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Nadie mueve a Zapater

Ni siquiera la incorporación de Alarcón, futbolista del gusto de Escribá, ha sacado al capitán del equipo. Suma tres titularidades consecutivas.

Zapater, cubierto con una braga, durante un entrenamiento en la Ciudad Deportiva.
Zapater, cubierto con una braga, durante un entrenamiento en la Ciudad Deportiva.
francisco jiménez

Parecía que la incorporación de Tomás Alarcón iba a devolver a la suplencia a Alberto Zapater, y no. Tres partidos aguantó el sudamericano como titular a comienzos de año, y otros tantos suma ahora el capitán asentado en un once que, dada la inclinación de Fran Escribá por el esquema 4-4-2 con doble pivote, solo guarda espacio a dos mediocentros.

Francho Serrano es fijo y, a su lado, se abre un debate que atiende a estados de forma y particularidades del rival o del partido. A una serie de circunstancias que, a tenor de lo planteado por el técnico zaragocista en los últimos compromisos, ahora mismo favorecen a Zapater.

El centrocampista cincovillés entró en el equipo a raíz de la sanción de Tomás Alarcón, expulsado en El Molinón, y ya no volvió a salir. Jugó el partido completo ante la Ponferradina; 88 minutos en Andorra; y una hora el pasado sábado, en la derrota ante el Deportivo Alavés, cuando se confirmó que está por delante del chileno.

El propio Escribá viene anunciando en sus intervenciones ante los medios de comunicación que está muy satisfecho con el rendimiento de la dupla Zapater-Francho, y después cumple su palabra: los canteranos parten de inicio mientras el resto espera su oportunidad en el banquillo.

Así fue contra el Alavés, en un duelo dividido en dos. Una primera mitad en la que el centro del campo tuvo presencia y protagonismo; y una segunda en la que, con el marcador desfavorable, el equipo se partió y la medular quedó convertida en una zona transitoria, casi irrelevante.

Durante los primeros 45 minutos, se pudo ver lo que son Alberto Zapater y Francho Serrano. Esa mezcla que tanto gusta a Fran Escribá, que parte del equilibrio y que, hacia delante, requiere mucha más chispa de la exhibida por el Real Zaragoza este pasado sábado en La Romareda.

El capitán guardó más la posición para que Francho se descolgase y conectase con los de arriba. Con un ataque que se volcó a la derecha y, en demasiadas fases, se vio encerrado por la forma en que Valentín Vada ralentizó el balón.

Si el puesto natural del argentino no es el de extremo izquierdo, por donde solía actuar hasta la incorporación de Bebé, mucho menos lo es el derecho. Un dominio que requiere otro empuje y que, además, le imposibilita lanzar sus clásicas diagonales para aparecer desde la segunda línea.

Vada es uno de los grandes perjudicados del 4-4-2 de Escribá. Y eso que juega. Enjaulado, pero juega. En una demostración de lo descompensada que está plantilla, de los muchos jugadores que no tienen cabida en este sistema ni en el modo de entender el fútbol que promulga el preparador valenciano.

Los olvidados

Los casos más evidentes son los de Jaume Grau, Manu Molina y Eugeni Valderrama. Los dos primeros son mediocentros posicionales alejados del perfil que busca Escribá. El tercero, un centrocampista más ofensivo que, al igual que Vada, no está cómodo cuando se le desplaza a la banda.

Todos ellos son ahora suplentes de Zapater. De un hombre que, camino de los 38 años, es el décimo futbolista más utilizado de la plantilla. Suma 815 minutos repartidos en 17 encuentros. Y todo, a pesar de un inicio de temporada en el que apenas contó para Carcedo, y de un mercado de invierno que le trajo, como petición expresa de su técnico, la competencia directa de Alarcón.

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