gastronomía

El bar de Zaragoza junto a la puerta del Carmen donde suena el piano en directo

Ragtime, que abrió sus puertas hace casi cuatro décadas, mantiene la esencia del primer día con clientes como el pianista Domingo Belled, de 91 años.

Ragtime, un bar al calor del jazz en Zaragoza.
Ragtime, un bar al calor del jazz en Zaragoza.
Oliver Duch

Zoel García de Galdeano fue un pamplonés de números considerado "apóstol de la matemática moderna". En Zaragoza, ciudad donde murió hace casi un siglo, tiene una coqueta calle en el entorno de la puerta del Carmen. A la sombra de sus árboles se descubre un clásico de las noches para varias generaciones de zaragozanos: Ragtime.

Jesús Laboreo es el alma de este establecimiento desde que lo fundó en 1987. Sus puertas de madera, de un edificio desaparecido de la calle de Josefa Amar y Borbón, evocan a la palabra 'hogar'. Cuando se cruzan esta idea se reafirma con los sillones de enea y la cálida luz. Es una cápsula del tiempo de los años 80.

Desde entonces cuenta con unos fieles clientes: un grupo de música que están inmortalizados en una fotografía antigua que se esconde tras los cristales de un armario. No se ha perdido ni una sola noche desde abrió hace casi cuatro décadas. Ese mueble, al igual que el botellero tiene un especial sabor: eran los armarios de una tienda de encurtidos de la calle de San Jorge.

A la entrada, sobre un coqueto mueble de madera y mármol se luce el cariño de los clientes, que a lo largo de los años le han regalado al Ragtime postales de sus viajes o de sus lugares de origen. Esos recuerdos se combinan en las paredes con obras de reputados artistas, como Jorge Gay.

Ragtime es un bar atemporal que no ha pasado de moda, con la música como hilo conductor. Una batería y un piano neoyorquino de en torno a 100 años se descubren al fondo del local. Los clientes continúan acariciando sus teclas, como Domingo Belled, pianista aragonés de 91 años que se sienta en el taburete cada fin de semana. "Es un punto de encuentro en el que estoy muy a gusto", dijo en una entrevista a HERALDO hace unos años.

Belled nació en 1933 en Pina de Ebro, de donde es hijo predilecto, y comenzó a tocar el piano con 15 años. Y no lo ha dejado. La música la conoció en el Colegio de Infantes del Pilar, donde estuvo un lustro como infantico, y se formó con José Borobio, director de la banda del Hogar Pignatelli. Así, acabó tocado en el Café Alaska con un cuartero y actuó en TVE.

De Madrid, viajó a Suiza, Marruecos, Portugal, Alemania, Austria, Dinamarca, Suecia, Finlandia, Países Bajos... Precisamente, en esta nación residió unos 50 años, primero en La Haya y luego en Alphen aan den Rijn. A lo largo de sus años ha tocado en importantes ciudades y ha acompañado la voz de artistas como Carmen Sevilla y ante Margarita de Dinamarca o Juliana y Beatriz de los Países Bajos. Su vida se reflejó el año pasado en un filme documental de Fernando Vera que se titula 'Vivir girando'.

Una historia que comenzó en el Bar Bonanza

Jesús Laboreo, al frente de este bar desde sus inicios, estudió Filosofía y Letras, trabajó en de friegaplatos en Londres y un día, casi por casualidad, pasó al otro lado de la barra del emblemático Bar Bonanza. "Allí aprendí la cuestión de trato, un espacio donde cualquiera pudiera estar bien, solo o acompañado, leyendo un libro, escuchando música, conversando…", recuerda. Y en 1987 decidió abrir Ragtime, un establecimiento con cierto aire a pub inglés. El lugar para este "refugio", como lo sienten muchos clientes, fue la singular calle de García Galdeano.

Las cervezas y combinados se apoyan sobre la barra de madera y azulejos andaluces. "La cerveza entre semana es lo que más se pide, de diferentes texturas, de importación… como los grifos de Guinness y Murphy's", apunta Laboreo. Entre las botellas de todo tipo se asoma una curiosa colección de campanas que también le han ido regalando los clientes.

Ragtime, un bar al calor del jazz en Zaragoza.
Ragtime, un bar al calor del jazz en Zaragoza.
HTV
"Hay historias que son indescriptibles"

Como las bebidas y sus característicos posavasos, las vivencias de casi cuatro décadas se apoyan sobre la barra. "Hay historias que son indescriptibles", valora Laboreo. "Los clientes escriben la vida de un bar", dice Jesús. El Ragtime ya es "intergeneracional", ya que en sus mesas se han sentado, al menos, dos generaciones. Todos ellos han contribuido a crear una "magia espontánea".

"Cada día, la hostelería empieza y acaba de nuevo"

Belled, que actualmente vive en una residencia cercana, valora que Jesús le deje tocar el piano y aprecia el ambiente y las personas que van a escucharle. Así, la música se mueve entre las mesas amarmoladas y las sillas de enea. En un bar con ese nombre, no podía faltar el ragtime y en general el jazz. "Tete Montoliu, seguramente el mejor exponente español de este género, decía que no hay que entenderlo, sino que trata de gustar y acompañar", recuerda Laboreo.

"Cada día, la hostelería empieza y acaba de nuevo", reflexiona Jesús. Y cada día, como desde hace 37 años, el Ragtime recibe a sus parroquianos habituales, pero también a nuevos clientes, que descubren este "refugio" de la noche zaragozana. 

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