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Real Zaragoza: la clave Mollejo

El regreso del atacante manchego desde el Atlético de Madrid es un movimiento estratégico en la planificación de Juan Carlos Cordero.

El Real Zaragoza se mide al Burgos en El Plantío.
Mollejo, en el Burgos-Zaragoza.
Real Zaragoza

El Real Zaragoza espera que a lo largo de esta próxima semana se culmine, por fin, el regreso de Víctor Mollejo. La operación lleva varios días atascada pese a que en el Real Zaragoza está ya casi todo dicho: Fran Escribá lo quiere, Juan Carlos Cordero también, el marco económico en el que se mueve la oferta aragonesa está fijado, el futbolista desea seguir en La Romareda… Las voluntades están establecidas, pero el Atlético no termina de abrir la mano porque quiere que el Zaragoza asuma un mayor porcentaje salarial del atacante del que se pactó el pasado verano.

La negociación por Mollejo, a quien inicialmente se trató de incorporar en libertad, se mueve a paso lento desde junio por esa razón principal. Primero, el Zaragoza trató de ficharlo en propiedad si el Atlético de Madrid, gracias a las sinergias, facilitaba las cosas. Pero el sueldo del jugador, con contrato hasta 2026, apenas ofrece margen de maniobra para esa fórmula: ni el Atlético iba a asumir una rescisión de alto montante económico ni el Zaragoza garantizarle con un contrato de larga duración el dinero ya comprometido en el Atlético.

El siguiente paso, aún con el jugador liberado de la primera semana de pretemporada del conjunto colchonero, fue girar hacia una nueva cesión como mecanismo de la operación. Pero las discrepancias entre lo que exigía el Atlético y puede asumir el Zaragoza han introducido la negociación en un laberinto del que aún no hay salida, siendo el jugador reclamado para entrenar con el Atlético y pasar después a su filial tras quedarse fuera de la gira internacional de verano del conjunto del Cholo Simeone.

Al Zaragoza, en este sentido, no le ha urgido el acuerdo más de lo que lo hacen la escasez en la posición y la proximidad ya del comienzo de la temporada. Cordero sabe que tiene atado al jugador y esa es su baza: el manejo de los tiempos. El director deportivo, como se está revelando este mercado, tiene en esa arma, el control del calendario de cada operación, su punto diferencial. Y así está jugando la carta de Mollejo.

Al atacante manchego se le quiere, pero no a cualquier precio. Va a ser un jugador de rol en la plantilla y hay una rango salarial que no se desea superar en esta operación. Pero, más allá de la valoración económica de Mollejo, está la deportiva. Y ahí, tanto Cordero como Escribá, lo tienen señalado como máxima prioridad. Es un futbolista clave para ambos. El director deportivo ya lo llevó al Tenerife y el entrenador le sacó un notable rendimiento el tiempo que pudo contar el pasado curso con él hasta su lesión de tobillo.

¿Por qué esta relevancia de Mollejo? Ante todo, si llega en el precio pretendido, es un fichaje estratégico. Su amplia versatilidad se considera fundamental en clave de plantilla. Es un jugador que puede ocupar cuatro posiciones en el 4-4-2 de Escribá. Puede jugar a pie natural por la izquierda, atacar desde la derecha o actuar en cualquiera de las dos posiciones de la delantera. Cordero estima los jugadores polivalentes porque le dan más margen en la confección de la plantilla: permite acortarla en número y ahorrar, por lo tanto, una cuota salarial que se puede destinar a reforzar otras operaciones. Con Mollejo y otros jugadores versátiles que se pretenden, como Germán Valera, o que ya se han fichado, como Maikel Mesa; se puede distribuir la masa salarial entre menos futbolistas de los 25 que se permiten en la plantilla del primer equipo, y cerrar así un grupo, como tienen diseñado Escribá y Cordero, de tres porteros y 20-21 futbolistas de campo, con todas las posiciones dobladas.

Mollejo, un joven experto

De Víctor Mollejo, el cuerpo técnico cualifica diferentes atributos. Los hay futbolísticos y tácticos, como su adaptabilidad posicional. Pero también otros. Por ejemplo, físicos. Es un jugador rocoso pese a su tamaño y una fuente inagotable de energía y esfuerzos repetidos. Su temperamento es otro valor subrayado: es garantía de competitividad, de personalidad y carisma. Y aún hay otra calidad que puede pasar desapercibida, pero que entronca con la filosofía de Cordero de inyectar veteranía y trayectoria en el vestuario. Mollejo no es un veterano en edad, pero sí en currículo: suma ya 115 partidos en Segunda (más 8 en Primera) con solo 22 años. 

De hecho, es el séptimo jugador más joven en la historia de la categoría en alcanzar los 100 partidos en ella. Deportivo, donde llegó con 18 años, Mallorca, Tenerife y Zaragoza han sido sus estaciones en Segunda. Y es Zaragoza donde él quiere echar raíces tras un lustro de ajetreo entre cesiones: conoce el club, conoce la ciudad, conoce al entrenador y conoce lo que hay y quién es quién, dentro y fuera. Otra razón más para su continuidad.

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