Cancook crece ofreciendo una experiencia más exclusiva
De la mano de los interioristas José Luis Mercadal y Jorge Rillo, se busca que la decoración interactúe con el servicio.
El restaurante Cancook, con su Estrella Michelín y sus dos Soles Repsol, ya está en el centro de Zaragoza. En concreto, en el número 2 de la calle León XIII. Uno llega al local y tiene la sensación de encontrarse a la entrada de un elegante edificio. De alguna forma, es como el envoltorio de un bombón, que es lo que esconde en su interior.
Este jueves abre sus puertas al público y la noche del miércoles tuvo lugar la puesta de largo, a modo de prueba piloto. Las dos cabezas visibles del proyecto, Ramsés González y Diego Millán, invitaron a algunos amigos y familiares a disfrutar de la experiencia. También lo hicieron los responsables de la decoración y el interiorismo, José Luis Mercadal y Jorge Rillo.
“Hemos buscado contrastes de espacios muy distintos –comentaron durante la sobremesa–, generar experiencias no solo con la comida sino con el entorno, de forma que interactúe con el servicio”.
El nuevo Cancook ha crecido de una forma curiosa: yendo a menos, es decir, creando un espacio más exclusivo alrededor de tan solo cinco mesas. Además, hay otra para ocho personas junto a la cocina de I+D a modo de comedor privado. Esa idea de intentar crecer y de ser más con menos también se refleja en los menús. Antes eran tres y ahora son dos: el Gran Menú y el Festival.
Al entrar, los clientes hacen el mismo recorrido que los productos. De hecho, se muestran en un rincón al natural como si fueran una obra de arte. Luego se pasa a la cocina de I+D y a la bodega.
Las más de 500 referencias de vinos son el entorno perfecto para tomar los primeros aperitivos. Sin duda, lo recomendable en Cancook es adentrarse en la opción del maridaje de los menús. Toda una experiencia de la mano de Diego Millán.
Desde esta zona, que se encuentra en la planta baja, se sube de nuevo por una escalera al comedor. Jorge Rillo comenta que este espacio “es casi es un museo de arte”. En él brillan con una magia especial el lucernario y el volumen de una escultura creada por un diseñador anónimo.
Las mesas del comedor son para cuatro comensales, aunque se pueden ampliar si hay algún grupo más grande, pero Diego y Ramsés insisten en la idea de “exclusividad”, de ofrecer una atención en sala cargada de detalles.
Algunos son llamativos como la vistosa vajilla y la cubertería de plata. Del servicio ha desaparecido el carrito de quesos, que se mantiene en el antiguo local de Romareda, donde también habrá otro de infusiones o panes. Este nuevo restaurante, vinculado a Cancook, se llama Es-table y abrirá sus puertas el próximo mes de junio.
En él tendrá mucho protagonismo la sala con elaboraciones como entrantes, steak tartar o postres. “Queremos recuperar el clasicismo del servicio en sala”, explica Diego Millán.
Con estos dos proyectos, su objetivo no es otro que contribuir a que la hostelería zaragozana suba de nivel y, de alguna forma, convertirse en algo así como una escuela de formación por la que pasen y de la que salgan muchos buenos profesionales.
Lo dicho, el nuevo Cancook es un escenario muy especial que a buen seguro va a hacer que suba unos cuantos peldaños más en su ya meteórica ascensión.
