La "impresionante" cocina de un castillo aragonés
El palacio de Illueca, donde nació el Papa Luna, es una hospedería con un restaurante que apuesta por la comida casera y tradicional que se ha ganado el paladar de los amantes de la figura histórica.
Este martes se cumplieron 600 años de la muerte del Benedicto XIII. Este papa nació en el castillo de los Luna, el palacio de su familia que se encuentra en lo alto de Illueca. El imponente edificio es una fusión de estilos arquitectónicos, como el mudéjar. Entre los lugares más atractivos para los turistas está la Sala Dorada -o Salón del Protocolo- y la alcoba privada de don Pedro de Luna, ambas decoradas con llamativos artesonados de madera.
Tal vez no esté tan adornada como las nobles estancias, pero hay otro espacio que también seduce: "La cocina del castillo es impresionante". Lo exclama Lucía Leal Fábregas, gerente de la hospedería junto a su padre Gonzalo. "¡Es enorme! ¡Unas instalaciones increíbles! ¡Qué cocina profesional! ¡Una pasada!", continúa con un acento gallego que delata su cuna. "Para nosotros es un sueño alcanzado", resume.
La cocina del restaurante Castillo Papa Luna se encuentra en la primera planta y cuenta con zonas "perfectamente divididas", lo que les permite trabajar "sin estorbarse". A su servicio tienen horno, horno de vapor, una plancha de cristal, parrilla, una cámara frigorífica de grandes dimensiones..., enumera Leal.
Todo ello les da muchas posibilidades a la hora de preparar sus propuestas gastronómicas. "La facilidad que te da esta cocina, no la tienes en otras", indica esta hostelera. De lunes a viernes ofrecen un menú de 14 euros: "De primero, platos de cuchara o ensaladas y, después, tenemos carne y pescado". Los fines de semana el precio son 25 euros, con ternasco, paletilla asada o bacalao con alioli gratinado -su "plato estrella", por el que van de propio-, entre otros.
Lucía valora que "no es nada especial, pero gusta porque todo es casero". Además, se pueden degustar raciones, algo que se acostumbra más en el servicio de cenas. "Como buenos gallegos, tenemos el pulpo a feira y zamburiñas, y en invierno ofrecemos caldo o cocido gallego", apunta Leal, que llegó a Aragón hace 6 años.
Hace un mes se instalaron en el castillo, pero antes habían trabajado en el restaurante del convento de Nuestra Señora de la Consolación de Gotor. "Hemos pensado en añadir algo más, pero sin cambiar la base, que es la esencia del entorno familiar con una comida casera en medio de un ambiente desenfadado", lo define Leal.
Aseguran que el público agradece este estilo. Ellos también. "Estamos muy contentos e ilusionados -confiesa Lucía-. El sitio nos encanta y lo más bonito es que los visitantes quedan fascinados con el lugar, la atención, el alojamiento y la comida".
Junto a la cocina se emplaza el antiguo mausoleo, la que fuera la capilla privada del castillo. Es un enclave histórico y el público lo valora: "El 80% de los clientes viene por el Papa Luna y su historia". Tal es así que celebran que llenan el comedor cada fin de semana.