseado. De ahí que fundara 'Turia' en 1983.

Eso quiere decir que quería quedarse en Teruel.

Me ilusionaba quedarme aquí y trabajar para que esta provincia del interior de España fuera capaz de sacar adelante una publicación periódica integradora, abierta y cosmopolita. Un proyecto cultural atento a lo universal y a lo local. Es un modelo de revista que, en aquel momento, también se llevó a cabo en otros lugares. Recuerdo ahora la admirable 'Los Cuadernos del Norte', que impulsó Juan Cueto en Asturias y que sólo duró unos años o 'Barcarola' en Albacete, que todavía sobrevive. Que 'Turia' continúe hoy, 37 años después, es un milagro. Máxime porque las revistas culturales en España son, habitualmente, empresas frágiles y de vida breve. Quizá el tesón de quienes la promovemos y la complicidad de muchas personas y entidades en un proyecto que se define abierto e integrador, hayan sido algunos de los motivos fundamentales para conseguir esta insólita longevidad. Aun así, hoy como ayer la revista tiene una mala salud de hierro y requiere de un esfuerzo permanente para asegurar su viabilidad económica.

Van casi 40 años. ¿Quiénes fueron los personajes claves para que el proyecto fuera adelante?

'Turia' no existiría sin el impulso inicial del escultor Pablo Serrano. Él fue mi primer gran apoyo. Nunca olvidaré su sensibilidad hacia los que, en aquellos años 80, empezábamos a batallar en el ámbito de la cultura. Lástima que falleciera poco después de iniciada la que luego ha sido larga trayectoria de la revista. Seguro que le hubiera gustado vivirla. Serrano logró lo que parecía imposible: convencer al entonces alcalde de Teruel, Ricardo Eced, para que el Ayuntamiento financiara la revista cultural que promovía un entonces joven de 21 años con un objetivo ambicioso: poner a Teruel en el mapa cultural español. Luego, gracias a Gonzalo Borrás e Isidoro Esteban, la revista se integró en el Instituto de Estudios Turolenses y tuvimos ya una cobertura administrativa y legal estable para nuestro trabajo. Además de los citados, y a nivel de contenidos, durante aquellos primeros años el entusiasmo, la capacidad y los contactos de Ana María Navales conseguirían llevar a la práctica los temas y autores que se planteaban en nuestras reuniones. Sin ella no habría sido posible llevar a cabo, desde el comienzo, esos sumarios tan atractivos.

"Que 'Turia' continúe hoy, 37 años después, es un milagro. Máxime porque las revistas culturales en España son, habitualmente, empresas frágiles y de vida breve"

Cuando mira hacia atrás, cuando se enfrenta a tantos números ya de la revista, ¿qué piensa, cuál es el balance, de qué se siente especialmente orgulloso?

Haber sido capaz de editar 40.000 páginas y publicar a más de 1.000 autores durante casi cuatro décadas produce vértigo y una emoción inmensa. Es un compromiso y una responsabilidad que anima a seguir trabajando, a vencer las dificultades cotidianas. Que estimula a continuar peleando por que este proyecto de mestizaje cultural continúe ofreciendo buenas lecturas a buenos lectores en español de cualquier lugar del mundo. Antes sólo en formato en papel y ahora también con una versión digital que goza del favor de más de 10.600 seguidores. Y, como santo patrón laico de esta aventura siempre está la figura y la obra de Luis Buñuel, verdadero protagonista de más de 1.000 páginas y de varios monográficos que hemos presentado desde Nueva York hasta en Ciudad de México.

La publicación siempre ha mirado hacia Teruel y hacia Aragón. ¿Cuál serían para usted algunas de las revelaciones de los ‘Cuadernos turolenses’?

- En 'Turia', la labor de investigación y divulgación sobre nuestros temas y autores siempre ha sido una prioridad y se ha canalizado a través de dos secciones fijas “Cuadernos Turolenses” y “Sobre Aragón”. Hemos sido pioneros en tratar multitud de asuntos y protagonistas, siempre con rigor pero con una clara vocación difusora. Hay demasiadas lagunas, demasiados olvidos. En ocasiones interesados, en otras por pura desidia. Nos falta autoestima. Por eso, hemos redescubierto a nombres propios que dejaron huella como nuestros paisanos Jerónimo Lafuente, Domingo Gascón, Nipho, Víctor Pruneda, Antonio Cano o Antonio Maenza, entre otros. También hemos hablado, con claridad y solvencia, del maquis gracias a un trabajo que fue pionero del profesor Gaudioso Sánchez Brun, por ejemplo.

Raúl Carlos Maícas habla de 'Turia'.
1985. Presentación de 'Tuira' con Raúl Carlos Maícas, José-Carlos Mainer, Ricardo Eced y Ana María Navales.
Archivo Turia.

Han hecho muchos ‘Cartapacios’, que son monografías donde esta casi todo. Y a veces de 200 páginas. No nos caben aquí todos, pero si querría saber de cuáles se siente especialmente satisfecho.

Cada monográfico, cada 'Cartapacio' de 'Turia' ha sido una aventura ilusionante y enriquecedora. Sin duda, hemos conseguido reunir en ellos textos que son ya contenidos intemporales y un tesoro para todos aquellos lectores que quieran conocer a fondo a un autor y su obra. Entre los últimos presentados, me emocionó el calor y la complicidad que obtuvimos en el dedicado a la escritora polaca y Premio Nobel Wislawa Szymborska, con un salón de actos de la Biblioteca Nacional repleto de un público interesado. No me sorprende que sea uno de nuestros números agotados. Tampoco olvidaré nunca la presencia en Teruel de José Manuel Blecua, entonces director de la RAE, junto a Soledad Puértolas, para apoyarnos con motivo de presentar el número 100 de 'Turia' que habíamos dedicado a la escritora zaragozana. Y, si hablamos de presentaciones multitudinarias de esos 'Cartapacios', no puedo dejar de citar la que realizamos en el Instituto Cervantes de Nueva York a propósito de Luis Buñuel, con una intervención magistral de Emilio Cassinello; o las memorables y exitosas que tuvieron lugar en el IVAM de Valencia sobre Max Aub o en el Palau Macaya de Barcelona, sobre Dalí escritor. Por cierto, que el primer 'Cartapacio' agotado de 'TURIA', y es todo un símbolo, fue el que protagonizó uno de nuestros más celebrados y prestigiosos colaboradores: el escritor chileno Roberto Bolaño.

Raúl Carlos Maícas habla de 'Turia'.
'Turia' en el Instituto Cervantes, ante la Caja de las Letras.
Archivo Turia.

¿Qué le aportó la presencia de Ana María Navales, codirectora con usted durante muchos años?

Sin Ana María Navales no se entiende el desarrollo y la consolidación de TURIA como una revista cultural independiente y de calidad. Siempre nos unió la pasión por la literatura y las ganas de hacer visible un proyecto surgido en Aragón que buscaba tender puentes entre los creadores pero con una mirada amplia, plural, sin chauvinismos ni tópicos. Durante más de veinte años trabajamos intensamente para conseguirlo. Ya no soy aquel joven agitador cultural que fundó una revista y que encontró en Ana María Navales, en su experiencia y contactos, el instrumento adecuado para dar cauce a sus ideas y proyectos, pero siguen intactas mis ganas de demostrar a través de 'Turia' que hay vida más allá de las dos grandes capitales de la cultura española, Madrid y Barcelona.

En este período habrá conocido a muchos escritores y artistas. ¿Quiénes serían los tres o cuatro que le han dejado una huella especial, vital, emotiva, literaria?

Es difícil, y quizá también injusto, hablar sólo de unos pocos cuando el secreto de esta larga trayectoria de 'Turia' ha sido la capacidad de reunir, en cada sumario, a autores muy diversos tanto estética como ideológicamente. Si he de citar alguno, más allá de los muchos años trabajando junto a Ana María Navales, quede también constancia del apoyo siempre generoso que obtuve de José Luis Borau, grandísimo lector y que fue uno de nuestros más veteranos y entusiastas suscriptores. Pero la lista de complicidades obtenidas a lo largo de estas casi cuatro décadas es amplia y reconforta en los momentos de dificultad. Y en ese ámbito de los afectos compartidos estarían también creadores como Soledad Puértolas, Claudio Magris, Rafael Chirbes, Luis Mateo Díez, Luis Alberto de Cuenca, José María Conget, Luis Landero, Mercedes Monmany, César Antonio Molina, Javier Gomá, Eloy Tizón, Enrique Andrés Ruiz, Juan Manuel Bonet, Manuel Rico, Agustín Sánchez Vidal, Javier Lostalé, Manuel Arranz, Ángel Alcalá o Antonio Saura, por nombrar a algunas de las personas que me han demostrado su aprecio y con las que he tenido gran complicidad. Además, en el ámbito del periodismo cultural, habría que citar a Juan Carlos Soriano, Juan Domínguez Lasierra o, más recientemente, Fernando del Val.

"Ya no soy aquel joven agitador cultural que fundó una revista y que encontró en Ana María Navales, en su experiencia y contactos, el instrumento adecuado para dar cauce a sus ideas y proyectos" 

¿Alguien más?

Otra de las mejores experiencias que he disfrutado en estos años ha sido compartir una tarde con Mario Vargas Llosa en su casa de Madrid para entrevistarlo y preparar el monográfico que le dedicamos y cuya publicación coincidió con la merecida concesión del Premio Nobel. Llegué inquieto y salí deslumbrado. Gana mucho en las distancias cortas y tiene una cortesía, una clarividencia y una fluidez oratoria impresionantes.

Raúl Carlos Maícas habla de 'Turia'.
Palacio de la Aljafería, 2014. Se presenta el monográfico dedicado a Benjamín Jarnés. Soledad Puértolas en primer término. Algo más allá, Pilar de Yarza, entre Manuel García Guatas y Juanjo Vázquez..
Archivo Turia.

En la revista, ha publicado sus diarios por entregas. ¿Por qué ha elegido ese género?

Dice Luis Landero que todos tenemos nuestro escaparate y nuestra trastienda. Por tanto y desde esa perspectiva, 'Turia' sería fruto de mi compromiso público con la creatividad y la acción cultural y escribir un diario es mi pasión secreta. Es un género que me gusta como lector y en el que me encuentro muy cómodo. Tampoco mi vida laboral y personal me permitiría otras dedicaciones más intensas y prolongadas como las que requiere la novela.

¿Cómo ha equilibrado la confesión, los rasgos de tu propia vida, sus impresiones, con la mirada intelectual, el análisis de la cultura?

Mis diarios son una especie de calendario sin fechas. Cada uno de mis textos diarísticos tiene vida propia, puede ser leído sin tener en cuenta al resto. Se adaptan bien a esta vida estresante que llevamos casi todos, permiten dedicar a la lectura unos pocos minutos o un tiempo más largo. Son, como diría Carmen Martín Gaite, un cuaderno de todo. Llevar un diario, o leer los que escriben otros, es ideal para esta época de vértigo vital, de precariedad, que padecemos a todos los niveles. Sobre la liturgia y los motivos de llevar un diario he reflexionado mucho.

"Siguen intactas mis ganas de demostrar a través de 'Turia' que hay vida más allá de las dos grandes capitales de la cultura española, Madrid y Barcelona"

¿A qué conclusiones ha llegado?

En 'La marea del tiempo' ya expliqué que los diaristas trabajamos desde la escritura para cambiar las cosas, o cuando menos, para que nuestra salud artística e intelectual no naufrague en la ciénaga de la realidad, de la sumisión o en el nihilismo más improductivo. Además, nadie mejor que el escritor de diarios para contarnos cómo se ve y cómo nos ve. Porque, frente a la temeridad de guardar silencio o zambullirse sólo en la narración de mundos imaginarios del ayer o del futuro, nada mejor que la escritura del diario para explicar la vida y trascenderla.

¿Cómo ha vivido, cómo está viviendo, la pandemia desde Teruel?

Una crisis de salud global como la que está provocando este maldito coronavirus es un drama humano que debe movernos a una reflexión profunda sobre nuestro presente y nuestro futuro. Más allá de las tragedias, de la ansiedad, del miedo y la incertidumbre que todos tenemos, esta crisis debe servirnos para resetear nuestro rumbo personal y colectivo. De lo contrario, la siguiente prueba que es el cambio climático tendrá unas consecuencias aún más dramáticas. Y no seremos capaces de superarlas. La pandemia confirma que somos muy vulnerables si hacemos mal nuestra tarea pero debe ser un acicate para trabajar nuestras fortalezas y combatir nuestras debilidades. Sólo así saldremos adelante, ya residamos en Teruel o en Buenos Aires.  

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