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Víctor Mira, la pintura como potro de tortura

La impactante y obsesiva imaginería de los ‘Antihéroes’ del pintor aragonés se exponen en la galería A del Arte

Víctor Mira y sus 'Antihéroes'.
Visión panorámica da la muestra.
Mariano Santander.

Matisse dijo que él entendía la pintura como un sillón donde reposar. La cuestión de la pintura en Víctor Mira se parece más a un potro de tortura. Esa imagen del potro de tortura o del camastro de hospital se impone, del modo más explícito en sus 'Antihéroes'. Desde sus 'Hilaturas' de los años ochenta, Víctor Mira utilizó una serie de personajes o arquetipos que funcionaron como 'alter egos': caminantes, crucificados, estilitas. Los antihéroes fueron otros de estos personajes, pero conviene interpretarlos de un modo algo distinto, porque aunque no dejan de representar al artista, pienso que plantean un discurso sobre la condición humana en general, en la que se mezclan el Valle de Lágrimas cristiano, la memoria del Gulag, o la escenografía de 'Final de la partida' de Samuel Beckett, con sus personajes acomodados en cubos de basura. 

A diferencia de los estilitas, los antihéroes no se aíslan por su voluntad sobre una columna, desde donde ver el espectáculo del fin del mundo; a ellos, más bien los recluyen a su pesar en establecimientos lóbregos que no sabemos si son hospitales o cárceles. También sucede que los vemos multiplicarse, clonarse. Son una sociedad, un falansterio obsceno. Ni tan siquiera pueden disfrutar de la soledad. Estos antihéroes aparecen en la obra de Víctor Mira a comienzos de los noventa, como verdaderos elementos provocadores en lo estético, porque ese era en un tiempo en que se planteaba cierta asepsia, incluso en la emulación de la pornografía (Jeff Koons, etc.), y Mira sorprendía con escultopinturas de barro, tela metálica, paja, con los que confeccionaba personajes rellenos como un mal colchón, pero a los que se negaba cualquier comodidad para su encamamiento. Despatarrados sobre jergones o tablas, vienen a ser peleles a los que ni siquiera ventilamos por los aires.

Estos personajes tienen mucho que ver con el Víctor Mira escritor. Su dedicación no fue anecdótica. Es autor de dietarios y ensayos polémicos, de poesía, y también de teatro. Se han publicado tres obras de teatro suyas. Y una de ellas se titula 'Antihéroes'. Se estrenó en Alemania (donde vivía el artista) el año 2002, y Félix Martín con el grupo aragonés Luna de Arena la montó ese mismo año en España, en la feria ARCO, en Madrid. En 2003 el mismo grupo la representó en Zaragoza, en el Museo Pablo Serrano. Allí es donde tuve la ocasión de verla. El planteamiento dramático era tan claustrofóbico como el plástico, la existencia se representa como un pudrirero. La supervivencia es una cuestión de picaresca. Sólo el humor ilumina la vida intermitentemente.

'Antihéroes' de Víctor Mira.
Una de los gouaches sobre papel del artista, de 1998.
A del Arte / Víctor Mira.

Antes de estrenar esa obra de teatro, pero no sé si antes de escribirla, Víctor Mira produce una importante serie de gouaches sobre papel, de 45x50 centímetros, y unos pocos óleos sobre cartón, algo más grandes, 80x100, con sus antihéroes como protagonistas. Están fechados entre los años 1997 y 98. Estas obras son el núcleo de la exposición abierta en A del Arte. No es la primera vez que se exponen, se vieron ya en 2004-2005 (Zaragoza Gráfica y Diputación de Huesca), pero es bueno volver a verlas, pasado el tiempo, digerido el suceso traumático que supuso lo muerte de su autor. Y es importante aprovechar la circunstancia de que la serie se haya mantenido unida hasta la fecha.

Este tipo de trabajos, cuidadosamente elaborados, sorprendentemente ilustrativos, son parecidos en su factura a otros papeles de las series 'Moods' o 'Caperucita Roja', y contrastan radicalmente con las cualidades matéricas de los antihéroes escultopictóricos. (Podemos comprobarlo en la misma galería, donde se exhibe un ejemplo de esos otros 'Antihéroes'). Los papeles proporcionan sin embargo una versión pormenorizada y visionaria del mismo Purgatorio. 

Ese detalle ingenuo con que están reproducidos los lechos, con sus tableros y sus clavos, o las lámparas resulta extrañamente conmovedor. La lógica ilustrativa se utiliza descaro y despreocupación, como si Víctor Mira fuera un Félicien Rops o un Max Klinger, un simbolista aplicado en el dibujo a la hora de materializar sus perversiones. Aunque el mundo del aragonés excluye la exquisitez de los decadentistas. Este es un simbolismo nada aristocrático. Como en la serie 'Moods', la figuración ilustrativa sirve para convocar una realidad dentro de otra. Estos durmientes y larvarios personajes trabajan en soñar, y su imaginación se materializa sobre ellos. En algunos de los cabeceros de sus antihéroes Mira aprovecha para autocitarse, con referencias a otras series, a otras obsesiones. Y no terminamos de saber si los antihéroes sueñan al pintor o viceversa.

LA FICHA

‘Antihéroes’. Pinturas de Víctor Mira. Galería A del Arte. C/ Fita, 19. Hasta el 29 de mayo.

*Alejandro Ratia es comisario de exposiciones y crítico de arte, así como escritor. Es autor de 'Biedermeier' y 'El sol de Heráclito'.

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