Raúl Sanllehí, director general del Real Zaragoza, acudió en la mañana de este viernes a la Ciudad Deportiva, del mismo modo que ya había hecho el día anterior, el jueves, para estar presente en diferentes momentos de las sesiones de trabajo de la primera plantilla del equipo. 

El ejecutivo catalán ha querido estar presente en los campos de ensayo del equipo en las dos últimas citas preparatorias de los futbolistas y el equipo técnico antes del partido de este sábado en Valladolid (18.30), con el entrenador, Julio Velázquez, al borde de la destitución tras los acontecimientos acumulados en las últimas semanas. 

La expedición zaragocista partirá hacia la capital vallisoletana en la tarde de este viernes, vía autopista, para pernoctar ya allí y afrontar un duelo que tiene todos los condicionantes de crucial para que en los despachos de mando puedan verse obligados a tomar determinaciones de hondura respecto del cuerpo técnico. Solo una victoria del Real Zaragoza en el estadio de Zorrilla amainaría puntualmente la espiral negativa en la que se ha introducido nuevamente el equipo y que ha derivado en que la afición haya repudiado a Velázquez en las dos últimas jornadas, tanto durante y al final del partido de hace dos semanas en Villarreal (ante el filial amarillo), donde se dieron cita más de 2.500 zaragocistas, como el pasado domingo en La Romareda en el batacazo frente al colista, el Amorebieta. 

Es la segunda crisis de entrenador en lo que va de curso que afrontan los responsables de la zona noble del club , el citado director general, Raúl Sanllehí, y el director deportivo, Juan Carlos Cordero, el mentor del referido Velázquez y, tras la derrota del domingo con el Amorebieta (0-1), el principal y único asidero firme con el que aún cuenta el preparador (curiosamente, vecino de Valladolid). 

Tanto Sanllehí como Cordero, junto con el consejero Mariano Aguilar, se reunieron en La Romareda el domingo pasado por la noche al acabar el partido ante los vascos y abordaron en una aproximación los pormenores de que lo supondría la destitución de Velázquez en el caso de que, finalmente, no les quede más remedio que afrontarla. Por eso, lo que ocurra este fin de semana en Valladolid es, además de una prórroga forzada por lo delicado del asunto y las ondas expansivas que tendría tener que acudir a un tercer entrenador en una misma campaña (en siete meses), un momento culminante de no surgir una victoria ante uno de los favoritos para el ascenso a Primera División.