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Análisis del Real Zaragoza: una reconstrucción para Julio Velázquez

El giro hacia el modelo de juego con carrileros implantado por el técnico ha marcado las pautas del incompleto mercado invernal del Zaragoza.

Entrenamiento del Real Zaragoza en la Ciudad Deportiva para preparar el partido contra el Alcorcón
Entrenamiento del Real Zaragoza en la Ciudad Deportiva para preparar el partido contra el Alcorcón
Toni Galan

Los problemas de Fran Escribá para adaptarse a la plantilla confeccionada por Juan Carlos Cordero en verano y las dificultades de ese grupo para amoldarse a los principios futbolísticos del entrenador han condicionado la navegación del Zaragoza por la temporada. Entonces, la idea fue establecer el 4-4-2 como esquema sobre el que diseñar el equipo, agregando en esas posiciones futbolistas de diferentes características. Sin embargo, en ese proceso, no hubo un hilo conductor coherente en la captación, selección y contratación de, eso sí, jugadores de nivel medio y alto para la categoría: una cosa es fichar buenos futbolistas y otra bien distinta es confeccionar una buena plantilla.

A Fran Escribá no se le acertó con varios perfiles. Eso, a la larga, acabó costándole el puesto al entrenador debido a la decadencia de los resultados, y provocó la llegada de Julio Velázquez, cuyo programa de recuperación se ha apoyado en un giro táctico: el sistema con tres centrales, carrileros y centrocampistas interiores (3-5-2 y sus variantes) con el que el equipo se ha ido consolidando en los dos últimos meses.

Este nuevo modelo (no solo la estructura o sistema táctico, también su filosofía, esencias, estilo, funciones) ha guiado los pasos del Zaragoza por el mercado de enero. Juan Carlos Cordero ha tripulado así una misión que se ha saldado con las incorporaciones de Edgar Badía, Zedadka y Raúl Guti, una reforma menor de lo intentado, pues el equipo presentaba un listado mayor de carencias: unas posicionales, como el carril zurdo, y otras cualitativas, como sus carencias a la hora de generar gol.

Que Cordero haya intentado en enero, al menos, cinco fichajes dice mucho sobre la tarea realizada en verano. Pero, además, ahora está Velázquez. Esto, como así debe ser, ha marcado el trabajo invernal de Cordero. De este modo, el Zaragoza se ha reconstruido en clave de su entrenador. No ha sido una reforma profunda en número finalmente, pero sí en enfoque. Badía llegó de urgencia para corregir la deficiente planificación de la portería. Zedadka, un lateral derecho ofensivo, dará alternativas a Gámez en el desguarnecido carril derecho tras la salida de Luna. Y Guti inyectará energía, recorrido, vitalidad y golpeo lejano en una zona que exigía más piezas con el cambio de sistema. Pero Guti no va cambiar al Zaragoza por sí solo como pudo hacer Bebé el curso pasado. Ninguno de los fichajes realizados son diferenciales para cambiarle el contexto al equipo, ni elevan su nivel medio, como quizá hubiera podido hacer, en cierto modo, un atacante de velocidad, profundidad, determinación y calidad. Una contratación que se ha quedado en el camino. Como la de un central (Kaiky estuvo a punto de firmar en el Zaragoza) con unas características más adaptadas a lo que pretende Velázquez con los jugadores de la posición (defensa hacia adelante, calidad para conducir, dividir y pasar…). Incluso, inicialmente, Cordero salió de compras con la idea un pivote defensivo, atlético, recuperador y poderoso en los duelos, asunto aparcado en cuanto el regreso de Raúl Guti se puso a tiro.

Un modelo de planificar el mercado de enero en el que se han tocado muchas puertas y se han abierto pocas; se han improvisado operaciones; no se ha tenido una iniciativa clara, y se ha jugado la arriesgada carta de salir victorioso en la vorágine final, a merced del torbellino de ritmos, intereses y oportunidades de esas horas finales inciertas, en las que el mercado te lo puede dar todo o te puede pasar por encima. Así, según se desprende de la intervención de Cordero y Sanllehí, el Zaragoza se ha dejado dinero en la bolsa y límite salarial por cubrir.

Los fichajes de verano

Con todo esto, el balance del mercado es una plantilla poco regenerada en piezas diferenciales; pero sí en propuesta, con la confianza del entrenador y el director deportivo en que el crecimiento, la evolución y los triunfos surjan de las virtudes del modelo de juego y del método de Julio Velázquez para hacer ganador al Zaragoza con unos recursos parecidos a los empleados hasta ahora. Que sea el juego el que estimule a los futbolistas más que los futbolistas (los fichajes) estimulen el juego. Que la falta de gol y la escasez ofensiva, por ejemplo, la solventen los mismos atacantes desde una mejora colectiva general.

Por eso, el proyecto de Cordero, ahora, descansa en la capacidad de Velázquez para darle a esta plantilla un libro de ganar partidos y, sobre todo, en la reacción de los jugadores fichados en verano cuyos rendimientos que los condujeron aquí no han despertado aún en el Real Zaragoza. Porque el rendimiento de un futbolista no solo depende del nombre y de la trayectoria; también del contexto, de las ideas de juego del entrenador, de las conexiones tácticas con sus compañeros, y de otros elementos de análisis imprescindibles en la figura de un director deportivo.

Al fin y al cabo, el fútbol es una de las pocas materias universales que permiten que se hagan las cosas bien y salgan mal. Y -aunque más difícil- que se hagan peor y salgan bien.

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