análisis

Real Zaragoza: un mercado de mínimos

El estreno del Miguel Torrecilla como gestor de las altas y bajas del club aragonés se salda, como se preveía, sin revoluciones profundas y la intervención en la principales urgencias del equipo: un delantero centro (Alegría), un central (Peybernes) y un centrocampista mixto (Sanabria). Han salido Papunashvili (Apollon Limassol), Raí (Deportivo), Buyla (UCAM Murcia) y Guitián (Bolívar), y se ha registrado a Francés con ficha del primer equipo.

Presentación de Miguel Torrecilla como director deportivo del Real Zaragoza
Presentación de Miguel Torrecilla como director deportivo del Real Zaragoza
José Miguel Marco

No engañó a nadie Miguel Torrecilla cuando en su presentación como director deportivo del Real Zaragoza a principios de diciembre aventuró un mercado invernal de pocos latidos y escaso ajetreo. Al contrario de ciertas corrientes de opinión, el nuevo ejecutivo entendió que la plantilla no exigía ni profundas revoluciones ni precisaba de una política de devaluación pública. 

Esta posición de Torrecilla la acotaba un marco muy concreto de acción. Primero, y como punto de partida nuclear, los conocidos límites salariales y económicos del club, comprimidos aún más por los efectos de la pandemia en los flujos de caja de cara a la segunda mitad de la temporada (en torno a 800.000 euros de recorte). Por un lado, además, el bajo atractivo deportivo del equipo ante su situación clasificatoria (al contrario que hace un año, reclutar descartes en Primera en enero era más complicado). Por otro, el análisis objetivo, profesional y desinteresado de la virtudes y carencias de la plantilla heredada. Y, por último, la confianza en lo que debía constituir el movimiento de palanca esencial en el rendimiento: la figura de JIM como entrenador. Dos meses después de aquella puesta en escena, el Real Zaragoza ha cerrado su plantilla de acuerdo a la línea esbozada por Torrecilla a su llegada, con un saldo de tres altas y cuatro bajas, sin vuelcos radicales a la composición del grupo y con las prioridades fijadas en las debilidades principales del equipo: dominio de ambas áreas y mayor recorrido y cantidad de fútbol en el centro del campo.

De este modo, el Zaragoza ha suscrito un delantero centro con presencia en los metros finales y fortaleza física y aérea como Álex Alegría, cedido por el Mallorca; un central especialista en el juego aéreo y en los duelos como Mathieu Peybernes, prestado del Almería; y un centrocampista de perfil mixto, con recorrido, motor y cierto tacto con la pelota como Juan Manuel Sanabria, también cedido por el Atlético de Madrid. Un fichaje por línea. 

Como se observa, hay varios puntos comunes en estas operaciones. Alegría y Peybernes representan experiencia y cicatrices en la categoría, más allá de sus cualidades técnicas y tácticas de cada uno. Son hombres, además, llegados de equipos en dinámicas de ascenso a Primera División como Mallorca y Almería. Ambos son movimientos de emergencia, tiros rápidos y directos a las debilidades principales del equipo. Sanabria es otro tipo de apuesta, un chico joven, con mucho fútbol por delante, inexperto, pero con credenciales en la categorías menores de Uruguay. Su fórmula de contratación, una cesión sin opción de compra ni otros derechos futuros pactados (como una segunda temporada de cesión), también revela esa presteza con la que Torrecilla ha querido parchear al Real Zaragoza en enero.

Esta diligencia en las operaciones subraya la incontestable prioridad del director deportivo en sus primeros meses de labor: taponar la herida deportiva abierta en el rendimiento presente del equipo y aparcar el boceto de un proyecto futuro. Ni el ‘timing’ de su llegada al Zaragoza era el más favorable -con el mercado a las puertas y con contrato y trabajo en el Waasland Beveren belga hasta el día anterior a su incorporación- ni disponía de mucho tiempo para planificar nada. Torrecilla ha apartado, de este modo, su política del medio y del largo plazo, y ahí está el denominador común de las operaciones invernales: cesiones simples hasta el 30 de junio, desvinculaciones definitivas en las salidas salvo en la cesión de Buyla y cierta rapidez en la selección de objetivos. En este aspecto, Torrecilla ha tirado de agenda y viejos hábitos: desde jugadores de su círculo como Álex Alegría y Peybernes, conocidos de anteriores etapas en otros clubes, a intermediarios o representantes más o menos próximos en su trayectoria en los despachos, como, por ejemplo, el controvertido Quique Pina, clave en la llegada de Peybernes y bien relacionado con otros movimientos realizados por el Zaragoza en las últimas semanas.

Además de los tres fichajes firmados, Torrecilla también ha ejecutado un movimiento lógico y coherente con el patrimonio de la entidad: el registro de Alejandro Francés con ficha del primer equipo. Una operación enfocada a ahorrarle a Juan Ignacio Martínez quebraderos de cabeza y situaciones de riesgo en la gestión de las licencias amateurs cuando tanto Francés, como Francho y, presumiblemente, Sanabria, inscrito en esa condición de jugador de cantera, tendrán una presencia importante en los planes del entrenador. Además, Iván y Carlos Azón están en dinámica de primer equipo. El paso dado con Francés también pone pone en valor al joven central, de imponente crecimiento y prometedor porvenir, a la vez que, quizá, deje alguna pista por el camino sobre el futuro de Francho Serrano, a quien no se le ha inscrito con licencia de primer equipo desembolsando aún el canon correspondiente.

Este mercado de mínimos, de urgencia, del Real Zaragoza se ha completado con cuatro salidas: Papunashvili se marchó al Apollon Limassol con carácter definitivo, Raí Nascimento aceptó la rescisión de su contrato para irse al Deportivo, al igual que Guitián, degradado en el escalafón de centrales, se desvinculó para firmar por el Bolívar. Además, se ha cedido a Nick Buyla al UCAM Murcia y se ha trasladado el préstamo de Bikoro del Numancia al Badalona. No pudo, en cambio, Miguel Torrecilla encontrarle destino a Vuckic, tal y como era su objetivo final del mercado, con la intención de liberar masa salarial suficiente para fichar un extremo (el atacante esloveno percibe esta temporada en torno a 400.000 euros brutos debido a una prima de fichaje en concepto de firma como futbolista con la carta de libertad, y en las próximas temporadas de contrato hasta 2023 ese salario es inferior). Tampoco se han producido salidas de futbolistas en cartera de otros clubes o con ofertas firmes, como Narváez (Elche) o Chavarría (Granada). 

Después de esta reforma, el Real Zaragoza queda compuesto en la portería por Cristian Álvarez, Ratón -no se consumó su salida al Nástic ni su relevo por René Román- y Carlos Azón; en la defensa por Tejero, Vigaray, Francés, Atienza, Jair, Peybernes, Nieto y Pep Chavarría; en el centro del campo por Eguaras, Francho Serrano, James Igbekeme, Adrián González, Sanabria, Javi Ros y Zapater; en la zona de extremos y mediapuntas por Larrazabal, Zanimacchia, Bermejo, Narváez y Vuckic; y en la delantera por Gabriel Fernández, Iván Azón y Álex Alegría.

Este es el Zaragoza que tendrá a su servicio Juan Ignacio Martínez, sin duda, el fichaje de mayor calado y peso para que el equipo levante la cabeza y sobreviva de aquí a junio.

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