Heraldo del Campo

Jóvenes (sobradamente preparados) en el agro

Los nuevos profesionales del sector agrario poco tienen que ver que el perfil que todavía tiene en mente muchos ciudadanos. De hecho, lejos de los tópicos, los ‘agromillennials’ tienen una formación académica más elevada que la media de su generación. Y no es una percepción, está reflejado en un estudio de investigación.

La nueva generación de agricultores y ganaderos ha introducido las más modernas tecnologías en su actividad diaria en el campo o en la granja.
La nueva generación de agricultores y ganaderos ha introducido las más modernas tecnologías en su actividad diaria en el campo o en la granja.
M.G.

Si les hablo de jóvenes con una preparación superior a la media de los de su generación que han decidido continuar con la profesión que antes tuvieron sus padres y sus abuelos; si les digo que son propietarios de su empresa y que desempeñan con un alto nivel de satisfacción su actividad diaria, y les apunto que se informan por redes sociales y medios de comunicación digitales y que están familiarizados con las más modernas tecnologías aplicadas a su sector, al que consideran un trabajo estable a largo plazo, seguramente pensarán en un abogado o en médico, en el emprendedor de una ‘start up’ tecnológica o en un directivo de una firma innovadora con grandes expectativas de futuro. Serán pocos (por no decir ninguno) los que vuelvan su mirada a esos jóvenes subidos a un tractor de los que depende nuestra alimentación.

Pero sí, son agricultores y ganaderos, esos ‘agromillennial’ cuyo perfil rompe los trasnochados mitos con los que el imaginario colectivo sigue recreando la figura (y, sobre todo, la formación) de los profesionales del agro.

Lo dice un estudio de investigación realizado por las Juventudes Agrarias de COAG -a la que pertenece la organización aragonesa UAGA- y la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agrónomica y de Montes (Etsiam) de la Universidad de Córdoba. Basado en encuestas realizadas a este colectivo, el documento deja claro que aunque pocos -los menores de 35 años solo representan el 3% del total de los titulares de explotaciones en España-, los nuevos agricultores y ganaderos del país están sobradamente preparados. Eso sí, habrá que mimarlos y limar las aristas que complican su pertenencia al sector (excesiva burocracia, difícil acceso a la tierra o la falta de servicios y conectividad digital en el medio rural), porque de ellos dependen la continuidad de una actividad que en esta década exigirá 200.000 nuevas incorporaciones para relevar a los 6 de cada 10 agricultores que entrarán en edad de jubilación.

Jornada de presentación del informe sobre el perfil de los nuevos agricultores del siglo XXI celebrada en Madrid.
Jornada de presentación del informe sobre el perfil de los nuevos agricultores del siglo XXI celebrada en Madrid.
COAG

Contaba hace unos años un joven agricultor aragonés en una entrevista a este diario que era tal su afán por la agricultura que cuando estaba en el instituto su madre le castigaba con no ir al campo si no sacaba buenas notas. Ahora tiene dos carreras universitarias y se dedica, con absoluta pasión y vocación, a la agricultura (cultiva cereal) y a la ganadería (tiene una granja de cerdo de cebo).

No es un caso aislado. Tampoco la excepción que está rompiendo los mitos. Porque los jóvenes que se incorporan al campo ya no son aquellos que ‘no sirven para estudiar’. Todo lo contrario, su formación académica es incluso más elevada que la media de su generación. De hecho, 4 de cada 10 tiene titulación universitaria y el 65%, como mínimo ha cursado el bachillerato o una FP superior, un porcentaje que se reduce al 48,7% en el total de los jóvenes españoles, según recoge el último informe de la OCDE.

Esta es una principales conclusiones del estudio de investigación ‘Agro-millenials. Perfil de los nuevos agricultores y ganaderos del siglo XXI’, que pone negro sobre blanco cómo son los profesionales (para sorpresa de muchos) con los que el sector mira hacia el futuro.

En esa fotografía, los nuevos profesionales del agro del siglo XXI tienen una edad media que roza los 34 años, pero son más numerosos los que han superado la treintena que aquellos que se acercan a los dos décadas. Llevan el sector en la sangre. El 75% son hijos de agricultores o ganaderos y, aunque muchos de ellos se encaminaron primero a una formación, incluso universitaria, que no estaba directamente relacionada con el sector, el 79% terminó optando por una profesión en la que la tradición familiar ha sido su principal y mejor escuela.

El 83% vive en el medio rural y la inmensa mayoría, el 87% de los nuevos agricultores y ganaderos españoles, son los dueños de sus negocios. A pesar de las muchas dificultades a las que se enfrentan en su actividad diaria, a la que el 69% se dedica a tiempo completo, no se arrepienten de su elección y desarrollan su trabajo con alto grado de satisfacción. Y aunque los hay que preferirían que sus hijos encaminaran sus derroteros profesionales por otros caminos, son un 69% lo que verían con buenos ojos que sus descendientes siguieran sus pasos. De hecho, el 66% asegura que fue la tradición familiar la mayor motivación para dedicarse al trabajo en el campo y apenas un 3% reconoce que no tenía otra alternativa.

Como cualquier otro joven, y a pesar de las dificultades de conectividad con las que se suelen topar en sus pequeños municipios, están presentes en las redes sociales, de forma mayoritaria en Instagram (62%) y Facebook (59%), y su ‘app’ favorita y, por lo tanto la que más utiliza el 80% es Whatsapp. Y es también a través de internet -como sucede entre los hiperconectados ‘millennials’- como suelen acceder a la información. El 75% lo hace a través de las redes sociales y algo más de la mitad acude a la prensa digital. Mucho menor es el porcentajes que maneja los medios de comunicación tradicionales (prensa, radio y televisión), pero acude más asiduamente a ampliar sus conocimientos y resolver sus dudas a las organizaciones agrarias y cooperativas y a las revistas técnicas profesionales.

La inmensa mayoría ha preferido ser agricultor y apenas un 5% responde que es la ganadería la que predomina en su explotación. Son casi la mitad los que han optado por la agricultura convencional, aunque también hay un 16,5% que se ha inclinado por los cultivos en ecológico. Pero, sea cual sea su elección, en su decisión no pesó precisamente el beneficio económico. Asegura un 86% que lo hizo para obtener productos saludables. Dice un 86% que pensó en la conservación del medio ambiente y la preservación de la biodiversidad. Y casi un 90% quería así responder a las necesidades y requerimientos demandados por los consumidores y la sociedad.

Lo difícil de llegar y mantenerse

A pesar del alto grado de satisfacción con el que desempeñan su actividad y a que consideran la agricultura como un trabajo estable a largo plazo, no todo es (y ha sido) un camino de rosas.

Para acceder al campo cuentan con ayudas económicas públicas que han solicitado 7 de cada 10 nuevos agricultores. Y lo hacen porque el 73% las consideran útiles, aunque un porcentaje casi similar, un 66% las tacha de insuficientes. Sin embargo, no solo el desembolso económico que supone la instalación es el obstáculo para rejuvenecer el sector. También destaca la excesiva burocracia o el complicado acceso a la tierra, además del largo periodo que transcurre desde el momento en el que se solicita la subvención hasta que se recibe.

Aunque convencidos de su elección, los jóvenes agricultores y ganaderos encuestados para dicho estudio reconocen que hay factores que podrían condicionar su permanencia a la actividad. Entre ellos, el 68% apunta al (bajo) precio recibido por sus productos y los (elevados) costes de las materias primas.

Les preocupan además los recortes de la PAC y la falta de ayuda institucional al campo (45%). Las amenazas también llegan desde fuera. Para el 30% la competencia desleal de terceros países por los acuerdos de libre comercio de la Unión Europea son un obstáculo y al 25% le preocupa el efecto del cambio climático en el sector.

Hay, asimismo, un 22% que reconoce que uno de los hándicap que condicionaría su presencia en el sector sería la incapacidad para innovar su explotación, porque aunque puntúan con un 7,57 sobre 10 la importancia de la tecnología para la gestión de su explotación, reconocen la existencia de barreras para su adopción, como la inversión económica, la adecuación a sus necesidades y, también, la falta de formación.

No solo son los problemas del campo los que hacen más difícil el necesario relevo generacional. También lo complican las carencias que encuentran en el medio rural en el que viven. Dice el 61% que su entorno no le concede facilidades para el ocio, aunque son más (67%) los que echan en falta servicios como centros educativos y sanitarios y un porcentaje similar (64%) lamenta que no se hayan mejorado las comunicaciones, no solo en materia de transporte, sino para terminar con la "gran brecha" tecnológica y de conectividad y wifi entre el mundo rural y el urbano.

"No somos los que no valen para otra cosa, nuestra formación lo demuestra"

Eva Lizama es una joven de 26 años que vive y trabaja en la localidad zaragozana de Gallocanta. Estudió un grado de Administración de Empresas "para dirigir una empresa", porque desde pequeña le gustaba "estar rodeada de papeles y así era como imaginaba esa profesión". Es una apasionada de la fotografía de paisajes y le gusta "perderse para encontrar una buena imagen".

Sus padres son ganaderos. Tienen una explotación de ciclo cerrado en la pequeña localidad de la comarca de Campo de Daroca. Ahí es donde trabaja Eva, que se incorporó al sector en 2019, como dos años antes había hecho su hermano Jorge, de 29 años de edad, tras cursar una ingeniería mecánica. Y lo hizo porque quiso. "Me di cuenta de que no tenía que ir a ningún sitio para dirigir una empresa porque la oportunidad la tenía en casa", explica esta joven ‘millennial’ del agro, que a su trabajo en la granja suma su activa presencia en el sindicalismo agrario. Es miembro de la Comisión Ejecutiva de Juventudes Agrarias de COAG y corresponsable del Área de Jóvenes de la aragonesa UAGA.

Lizama, que participó junto con Luis Pérez, ganadero y maestro quesero de Cantabria, y Xavier Purroy, productor de fruta de hueso en Lérida, en la presentación de la investigación sobre los nuevos agricultores del siglo XXI, asegura que "era muy necesario tener un soporte como este para demostrar a muchos que los nuevos y jóvenes agricultores y ganaderos no son esos que no valían para hacer otra cosa o que no tenían otra alternativa". De hecho, reconoce que aunque sabían que son una generación muy preparada para realizar la actividad, incluso les ha sorprendido el elevado nivel de formación.

Eva cree que el perfil que dibuja este documento de los nuevos profesionales debería servir para romper mitos y trasnochados perfiles en torno a los activos del sector. Pero, sobre todo, podría ayudar a que aquellos que tienen tradición familiar agraria aprovechasen la ocasión para tomar la decisión de encaminar sus pasos profesionales hacia una actividad cada vez más innovadora y tecnificada en la que los jóvenes han tomado las riendas del cambio tecnológico. "Desde nuestros tractores se ensayan avanzadas tecnologías y en nuestras granjas se prueban avances que pueden aplicarse a la medicina humana", destaca la joven ganadera.

Eva Lizama, en su explotación de porcino en Gallocanta.
Eva Lizama, en su explotación de porcino en Gallocanta.
E.L.

Pero la representante de las Juventudes de UAGA-COAG cree que los resultados de este estudio pueden ser también un revulsivo para despertar el interés por el agro de aquellos jóvenes que son ajenos al sector. Aunque reconoce, eso sí, que para ello sería necesario poner en marcha otros muchos mecanismos, entre los que señala el cese anticipado de la actividad para mayores de 60 años. Lizama recuerda que esta herramienta, que se eliminó en 2016, facilitaría el alquiler de esas tierras a jóvenes que no pueden hacer frente al gasto que supone la inversión inicial y evitaría asimismo la desaparición de esas explotaciones que no tienen relevo familiar.

Y como deja claro el informe, Eva corrobora que a pesar de los complicados momentos que vive el sector, debido tanto a las adversidades climáticas como a los disparados costes de producción por el incremento incesante del precio de las materias primas y la energía y a los constantes ataques de aquellos que les responsabilizan de los males que sufre el medio ambiente, los ‘agromillennials’ no pierden el ánimo.

"A pesar de la asfixia en la que se encuentran muchas explotaciones por el encarecimiento de los costes, da gusto hablar con los compañeros", asegura Eva Lizama, que asegura que los jóvenes agricultores y ganaderos tienen "el ánimo intacto y un gran compromiso con el sindicalismo agrario, imprescindible ante la vorágine de acontecimientos" del momento que les ha tocado vivir.

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