día de la mujer
8-M, opiniones a pie de calle: “Tenemos que soportar comentarios machistas por llevar un vestido o hacer deporte”
Dificultad para acceder a puestos de responsabilidad, para conciliar, comentarios machistas o violencia de género. Estos son los retos pendientes en materia de igualdad para las zaragozanas.

Este miércoles, 8 de marzo, se celebra el Día de la Mujer en todo el mundo con el objetivo de poner sobre la mesa los retos pendientes de la sociedad en materia de igualdad entre hombres y mujeres en los diferentes ámbitos de la vida.
Pero, ¿Cuáles son esos retos? ¿Dónde viven las mujeres zaragozanas situaciones de desigualdad? Hablamos con algunas viandantes sobre su percepción de la igualdad, los desequilibrios ente hombres y mujeres o la discriminación por sexo. Estas son algunas de sus opiniones.
Paula Ponz tiene 33 años y es profesora de música. “Yo iré a la manifestación del Día de la Mujer con unas amigas porque creo que es muy importante mostrar que estamos aquí y que hay que unirse para defender nuestros derechos”, explica. “Hay situaciones muy complicadas por las que pasan algunas mujeres y alguien tiene que luchar por ello”, insiste esta profesora que jugaba este martes en un céntrico parque de Zaragoza con su hija.

Recuerda, además, algunas situaciones de discriminación por las que ha pasado ella misma a lo largo de su vida. “Cuando me quedé embarazada, la primera respuesta de la empresa en la que trabajaba no fue buena, lo tomaron como una sorpresa desagradable y viví una situación incómoda, a pesar de que más tarde todo se solucionó”, rememora. “Y cuando trabajaba de camarera sí que tuve que aguantar gestos y comentarios incómodos de algunos clientes”, constata Ponz.
La violencia de género, sobre la mesa
Pone también sobre la mesa el último asesinato machista de la mujer de Villanueva de Gállego que murió a manos de su expareja y en presencia de su hijo de 6 años. “Me chocó mucho la poca cobertura policial que tenía esa mujer a pesar de que había sido amenazada con un cuchillo con anterioridad”, dice, sorprendida. “Creo que hay poca protección a las víctimas de violencia machista y se necesitaría más cobertura por parte de las autoridades y del gobierno", señala.
En este sentido cree que "es necesario un seguimiento de esas mujeres y que haya una protección real para que no acabe en un desenlace trágico como ha pasado en Villanueva de Gállego en el que esta mujer necesitaba más protección y se la dejó de la mano”, lamenta esta profesora.
Precisamente, agredir, cosificar, degradar a meros objetos, intimidar, o tener una actitud machista y sexista son también formas en las que se manifiesta la desigualdad entre hombres y mujeres. Paula Longares, de 20 años y estudiante de Criminología por la UNED ya es consciente de ello a pesar de su juventud. “Cuando salgo de fiesta con mis amigas tenemos que soportar actitudes y comentarios machistas y sexistas por ser mujer o por llevar un determinado vestido. Siempre hay hombres que te dicen cosas”, dice la joven.

También a la hora de hacer deporte ocurren situaciones incómodas que le crean inseguridad. “Un día salí a correr y me paró un chico que me empezó a hablar y a pedirme el Instagram. Fue muy insistente", comenta. En otras ocasiones "hay hombres que te gritan desde el coche mientras corres, es como si no hubiesen visto a ninguna chica correr”, se lamenta la estudiante.
Ella, además, es de una generación que ha crecido con una idea de la igualdad entre hombres y mujeres más consolidada. “No he visto muchas desigualdades en mi vida porque en mi familia me han educado siempre en la igualdad”, afirma. “Mis padres trabajan los dos fuera de casa y comparten las tareas del hogar. Sí que lo noto con mis abuelos, que son de otra época. Mi abuela lo hace todo en la casa”, añade.
Muchas de las desigualdades entre sexos se producen en el ámbito laboral. “En la fábrica hacemos lo mismo las mujeres que los hombres pero hay puestos a los que no llegamos o llegan muy pocas trabajadoras”, dice Silvia Domingo, de 43 años que trabaja en una fábrica del sector del metal. “Mandan más ellos”, afirma esta trabajadora.

La visión de Marta Sánchez, de 37 años y enfermera del Hospital Miguel Servet, es diferente. “Al trabajar en el sector público no veo discriminación ni desigualdad a nivel laboral, aunque sé que ocurre en el ámbito privado”, explica. “Lo que sí que noto es que hay pacientes que tratan de manera diferente a los enfermeros que a las enfermeras, sobre todo las personas mayores”, afirma esta sanitaria, madre de dos niños pequeños. “Para llamarnos, nos dicen: Perdona, bonita o señorita, mientras que se dirigen a nuestros compañeros como enfermeros”, señala.
Para ella, “todo el mundo debería de ver que necesitamos la igualdad en todos los ámbitos, pero no es así”, lamenta la enfermera. “El 8M no tendría sentido si de verdad hubiese una igualdad real”, asevera Sánchez.

María Pilar D., de 75 años, es otra trabajadora de este centro sanitario, en su caso en el área administrativa, aunque ya está jubilada. Recuerda que “en los años 70 sí que había una desigualdad laboral porque a las mujeres se les pagaba menos que a los hombres y no ocupaban puestos de responsabilidad, pero ahora ya no es así”, dice esta funcionaria jubilada.
“Tenemos los mismos derechos que los hombres y se nos paga lo mismo si trabajamos en el mismo puesto que ellos”, continúa, y añade: “También hay mujeres ejecutivas que han sabido hacer su trabajo para llegar a ese puesto”. Sobre materia de conciliación, asegura: “Eso es otro tema. Ahí sí que se podría mejorar porque siempre es la mujer la que se coge permisos y excedencias para cuidar a las personas dependientes y a los hijos”, afirma.
Comparte esta visión sobre la igualdad entre sexos Ana R. de 64 años, también jubilada, que ha trabajado durante 40 años como oficial de notaría. “Llevo trabajando toda la vida fuera y dentro de casa y siempre he sido equiparada con mis compañeros masculinos”, defiende. “Me sabe mal que ahora se apropien ciertas personas de la idea del feminismo como algo para enfrentar a hombres y mujeres, cuando es algo por lo que algunas mujeres lucharon ya hace años, como Clara Campoamor y otras tantas que lucharon por el voto femenino”, rememora esta jubilada zaragozana.

“En la actualidad, lo que hay que hacer, efectivamente, es conseguir la igualdad, pero no ver a los hombres como enemigos por el simple hecho de ser hombres, sino ir todos en la misma dirección”, señala. También admite que en materia de conciliación y cuidados “es verdad que la mujer es la que lleva gran parte de esa carga. Hemos mejorado pero tenemos que luchar por la igualdad sin anular al otro porque no somos enemigos”, concluye.
Las situaciones de desigualdad se incrementan si además de ser mujer, eres inmigrante. Nelly R. tiene 43 años, es camarera y natural de República Dominicana, aunque lleva 15 años viviendo en España. “Me han hecho de menos muchas veces por racismo, porque soy inmigrante, pero también porque soy inmigrante y mujer”, afirma.

“A los inmigrantes hombres no se les descalifica igual”, matiza esta camarera. “Nosotras recibimos más ataques racistas por ser mujeres y nos hablan peor. Creen que estamos solo para lavar, cocinar y atender a personas dependientes y nos lo hacen saber”, concluye esta mujer que cuando llegó a nuestro país trabajó como empleada del hogar.