Economía

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Las D. O. aragonesas vendimiarán unos 126 millones de kilos, un 20% menos que en 2020

Campo de Borja, Cariñena y Calatayud prevén menor producción, que solo aumenta en Somontano.

Vendimia en la D.O.P. Cariñena de 2020
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Los vendimiadores ya están entre viñedo. Aunque el grueso de la recolección de las uvas tardará todavía unos días en llegar, las variedades blancas más tempranas ya están llegando a las bodegas, que comienzan a realizar las primeras estimaciones de cosecha.

En conjunto, las cuatro denominaciones de origen aragonesas -Cariñena, Campo de Borja, Somontano y Calatayud- prevén una producción de unos 126 millones de kilos, una cifra que supone un descenso del 20% respecto a la campaña anterior, en la que, con la destacada excepción de la caída cosechada en Somontano, se llegaron alcanzar cifras de récord.

Ahora las tornas han cambiado y las bodegas oscenses, que son las que dan el pistoletazo de salida a la vendimia aragonesa, serán las únicas que mejoren los datos. Somontano comenzó la recolección el pasado 17 de agosto con la previsión de alcanzar una producción que rondará los 19 millones de kilos. Supone un incremento del 20% respecto a la de 2020, cuando apenas se recogieron poco más de 15 millones de kilos de uva, lo que convirtió la pasada campaña en una de las cortas de esta denominación.

En Cariñena, la recolección ha comenzado a dar sus primeros pasos, aunque no será hasta mediados de septiembre cuando llegue el grueso de la cosecha. "Y eso si no se cumplen las previsiones del tiempo para el fin de semana en el se anuncian lluvias, porque en ese caso se retrasaría unos días más", señaló ayer el presidente de su consejo regulador, Antonio Ubide.

Las últimas estimaciones de los técnicos de la D. O. apuntan a una vendimia de unos 65 millones de kilos de uva. La cifra está muy alejada de aquellos casi 92 millones de kilos que se recogieron el pasado año, supone un 23% menos que la media de los últimos diez años e incluso es inferior a las estimaciones que manejaban las bodegas hace poco más de un mes. El tiempo ha tenido mucho que ver.

 "Ha sido un año rarísimo", asegura Ubide, que recuerda que no ha faltado de nada. Hubo heladas, las precipitaciones han estado por debajo de la media todo el año, el invierno registró temperaturas muy bajas y en los meses de julio y agosto el mercurio llegó a alcanzar los 43,9 grados, para comenzar septiembre con unas intensas precipitaciones que si bien han conseguido que la uva ganara peso, también provocaron daños, cuando han ido acompañadas de granizo, en cerca de 5.000 hectáreas.

Aunque también se ha iniciado la recolección de las variedades tintas, en Campo de Borja la intensidad de la vendimia, con la recogida de la garnacha, no llegará hasta "finales de septiembre o primeros de octubre porque este año la maduración ha ido muy lenta", detalla su presidente, Eduardo Ibáñez. Las lluvias de comienzos de septiembre han dado un respiro al viñedo, por lo que en esta D. O. se estima una "buena cosecha", lo que se traduce en una producción de entre 28 y 30 millones de kilos de uva, una cifra muy inferior a los 35 millones de 2020, pero por encima de la media de los últimos 10 años que se sitúa en los 24 millones.

La última en comenzar la recolección será la Denominación de Origen Calatayud. Lo hará "en principio", explica Miguel Arenas, presidente del consejo regulador, a finales de septiembre y las previsiones apuntan a una cosecha similar a la de 2020, es decir, en torno a los 12 millones de kilos de uva. Eso sí, "será muy desigual". Porque, detalla Arenas, aunque las últimas lluvias han conseguido "despertar las viñas", hay zonas dañadas por las bajísimas temperaturas que dejó a comienzos de año la borrasca Filomena. A pesar de ello, afirma, si las previsiones se cumple, "será una cosecha aceptable".

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