SD Huesca

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Los porteros, los únicos que pueden interactuar con un técnico esta semana

A diferencia del resto de futbolistas azulgranas, Álvaro, Yáñez, Valera y Bardají están pudiendo realizar ejercicios con el apoyo de Adrián Mallén, su preparador específico.

El portero de la SD Huesca Álvaro detiene un balón lanzado por Adrián Mallén, su preparador.
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Siempre es un caso especial dentro del mundo del fútbol, la demarcación más concreta de las once que se sitúan sobre el terreno de juego en un partido. El portero acostumbra a estar rodeado de peculiaridades que lo destaca del resto, unas diferencias que también ahora han sido tenidas en cuenta en el protocolo que rige el regreso a los entrenamientos sobre el césped con vistas a poder retomar la competición. En una semana en la que los futbolistas están teniendo que ejercitarse en solitario con los entrenadores limitándose a controlarlos desde la distancia, ellos son los únicos que cuentan con permiso para poder interactuar con un técnico. En el caso de la SD Huesca éste es Adrián Mallén, el preparador específico de los cuatro cancerberos azulgranas.

“Tenemos que cumplir con unas estrictas medidas de seguridad, pero al menos podemos mantener una relación más similar a lo que viene siendo un entrenamiento normal", señala el oscense, que cumple su novena temporada en el cargo y que sigue siendo el más joven de la categoría. Mallén se puede situar como mínimo a cuatro metros del portero, -"para lanzar tampoco es necesario acercarse más", apunta-, porta mascarilla y cada vez que cambia de pupilo debe hacerlo también de par de guantes. La profilaxis respecto a la covid-19 no acaba ahí. Los balones que emplean son para su uso exclusivo por lo que para diferenciarlos de los del resto del equipo se ha optado por usar los de invierno, de color rosa. Si se escapan solo pueden ir a buscarlos él o el meta con el que se encuentre en ese momento y entre sesión y sesión se debe desinfectar tanto la portería como cualquier útil que se haya empleado, por ejemplo hinchables que simulan jugadores o gomas que aumentan el nivel de esfuerzo en los movimientos.

A Álvaro Fernández, Rubén Yáñez y Antonio Valera, los tres cancerberos con los que contaba Míchel esta temporada, se les ha unido Ander Bardají, que se encontraba en el Ejea, filial de Segunda B. Cada uno de los cuatro ha sido incluido en uno de los grupos de seis futbolistas que pueden coincidir sobre un campo ejercitándose al mismo tiempo guardando las distancias. Por lo que Mallén puede así trabajar solo con uno cada vez evitando los solapamientos. “La parte inicial de activación y coordinación la hacen igual que el resto y también el circuito de fuerza, conmigo completan entre veinte y cuarenta minutos de trabajo específico”, explica.

Las semanas de confinamiento en sus domicilios se han hecho complicadas para todos, pero especialmente para los porteros. “De forma han venido bien gracias al programa que diseñaron David Porcel y Jordi Carracero”, señala haciendo referencia al plan que ha seguido toda la plantilla con las instrucciones del preparador físico y el readaptador, “pero lo que es coordinación, blocaje, impulso o mantener el tacto con el balón son aspectos que entre cuatro paredes era difícil ensayarlos”, comenta. De ahí que subraye que el cuarteto llegó el lunes “muy motivado y con hambre de portería” y que Mallén les haya concedido el deseo. “Quiero que pasen mucho tiempo bajo los palos para que se entonen rápido”, explica. A este respecto, su trabajo con ellos no acaba en las matinales en el Pirámide. Por las tardes, mediante videoconferencia, realizan charlas tácticas.

Ya la próxima semana, si todo va bien, podrá comenzarse a entrenar en grupos reducidos. “Entonces, todo podrá ser más normal con la posibilidad de realizar partidillos y de que los jugadores se encuentren con situaciones más similares a las reales”, espera no solo Mallén, sino todo el cuerpo técnico y la plantilla.