gastronomía

La comida precocinada, de algo "mal visto" a una solución ante la falta de tiempo

La comida precocinada y preparada ha cambiado, tanto en contenido como en la apreciación por parte de la sociedad.

Anuncios de platos precocinados en Sepu del paseo de la Independencia, a principios de los 70.
Anuncios de platos precocinados en Sepu del paseo de la Independencia, a principios de los 70.
Archivo Heraldo de Aragón

El aroma de los ingredientes envolviendo la cocina y el sonido del 'chup chup' de la olla contrasta con el silencio de otras, donde solo perturba la campanita del microondas. Cuando se abre el electrodoméstico se descubre si la comida es lasaña, pollo asado o bocados asiáticos.

La comida precocinada llegó hace décadas a la sociedad, pero donde ahora se ve una oportunidad en los orígenes no era así. "Estaba mal visto", señala Conchita Polo, una zaragozana que muestra sus recetas en Tik Tok. Lo primero que recuerda es el puré de patata en escamas. "Lo he redescubierto ahora porque he visto que es más sano de lo que pensaba", confiesa Pedro Malo, su nieto.

La falta de tiempo conduce a algunas propuestas, como las ensaladas en tarrina, como le pasa a Malo. En cambio, su abuela se decanta por la lechuga, la escarola o las endivias, que todavía recuerda cuándo las comió por primera vez. Lo mismo ocurre con el arroz, mientras que él lo compra en vasitos para calentar en el microondas, Conchita lo cuece. Ahorrarán tiempo, pero estos productos se notan más en el bolsillo. Hay excepciones, ya que Pedro prefiere cocinar la legumbre seca, en lugar de comprar botes. "Me gusta porque aguanta bien para el 'batch cooking'", valora el joven.

"Los envases al vacío de callos cocidos, solos o con tomate, se venden bien, sobre todo, para los más jóvenes, para llegar y calentar"
Olga Romeo está la frente de Pollería Olga, en el Mercado Central de Zaragoza.
Olga Romeo está la frente de Pollería Olga, en el Mercado Central de Zaragoza.
Guillermo Mestre

Los mercados tradicionales se han adaptado a las nuevas necesidades y combinan los productos de siempre con elaboraciones que triunfan. "Los envases al vacío de callos cocidos, solos o con tomate, se venden bien, sobre todo, para los más jóvenes, para llegar y calentar", apuntan en el puesto de Menuceles Mercedes del Mercado Central. La esquina de las croquetas y hamburguesas ya formadas de Pollería Olga acapara muchas miradas de los jóvenes.

Caracoles para calentar y comer

Los caracoles serán lentos en su camino, pero dividen rápido a la sociedad, como tantos otros productos. Hermanos Mené, del barrio de Montañana de Zaragoza, proponen una alternativa limpia y rápida: unas bolsas con caracoles listos para calentar y comer. "Proceden de granjas del norte de Europa, que llegan secos y purgados", explica Alejandro Mené, gerente de la empresa.

Caracoles en bolsa, listos para calentar en el microondas y comer.
Caracoles en bolsa, listos para calentar en el microondas y comer.
Montañés

"Nosotros los cocemos, igual que se hace en casa, y después se pueden añadir a la sartén con tomate, en un cocido o comer con cualquier salsa –agrega Mené–. Tan solo hay que lavarlos para quitarles el líquido que los protege, se ponen en un bol y se calientan en el microondas". Se pueden encontrar en grandes superficies como Makro, además de más de una treintena de pequeñas tiendas.

En el capítulo de los nuevos sabores, los paladares jóvenes rápido se lanzan a gustos como los vasos de tereyaki, entre otros.

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