8-m día de la mujer

Mujeres manos a la obra: "Tienes que hacer lo que te guste, es solo un pensamiento de la sociedad que sea un trabajo de hombres"

Ana, Sara, Samira y Rebeca son cuatro jóvenes que estudian en la Fundación Laboral de la Construcción.

Rebeca Castellano, Samira Komate, Sara Almalé y Ana Oliver, alumnas de la Fundación Laboral de la Construcción.
Rebeca Castellano, Samira Komate, Sara Almalé y Ana Oliver, alumnas de la Fundación Laboral de la Construcción.
Francisco Jiménez

Ana Oliver tiene 18 años y una vocación decidida de trabajar en la construcción, un sector que necesita mano de obra y en el que escasea la de jóvenes y más todavía si son mujeres. Cursa un Grado medio de Técnico en Construcción y se plantea seguir estudiando uno superior. Con el resto de sus compañeros, todos chicos, se afana este martes en el trabajo de levantar un muro de ladrillo en el centro de la Fundación Laboral de la Construcción (FLC) de Aragón donde estudia.

Solo un 9% de los 3.500 alumnos que pasan cada año por las aulas del edificio situado en Villanueva de Gállego (Zaragoza) son mujeres. Allí se imparten varios cursos de formación profesional reglada de grado medio, del Inaem y certificados de profesionalidad. "En los casos de cursos sobre programas informáticos para la construcción puede haber un 20% ó 30% de mujeres", explica Vicente Lafuente, gerente de la citada organización, creada por la Confederación Nacional de la Construcción, y los sindicatos UGT y CC. OO. donde se imparten cursos para trabajadores, desempleados y certificados de profesionalidad.

El sector necesita mano de obra, pero no consigue atraer a jóvenes y mucho menos, a mujeres. Hay razones compartidas en ambos colectivos, a las que se unen las culturales que hace que sea uno de los sectores considerados históricamente 'de hombres'. Esta visión va cambiando, pero "muy despacio", reconoce Lafuente, que apunta a factores "culturales" ya que "todavía no se ve bien que la mujer esté en alguna profesión".

Falta de trabajadores en la construcción

Aunque la media de trabajadoras en el sector roza el 10%, calcula que a pie de obra habría un 2% o 3%, porque donde se concentra el empleo femenino es en puestos técnicos y de oficina. La mujer ha entrado en puestos cualificados, como de arquitecta, responsable de prevención o de calidad, pero no en oficios, capataz u oficial. Y hacen falta. "Necesitamos unos 8.000 trabajadores en Aragón para el sector de la construcción", calcula.

"Normalmente la mujer no veía atractivo este sector porque creía que era penoso, pero ahora se está industrializando mucho, cada vez hay más máquinas y la penosidad no es tanta como hace 30 años", explica. Argumento que sirve también para los jóvenes. Hoy en día "no hace falta fuerza bruta". Los sacos de cemento antes eran de 50 kilos y ahora son de 20 kilos, pone como ejemplo. A ello une que se pensaba que era un sector peligroso, pero afirma que se ha hecho un "esfuerzo tremendo" en prevención de riesgos laborales. Otra barrera sería la idea de la "precariedad", de que no es un trabajo que ofrezca una estabilidad ni una carrera profesional.

"Esto afortunadamente va a cambiar porque las empresas están demandando trabajadores cualificados porque las obras han cambiado también", asegura y recalca que los salarios llegan a situarse por encima de otros sectores más buscados como la industria.

Ana Oliver, estudiante de la Fundación Laboral de la Construcción.
Ana Oliver, estudiante de la Fundación Laboral de la Construcción.
Francisco Jiménez
Ana Oliver: "Mi abuelo era 'yesaire' y mi padre delineante, lo he vivido desde pequeña"  

Ana no ve ninguna barrera para dedicarse a trabajar en una obra: "Tienes que hacer lo que te guste, es solo un pensamiento de la sociedad que es un trabajo de hombres". En su caso, ha contado con el apoyo de su familia, que trabaja en el sector. Ella ha seguido la tradición, pero ha sido la primera mujer. "Mi abuelo era 'yesaire' y mi padre delineante, lo he vivido desde pequeña", cuenta, consciente de que "estamos aquí porque otras salieron a la calle". Así, recuerda que "mi abuela no pudo trabajar en su tiempo por ser mujer". De ahí que considere necesario seguir reivindicando un día como este 8-M, para "agradecérselo" a quienes lucharon por la igualdad y porque cree que falta todavía mucho por avanzar.

Rebeca Castellano, alumna de la Fundación Laboral de la Construcción.
Rebeca Castellano, alumna de la Fundación Laboral de la Construcción.
Francisco Jiménez
Rebeca Castellano: "En mi país no piensan que una mujer pueda trabajar en la construcción o llevar una máquina" 

Rebeca Castellano y Sara Almalé estudian el curso de auxiliar de actividades de almacén. En su caso, ninguna esperaba terminar trabajando en algo relacionado con la construcción y la logística, pero están contentas con su decisión. La primera tiene 27 años, estudió Magisterio de Primaria en su país, Nicaragua, y su experiencia laboral en Zaragoza, donde llegó hace seis años, se ha centrado en el sector de la hostelería. Le gusta el trabajo de cara al público, pero pensó en reciclarse a otros empleos que le permitieran conciliar mejor porque tiene un hijo pequeño. "No puedes compaginarlo con otras cosas, como tu vida personal. Se trabaja casi siempre en fin de semana y en salario no se gana como debería, aunque me gusta", apunta. Ella está aprendiendo a manejar una carretilla y se ve trabajando en un almacén. Vino de Nicaragua hace seis años y confiesa que en su país nunca se hubiera dedicado a este sector. "En mi país no piensan que una mujer pueda trabajar en la construcción o llevar una máquina", afirma.

En Zaragoza le llamó la atención ver a una mujer conductora del tranvía o taxista, algo que en su país no se ha llegado. Para ella fue un cambio de mentalidad también, porque confiesa que antes de empezar el curso "no me veía conduciendo una máquina" y en un almacén porque pensaba que sería un trabajo "rutinario", pero asegura que el curso le está gustando mucho porque es muy práctico. "Incluso con familiares y amigos tenemos a veces un poco de choque porque hablan de que la fuerza del hombre y la mujer es diferente y se cree que la mujer no puede llegar a desempeñar este tipo de trabajos", reconoce, para añadir que en el caso de una carretilla "no hace falta ninguna fuerza, es como si llevases un coche".

Sara Almalé, alumna de la Fundación Laboral de la Construcción.
Sara Almalé, alumna de la Fundación Laboral de la Construcción.
Francisco Jiménez
Sara Almalé: "Te metes en cualquier sitio a buscar trabajo y lo que se busca es el carnet de carretillero"

Su compañera de clase, Sara Almalé, de 24 años, ha crecido en ámbitos donde se ha acostumbrado a ser la única mujer. Desde el equipo de fútbol cuando era niña, primero mixto donde era la única, hasta los estudios del grado medio para ser bombero forestal que hizo antes del actual curso de logística solo con otra compañera. "Este lo empecé en febrero como introducción pero le he cogido el gustillo", asegura sobre su formación en logística. Le gusta lo que va aprendiendo de recepción y preparación de pedidos, "lo que se haría en un almacén", cuenta. Cree que puede tener mejores salidas laborales. "Te metes en cualquier sitio a buscar trabajo y lo que se busca es el carnet de carretillero", afirma. 

Su profesor, Alberto Díez, lleva 14 años dando clase y reconoce que al principio había muchos años sin que hubiera alumnas en su clase. "Se nota el cambio, que cuando la mujer va descubriendo sus capacidades paulatinamente se va incorporando, tanto en la construcción como distribución", afirma. "En algún caso vienen con un poco de incertidumbre para ver qué es, pero se dan cuenta en seguida que son capaces de hacerlo", concluye.

Samira Komate, alumna de la Fundación Laboral de la Construcción.
Samira Komate, alumna de la Fundación Laboral de la Construcción.
Francisco Jiménez
Samira Komate: "Me dicen que no será fácil porque soy mujer, pero yo tengo valor para aprender"

Samira Komate tiene 21 años y nació en Costa de Marfil. Lleva dos años y medio en Zaragoza y practica cómo hacer hormigón y alicatar. "Quiero aprender a hacer el trabajo de la construcción", explica. Otros de los jóvenes que forman parte de su grupo también han llegado desde algún país africano. Ella nunca había hecho nada parecido, pero cuando le surgió la posibilidad pensó, "¿por qué no?", cuenta. Su familia la apoya para que haga estos estudios. "Me dicen que no será fácil porque soy mujer, pero yo tengo valor para aprender", afirma. 

Lafuente espera que se siga elevando la proporción de mujeres en los cursos y en el sector. "No es un trabajo robotizado, en cadena, es más entretenido que estar en una nave", apunta sobre el atractivo que puede tener. Es consciente de que las empresas tienen que mejorar las condiciones y plantea que la semana de cuatro días laborales, en estudio en algunos países, podía ser una de las alternativas. "Tienes que dar buenas condiciones y así puedes atraer a jóvenes".

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