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Relevo generacional en Santiveri Teruel: "Hemos trabajado juntas tres meses para hacer el traspaso"

Natalia Gasque y Benón Collados tienen 65 años y, después de 36 al frente de esta tienda de alimentación sana y complementos naturales, ahora la dejan en buenas manos.

Natalia Gasque, en su tienda Santiveri Teruel
Natalia Gasque, en su tienda Santiveri Teruel
H. A.

Natalia Gasque y Benón Collados sienten que ha llegado la hora de dejar atrás su vida laboral. Esa que les ha unido durante 36 años a Santiveri, una tienda de alimentación sana y complementos naturales en el centro de Teruel

Él lleva jubilado ya unos meses pero a ella le estaba costando más cerrar este importante capítulo vital. Pero ahora que ha podido trabajar durante tres meses con Mapi y prepararla para regentar el establecimiento ella sola, Natalia está preparada para ceder el testigo. Esta es la historia de uno de esos negocios que abrieron hace mucho tiempo y para los que sí hay relevo generacional.

Por desgracia, esto no siempre ocurre y, conforme los dueños de comercios de proximidad como este de Teruel van alcanzando la edad de jubilación muchas persianas se bajan para no volver a subirse nunca. Pero este no es el caso. La nueva etapa de Santiveri continúa en la misma calle de los Amantes, pero unos metros más allá, en un local más amplio que ofrece a su nueva dueña muchas posibilidades. El establecimiento, que forma parte de la Asociación de Comerciantes del Centro Histórico, es muy conocido entre los turolenses y, de un tiempo a esta parte, la demanda de los productos que en él se comercializan ha aumentado.

Natalia Gasque: "Empecé con poca clientela pero muy fiel. Yo les decía lo que sabía pero ellos también me enseñaban a mí. He aprendido muchísimo de mis clientes y he sido muy feliz haciendo lo que me gustaba"

Pero esto no siempre fue así y Natalia tiene un recuerdo agridulce de los comienzos. “Al principio fue muy costoso porque vendíamos algo que no lo conocía nadie, éramos un poco los raros. Empecé con poca clientela pero muy fiel. Yo les decía lo que sabía pero ellos también me enseñaban a mí. He aprendido muchísimo de mis clientes y he sido muy feliz haciendo lo que me gustaba”, resume. Natural de Sarrión, no se asentó en Teruel hasta pasados los 20 años. Primero estudió en Valencia, donde trabajó como administrativa, y más tarde, ya en edad adulta, hizo Dietética y Nutrición. “He sido hija de agricultores y mis padres me inculcaron la pasión por las plantas. Me explicaron cuáles eran curativas y con 10 ó 12 años me conocía todos los nombres de las hierbas que teníamos por allí”, recuerda.

Por eso, cuando la oportunidad de abrir una tienda de Santiveri en Teruel y de adentrarse más en el mundo de la medicina natural pasó por delante de ella, no la dejó escapar. “Con los años fui estudiando y viajaba mucho a Barcelona, donde estaban más avanzados y ya tenían este tipo de tiendas. Empezaban a haber médicos naturistas y conocí a un turolense, el doctor Enrique Martín, que me presentó a los dueños de Santiveri”, relata, sobre esta franquicia.

De su mano, se fue especializando cada vez más y también gracias a la ayuda de dos naturistas pioneros en Teruel, Javier Campo y Juan Rueda.  Por aquel entonces, Natalia ya estaba casada y tenía tres hijos. Su marido, Benón, no pudo incorporarse al negocio desde el primer momento. Aunque ese era su deseo, los números no salían. “Él trabajaba en otros sitios, donde se podía, hasta que pudo incorporarse conmigo, cuando el volumen de trabajo subió”, explica Natalia. Después, incluso contaron con una empleada durante cuatro años. 

Benón Collados, marido de Natalia, no pudo incorporarse al negocio desde el primer momento
Benón Collados, marido de Natalia, no pudo incorporarse al negocio desde el primer momento
H. A.

Un campo muy amplio y con mucho futuro

Por desgracia para el ser humano, la contaminación y la cada vez más habitual manipulación de los alimentos hace que las intolerancias alimentarias hayan aumentado en los últimos tiempos. Esto se ha reflejado de forma positiva en las ventas de Santiveri, donde se comercializan todo tipo de complementos alimenticios para estados de ánimo y para favorecer el aparato digestivo, así como alimentos biológicos no manipulados. “Tenemos complementos para depresiones, faltas de sueño y también para aumentar las defensas”, habla Natalia, todavía en presente, sobre lo que ofrece Santiveri. Relacionado con este último tipo de productos, los que aumentan las defensas, los meses más complicados de la pandemia también hicieron que la demanda creciera. “La equinácea, el propóleo o el shiitake y otros hongos japoneses van muy bien y se venden mucho en invierno”, apunta.

"Cuesta mucho mentalizar a la persona de que los complementos para ayudar a adelgazar no son milagrosos y que hay que empezar por comer bien”

Con la primavera y el verano a la vuelta de la esquina, se nota cómo el cliente quiere poner a punto su cuerpo y busca complementos para ayudar a adelgazar. “Esto es lo que menos me ha gustado porque cuesta mucho mentalizar a la persona de que esto no es milagroso y que hay que empezar por comer bien”, indica Natalia. Entre los productos más vendidos también están las jaleas reales y todo lo relacionado con la colmena, sobre todo en otoño, para levantar el ánimo y tener más vitalidad. También se demanda mucho el propóleo, que va bien para la garganta y los resfriados, y los complementos que sirven para combatir la caída del cabello y para fortalecer las uñas. “Esto son sobre todo las vitaminas B y E, que se pueden encontrar por ejemplo en la levadura de cerveza. Es un producto muy natural que se toma o bien en escamas en los desayunos o bien en pastillas”. 

En este campo que para Natalia es “muy amplio y de mucho futuro” ha llegado Mapi, el relevo generacional de este matrimonio de 65 años que ha dedicado media vida a su negocio. El traspaso se encuentra ahora en plena transición, ya que Natalia no quería (ni podía) irse de un día para otro. “Encontré a una chica muy adecuada, muy conocida por mí y muy sensibilizada con los productos. La preparé durante tres meses y ha estado trabajando conmigo para ver si le gustaba”, explica. 

Ahora Natalia sí se siente preparada y tiene esa sensación de que deja su tienda en buenas manos. “Nos ha dado mucha pena y en septiembre me sentía incapaz de dejar de ir así de repente. De esta forma lo hemos hecho más progresivo y ahora ya entiendo que hay que dar el relevo”, reflexiona. Para su nueva dueña solo tiene los mejores deseos y para los turolenses y la asociación de comerciantes, palabras de agradecimiento. No es para menos, después de 36 años con la puerta de un pequeño comercio abierta y prestando un servicio personalizado a clientes que son casi familia.

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