Anda el Real Zaragoza hace días con la flecha de su trayectoria liguera hacia abajo. Empezó el curso dubitativo y, lejos de embocar la senda de la mejoría progresiva, se ha ido poco a poco hacia el otro lado, el de las pifias, la escasa solvencia, los malos resultados globales, las cifras admonitorias de dificultades severas que se recogen en el apartado de goles y disparos a puerta y, sobre todo, el de las malas sensaciones (esto no sale en el ‘big data’) que destila el juego de los muchachos de Juan Carlos Carcedo.

Y dentro de esta órbita, que dibuja una línea con muchas curvas amenazadoras para un Zaragoza que puede salirse del carril malamente de no empezar a ganar ya mismo y con repetición, en esta noche de viernes –otra vez la ruleta con pedal de LaLiga– el cuadro aragonés visita al Tenerife en el siempre dificultoso Heliodoro Rodríguez de Santa Cruz.

Un partido lleno de aristas en esta década en Segunda División, donde el empate suele saber a triunfo y la derrota, aunque sea ser sin muchos goles, es lo habitual. La cuestión es que Carcedo acude a la isla apurado, como viene sobreviviendo hace varias semanas gracias a las aldabas que sujetan su posición como técnico de un equipo que, sencillamente, no funciona. Y el técnico riojano y, por extensión, su plantilla, no tiene más margen para fallos, patinazos y regresos a casa con la cesta de los puntos vacía.

Es el segundo partido seguido a domicilio que propone el libro de ruta zaragocista en esta importante fase de la primera vuelta. Y este grupo manufacturado por Miguel Torrecilla este verano (a base de mucha continuidad de piezas y de pocos y, por ahora, nada solventes refuerzos) sale de una decepción –más– en Granada, donde cayó 1-0 el último día. Pero es que, en la anterior cita lejos de casa también cayeron 1-0 en Santander. Y en la precedente, 2-0 ante el colista Mirandés en Anduva.

El histórico reciente avisa de arenas movedizas para Carcedo, Torrecilla y el resto de la tripulación de no mediar este viernes una victoria. La bolsa de aire respirable ha ido adelgazando con el discurrir de la competición y la acumulación de malos resultados (solo tres partidos ganados de 12, apenas siete goles marcados en esa docena de duelos) y el Zaragoza iniciará esta velada próxima la jornada 13ª a un solo punto de la zona de descenso. O sea, que como vuelva a fallar, mañana sábado –o el domingo– el equipo de Carcedo se meterá en el barrizal clavado hasta la barbilla inexorablemente.

Estos son los prolegómenos de la cita insular de este día. Que es el primero de siete frenéticos. Porque la liga trae otra jornada intersemana que, en el caso del Zaragoza, traerá al Andorra FC a La Romareda el martes, festivo día de Todos los Santos, y volverá a llevar de viaje al equipo hacia Vitoria para jugar el viernes que viene allí contra el Alavés.

Considerar que Carcedo y Torrecilla, máximos responsables de área en lo deportivo, no están en entredicho a estas alturas es un ejercicio de funambulismo con un pañuelo negro en los ojos sobre un cortado de 100 metros bajo la sirga. O el Zaragoza comienza hoy a ganar o, por más que la orquesta siga tocando, el Titanic empezará a escorarse. Es la ley del fútbol.

Carcedo sigue con las bajas de Azón y Francho, a las que añade la de Bermejo. Como este es un año sin brillos, a estas alturas, casi en noviembre, nada es demasiado relevante en este capítulo de ausencias. Jugarán otros y ya está. Quizá hasta el filial Naranjo, delantero cuya presencia augura que Simeone y Gueye esta vez sí pueden jugar juntos. Del Tenerife, un igual, poco hay que atender si el Zaragoza no cambia su praxis.