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Real Zaragoza-Alavés: sol y sombra

La "contundencia" en las áreas definió el partido. Los vitorianos fueron mucho más determinantes. 

Simeone cae al suelo tras un fuerte choque.
Simeone cae al suelo tras un fuerte choque.
Toni Galán

Fútbol a las cuatro y cuarto de la tarde. Horario añejo. De sobremesa. De sol y sombra en los bares y también en el campo. En una Romareda partida en dos. Como el partido. Con un Real Zaragoza inofensivo y un Alavés concluyente, que condenó cada error, cada indecisión, con goles.

Así fue la primera parte. Sol en el área de Cristian Álvarez; sombra en la de Sivera. Sol en el ataque -en un solo ataque del Alavés- y sombra al otro lado, con los de Fran Escribá desperdiciando una y otra vez sus llegadas al área.

Ahí se deciden los partidos: en el área. En el área que no fue defendida en el gol de Mamadou Sylla. En el área que lo cambió todo ayer, con ese desajuste en el marcaje en zona que permitió al delantero senegalés rematar, sin oposición alguna, un centro perfecto de Toni Moya.

Fallo imperdonable. Como imperdonable fue la acción que precedió el gol. Esa falta innecesaria de Valentín Vada que propició que el Alavés, tan contundente en el juego áereo, explotase una de sus principales virtudes.

Hasta entonces, el Zaragoza era el claro dominador del encuentro. Después nada fue lo mismo. Los avances perdieron profundidad. Solo Simeone y Bebé llevaron algo peligro ante un Alavés que, sin dejarles correr, no tuvo problema en ser sometido. Esperó su momento, y llegó en una segunda parte en la que a la sombra hizo mucho frío y el sol calentó menos…

Toni Moya, Asier Villalibre y Luis Rioja desnudaron la zaga zaragocista y, enfrente, la tarde se terminó de apagar. Los primeros cambios no funcionaron; los destellos del jovencísimo Pau Sans llegaron tarde; y la descarga de Bebé a la escuadra, también.

Ambos equipos demostraron por qué están donde están. La contundencia define los objetivos de esta categoría y ayer solo la tuvo el Alavés. Un bloque que acompaña su rigor defensivo de pegada y que, no lo olvidemos, reúne en sus filas a futbolistas de gran calidad individual.

Mientras el Zaragoza extraña a sus lesionados, los vitorianos se permiten guardar en el banquillo a fichajes de relumbrón, como el propio Villalibre, u otros nombres diferenciales en como Salva Sevilla -a pesar de su edad- o Xeber Alkain.

Mientras Fran Escribá sigue usando a Miguel Puche como recurso de urgencia, los rivales asaltan La Romareda con delanteros incisivos, certeros, que recalcan la importancia de tener un ‘9’ de verdad.

Mientras Gueye continúa en la sombra, el zaragocismo busca la luz en chavales como Pau Sans, en un chico que en apenas 25 minutos demostró más que otros en todo lo que llevamos de temporada.

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