REAL ZARAGOZA

Sergi Enrich debutó como delantero del Real Zaragoza con media hora muy prometedora

El ariete balear suplió a Bakis en el minuto 63 del partido ante el Cartagena y volvió a jugar dos meses después de haberse marchado del Oviedo. Dejó un precioso cabezazo que el portero Martínez impidió que fuese su primer gol. 

Hasta ahí arriba se levantó Sergi Enrich para cabecear un centro al área y casi marcar en su primer balón que tocaba como zaragocista. El portero Martínez se lo impidió.
Hasta ahí arriba se levantó Sergi Enrich para cabecear un centro al área y casi marcar en su primer balón que tocaba como zaragocista. El portero Martínez se lo impidió.
Pascual Méndez/LOF

Sergi Enrich, delantero centro balear de 33 años llegado al Real Zaragoza el pasado fin de semana, debutó este viernes en San Pedro del Pinatar jugando la última media hora del partido ante el Cartagena

Sustituyó a Bakis en el minuto 63 y disfrutó de media hora de fútbol de verdad, tras dos meses en los que ha mezclado las vacaciones y el trabajo a solas con un preparador físico en su pueblo, Ciudadela (Menorca). El ariete dejó pinceladas firmes de lo que va a aportar al ataque zaragocista en los sucesivo: movilidad, pelea con los rivales, galones en el área, remate con el pie y, muy importante, un potencial áereo de alto rango.

De hecho, su mejor remate (hizo dos) fue un cabezazo precioso, en lo más alto de su salto, tras un centro desde la derecha que llegó al área grande en el minuto 66, solo tres después de haber salido al césped. En su primer balón como zaragocista estuvo a punto de estrenarse con un golazo, que el portero cartagenero Martínez impidió con la mejor parada de la noche en el Pinatar Arena. 

Pese a que no concluyó en gol, esta definición de Sergi Enrich con la testa hacía varias temporadas que no se veía en ningún delantero del Real Zaragoza. No hay exageración en tal afirmación. Fue estética, resolutiva, propia de alguien con oficio. Ha sido tal el grado de inanición futbolística y goleadora del equipo aragonés en el último trienio que el mero hecho de observar una jugada tan primitiva en la historia del fútbol, como es un centro lateral y un remate de cabeza de un delantero centro como Dios manda, pega al ojo. Genera una satisfacción enorme al observador descubrir que hay alguien ahí que es capaz de ejecutar el fútbol de siempre con naturalidad. 

Por lo demás, Enrich, al que aún le falta un porcentaje importante de puesta a punto y que alcanzará en los próximos 15 días para llegar al inicio de liga ante el Villarreal B en modo óptimo, aportó más cosas al equipo: es un futbolista que habla permanentemente con sus compañeros, que también discute y recrimina a los rivales cada vez que es preciso o aconsejable por la marcha del partido o el marcador. En la entrevista concedida a HERALDO en el Pinatar, Sergi subrayó su talante solidario siempre en el grupo (heredado de cuando el era el joven y tuvo que crecer desde los 18 años rodeado de veteranos y algunas estrellas del fútbol nacional, que a él le ayudaron sobremanera). Y en sus primeros 30 minutos como blanquillo, Enrich también manifestó ese modo de ser, con la celebración del gol de Moya en modo aglutinador, aumentando la onda expansiva emocional de ese gol con sus gestos, sus felicitaciones, sus impulsos anímicos al resto de colegas. 

Portaba el dorsal 19, maldito en los últimos tiempos, los de Gueye o Sabin Merino (por no citar a Yanis), delanteros ciegos ante el gol en las últimas dos temporadas, pero ciegos, ciegos. De los de no ver portería jamás. Sergi Enrich ha de ser quien le devuelva a esa referencia numérica (si al final es la que se queda oficialmente) el lustre que tiempos atrás le dieron, entre otros, Gustavo López o Yordi. 

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