gastronomía

De un pueblo de Veneto a Zaragoza: así llegaron los Helados Italianos

Angelo Fuoli se instaló en España hace 90 años, tras haber abierto heladerías en Verona y Parma, pero Aragón no fue su primer hogar en el país.

Helados Italianos, en Zaragoza.
Helados Italianos, en Zaragoza.
Helados Italianos

El inminente verano es sinónimo de helados para muchos paladares, que se afanan en lamerlos antes de que se derritan –o regalen, como también se dice en Aragón–. Estos fríos manjares han sido y son el premio de un buen comportamiento infantil, la excusa para una primera cita y después festejar, un aliciente cuando se pasea con canícula o sedante para un mal trago.

En cucurucho o en tarrina, los sabores son casi infinitos, así como sus combinaciones. Cuesta elegir entre los más tradicionales –como chocolate, turrón o nata– y otras propuestas más rompedoras, que en ocasiones dejan ojipláticos a los indecisos. Pero no todo son helados, los granizados naturales y la horchata también son banderas de este tipo de negocios históricos.

Angelo Fuoli fue un italiano que luchó en la guerra de Etiopía, en la Primera Mundial y llegó a escapar de un campo de concentración. Pero por lo que es conocido en Aragón es por fundar Helados Italianos. La historia comenzó en Verona, donde abrió el primer negocio, después en Parma y más tarde en Alemania. La tensión en Europa a principios del siglo XX le llevó a San Sebastián hace 90 años. "El éxito de la heladería que montó fue tal que la policía tenía que poner orden en la fila", ríe Alfonso, el nieto de Angelo.

Helados con sabor de antaño
Helados con sabor de antaño
Heraldo

Los zaragozanos que veraneaban en la capital guipuzcoana les invitaron a abrir nuevos negocios a orillas del Ebro y un par de años más tarde ya se podían degustar sus helados en el paseo de la Independencia. Así fue cómo Val di Zoldo –el pueblo familiar de los Fuoli– se unió con Zaragoza. No obstante, también probaron suerte en La Coruña, Santander o Madrid.

En los inicios, trajeron la fórmula de una docena de helados. "En los 80 y 90 fue la explosión de posibilidades –recuerda Fuoli–, cuando en el mercado aparecieron nuevas frutas". Sin embargo, ya en el siglo XXI decidieron reducir la carta y en la actualidad manejan unos 45 sabores –que no hacen a al vez–. Después de tantos años sirviendo bolas, conocen bien a los zaragozanos: "En primavera se decantan por las variedades más cremosas, mientras que en verano apuestan por las de frutas".

La oferta de helados en invierno en los Italianos del paseo de la Independencia de Zaragoza.
La oferta de helados en invierno en los Italianos del paseo de la Independencia de Zaragoza.
HA

Hay algunos que se mantienen tanto en la vitrina como en el ‘recordis’ de los ciudadanos. "El de tutti frutti es un clásico, que siempre ha gustado por su colorido y el sabor de la fruta escarchada con un fondo con misterio", cuenta Alfonso. Él, que es la quinta generación heladera de la familia, también ha innovado, por ejemplo con kéfir con garnacha.

En todas las tiendas que se reparten por la ciudad cuentan con obrador y se apuesta por lo artesano y la materia prima de "primerísima calidad: leche fresca y fruta de mercado". Las recetas no son idénticas a las que hacía su abuelo, ya que los tiempos han cambiado y Fuoli se ha adaptado a la evolución del sector. Pero sin renunciar a los emblemáticos granizados u horchata.

"Creo que no hay zaragozano que no haya comido uno de nuestros helados –asegura entre risas Alfonso–. Es emocionante estar presente en la vida de la ciudad desde hace casi 90 años".

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