REAL ZARAGOZA

Zorrilla, una cita con efectos secundarios para Valladolid y Real Zaragoza

Castellanos y aragoneses juegan este sábado sin red un partido con olor a incienso. Los dos entrenadores, Pezzolano y Velázquez, saldrán salpicados de una derrota y el empate no le sirve a ninguno.

Gámez, con el balón en un entrenamiento de la semana, volverá hoy a la titularidad. A su lado, Manu Vallejo.
Gámez, con el balón en un entrenamiento de la semana, volverá hoy a la titularidad. A su lado, Manu Vallejo.
Rubén Losada

Este sábado (18.30) juegan en el ya vetusto estadio de Zorrilla –que en 1981 fue llamado ‘Nuevo’ por sustituir al mítico antiguo que tuvo la ciudad de Valladolid– dos reales. El Real de la capital castellana y el Real Zaragoza. Y real, real... la realidad es que ambos llegan mellados a la cita, que en su prospecto advierte en letras rojas que su consumo, si es mal llevado a cabo por los pacientes, acarreará con total seguridad «efectos secundarios».

Los principales apéndices que están en serio peligro de amputación en ambos equipos, si algo no sale bien esta noche en este feudo apodado «de la pulmonía» en sus primeros meses de vida por el frío atroz que ahí se vive en invierno (ayer nevaba con ganas en este punto del curso del Pisuerga), son los dos entrenadores. Por un lado, el local, el uruguayo Paulo Pezzolano. Por el otro, sabido es (por todo el mundo menos por él, según se deduce de su enésima rueda de prensa surrealista), Julio Velázquez.

El Valladolid, que el año pasado compitió en Primera División, lleva una trayectoria con demasiados yerros desde que el curso empezó. Y, pese a que ahora es 6º clasificado y aún pisa terrenos de promoción de ascenso, viene de perder un partido increíble en Andorra (2-1 ante uno de los colistas, cuando ganaba 0-1 a falta de 9 minutos para el final) y de caerse a cuatro puntos de distancia del ascenso directo, que es su único fin aceptable. Pezzolano, una extravagancia del extravagante presidente y maximo accionista que es para el cuadro pucelano Ronaldo Nazario de Lima, ha perdido 10 partidos y ha empatado 6 de los 29 que lleva jugados el cuadro albivioleta. Entre la afición pucelana, las críticas han alcanzado ya un grado de incandescencia tal que, de no ganar hoy al Zaragoza, pondrán a este uruguayo de 40 años muy próximo a la destitución.

En frente, Velázquez acude al mando del banquillo zaragocista con pinta de desahuciado. Él afirma que no. Niega la mayor. También insiste (esto es así hace semanas) en que el mal proceder de su equipo es fruto de «cómo es esta categoría». O sea, que el Real Zaragoza solo ha sumado un punto de los últimos 12, por ejemplo, por culpa del chico de la portera y, si a alguien hay que pedirle explicaciones, es al maestro armero. Velázquez, que presume de trabajar de sol a sol y dejarse todo en su empeño, cree que con esta excusa ya está librado de todo mal, amén.

Dice el vallisoletano (curiosamente, Velázquez puede ser destituido oficialmente tras esta cita en su ciudad) que todo está bien, que él va correctamente por la autopista del fútbol y que son cientos, miles de coches (zaragocistas) los que circulan en dirección contraria. No cabe en su conducta personal pararse en el arcén y colegir, por un momento, que quizá sea él quien se metió al revés por el carril de aceleración en su día y, por supuesto, no ha rectificado un ápice.

Ganar. Es el único verbo que les causará alguna mejoría, dentro de la gravedad, a Pezzolano y Velázquez en el partido de hoy. El empate no les sirve. La derrota, saben ambos que es sinónimo de sudores fríos, fiebre alta, vértigos incontenibles, mareos constantes, herpes labial, pequeñas venas varicosas y... seguramente un despido. En especial para el inquilino del banquillo zaragocista, que ya viajó con aspecto embalsamado.

El Valladolid tiene dos bajas de importancia por acumulación de tarjetas: el punta Sylla y el medio centro De la Hoz. Singularmente, el hecho se repite en las filas blanquillas, con Mouriño y Mollejo arrestados por el comité por cinco amarillas también. El daño de las ausencias, eso sí, es mayor en el bando aragonés, por estar lesionados Francho (no llega, tras su golpetazo en la cadera ante el Amorebieta), Bakis, Cristian Álvarez, Borge, Guti, Nieto... la letanía habitual en un año desgraciado.

Habrá cambios en el Zaragoza. A la fuerza ahorcan. Gámez volverá al lateral derecho. Jair debería hacerlo al eje de la zaga (Santo Tomás esperaría hasta el final). Azón, con el ‘9’. Igual, Grau...

Huele a incienso en Valladolid. Y no solo porque la Semana Santa (de gran envergadura en esta plaza de Castilla) esté ahí al lado.

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