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Los retos futbolísticos de Juan Ignacio Martínez en el Real Zaragoza que hereda

El entrenador del Real Zaragoza necesita reparar, sin pérdida de tiempo, las carencias del equipo. El sábado en Cartagena se espera ver una mejoría en el ataque, la defensa y la creatividad.

Jim, en primer plano, el último día en la banda de La Romareda ante el Lugo.
Jim, en primer plano, el último día en la banda de La Romareda ante el Lugo.
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Juan Ignacio Martínez ‘Jim’, el nuevo y tercer entrenador del curso 20-21 del Real Zaragoza, afronta un periodo apasionante y crucial para la vida, para la resurrección del equipo aragonés tras el trimestre negro del inicio de la actual temporada. Se trata, ni más ni menos, de arreglarlo todo. Porque, las luces vistas en el grupo desde septiembre –cuando las pudo haber– siempre han resultado, hasta hoy, insuficientes para competir con garantías en Segunda División. La 21ª posición en la tabla, penúltimo con solo 16 puntos de 57 disputados en el haber, denuncia el presente zaragocista.

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Jim es el asidero último. Un técnico experimentado, curtido, que viene a interpretar los indicios de cierta lucidez que el equipo dio en su arranque bajo la batuta de Rubén Baraja (aquellos 7 puntos de los primeros 9 dirimidos que engañaron terriblemente al ojo). También los que emitió con cuentagotas en la breve era de Iván Martínez y que, ahora, ha de propulsar, hinchar y agrandar Jim para que sean útiles para ganar muchos partidos y lograr huir de la cola de la clasificación en la segunda vuelta del torneo.

Cualquier cosa que Jim logre mejorar, de las muchas asignaturas que el equipo tiene suspendidas en su primer parcial –coincidente casi con la primera mitad de la liga–, va a ser un germen de positivismo, una carga de inputs esperanzadores tanto para el técnico, como para los futbolistas, como para la afición. De la misma gravedad y hondura de la encomienda, Jim puede sacar decenas de provechos ilusionantes si es capaz de ir reparando cuestiones muy básicas del juego –deficiente, malo– de sus nuevos pupilos.

Es la clave del milagro soñado en estas fechas de Nochevieja en el entorno blanquillo: que Jim alivie las carencias manifiestas en ataque, en defensa, con el gol, en el balón parado, la estrategia  (tanto a favor como en contra), en la creatividad y la combinación... Eso sí, Jim no tiene tiempo que perder. No caben llamadas al medio plazo o a la paciencia. Lo que sea, ha de ser ya. Trabaja sin red. Por ello, toda progresión visible en adelante será vital, oxígeno puro.

El gol, arma clave extraviada

Juan Ignacio Martínez sabe que lo más grave de la patología futbolística del Real Zaragoza es su carencia de gol. Su escasísimo tino ante las porterías rivales. Tiene bajo su mando un grupo que, de facto, solo ha logrado 9 goles con firma propia en 19 partidos. Cierto es que en su balance aparecen 14 en ese casillero, pero suyos son solo nueve. Los cinco de diferencia son dos que se marcaron los rivales en su propia puerta y los tres que vinieron del cielo, vía normativa y sin padre, por la alineación indebida del Alcorcón en septiembre.

Este ritmo paupérrimo de goles ha de multiplicarse exponencialmente en las 23 jornadas que faltan hasta el final. Al menos, habrá de cuadruplicarse, según dice la jurisprudencia de las salvaciones históricas. Por aquí, si Jim es capaz de descubrir los goles de los aún inéditos delanteros y centrocampistas con –supuesta– llegada, merecerá loas de grandes decibelios. Es su gran tarea.

De hecho, de los 28 futbolistas utilizados hasta ahora en liga por el primer equipo zaragocista (23 de la primera plantilla y cinco más asomados desde el filial puntualmente), solo cinco de ellos han visto portería en el torneo de la regularidad. Y únicamente uno, Narváez, ha repetido, con 5 dianas en su cartilla personal. Los otros cuatro acompañantes, Ros, Adrián, Igbekeme y Chavarría son, por ahora, rarezas eventuales en la labor anotadora.

Gabriel Fernández, Vuckic, Zanimacchia, Larrazabal, Bermejo... fueron fichajes de la desmontada área deportiva anterior –Lalo Arantegui y José Mari Barba– que vinieron a marcar goles y aún no lo han hecho una sola vez. Jim tiene en este apartado una vía de crecimiento inmensa respecto de su trabajo. Sacar petroleo de ahí en forma de goles, además de clonar varias veces los aciertos breves de Narváez, Adrián... es un reto del que el nuevo entrenador puede salir fuertemente reforzado. Baraja e Iván no lo lograron. Jim cree que aún está a tiempo de resolver este sudoku. Es menester si el Real Zaragoza pretende salir airoso y no caerse a Segunda B en mayo.

Jugar a domicilio, un calvario a aliviar

Jim recoge un equipo con un encefalograma casi plano cada vez que juega como visitante. Esta asignatura, de carácter global en el ámbito futbolístico, es la que más daños ha ocasionado en la primera vuelta y, por ella, el equipo está hundido. Porque es lo que sucede siempre a los que, de 9 partidos jugados como visitantes, suman ocho derrotas y un simple empate real, convertido en victoria administrativa posteriormente por un error del rival (asunto Alcorcón, en el primer viaje).

Los ocho últimos partidos jugados fuera de casa son bofetadas. Una tras otra:contra Leganés, Mirandés, Tenerife, Ponferradina, Espanyol, Castellón, Almería y Sporting de Gijón. En siete de ellas, sin marcar un solo tanto. De hecho, el único anotado como huéspedes en lo que va de torneo, en Ponferrada, fue inútil. En ocho de los nueve partidos jugados lejos del hogar, el Zaragoza no ha marcado: el empate del primer día en Alcorcón fue un 0-0 (luego transformado en 0-3 por el reglamento tras la pifia en la alineación de los madrileños, que regalaron dos puntos a los blanquillos; no tres, dos).

Cartagena, ya este mismo sábado, es el primer escenario que tiene Jim para reparar esta errática trayectoria fuera de La Romareda. Imperioso mandato. Innegociable labor de rehabilitación de un equipo que necesita solvencia y rentas a domicilio. Si lo logra, también estará introduciendo al Real Zaragoza en el camino de la salvación. Es otro vector de positivismo que debe explotar ya, una vía abierta.

Algún penalti, alguna falta...

Cuando un equipo anda justo de recursos y una temporada se tuerce, el balón parado y la estrategia son asideros para sobrevivir. Es una tesis ancestral. Y el Real Zaragoza, en sus 19 partidos ya consumados, presenta números insostenibles en este aparatado clave, un flotador al que Jim debe aferrarse como sea, de súbito, desde el sábado en Cartagena. El técnico ha recibido en herencia a un equipo que, ni con Baraja ni con Iván, fue capaz de provocar un penalti en las áreas rivales, ni de anotar una falta directa de las pocas de las que ha gozado en las proximidades del área contraria (Zanimacchia, presunto especialista en la cantera de la Juventus, no ha dado fe de su anunciada destreza).

La comparativa agudiza la gravedad de la nula gestación de penaltis a favor: el año pasado, a estas alturas, el Real Zaragoza ya había lanzado 10 y alguno más se había ido al limbo. Ahora, no solo el equipo está inédito en las penas máximas a su favor desde el verano, sino que se ha mostrado incapaz de forzar a los adversarios a situaciones límite en sus áreas y de hacer dudar, siquiera mínimamente, a los árbitros o al VAR.

En cuanto a las faltas, el problema viene de más largo. Es algo endémico en el último trienio. El último golpe franco que marcó un zaragocista fue hace tres campañas, ejecutado por P. Biel en Tarragona, y fue el único de esa temporada. El año pasado nadie vio puerta en esa disciplina. Y en este curso, por ahora, tampoco. Desde que, hace cuatro campañas, Zapater marcase tres faltas por la escuadra y Buff le secundara con una cuarta, el Real Zaragoza no tiene unos números normales en esta faceta básica del juego de pelota detenida. Jim tiene ante sí, por este flanco, otro mecanismo futbolístico del que sacar provecho material y anímico de este grupo.

No se trata solo de afinar la puntería y el punto de mira de los jugadores susceptibles de sacar sustancia de estas acciones. Antes, para que así puedan ser ejecutadas, es necesario crear, imaginar, armar jugadas de peligro en el área adversaria o sus proximidades. El medio campo tiene mucho que decir al respecto. La creatividad, la profundidad, la rapidez, la improvisación... son una mina múltiple para que Jim la explote y, con ella, lleguen más cargas positivas al equipo y a su envoltorio.

Defender el juego aéreo y la estrategia

La defensa y la portería, en un año tan revirado, no se salvan del suspenso y Jim, el atareado preparador alicantino, también afronta en este apartado una faena de gran envergadura y repercusión en el pretendido éxito futuro. No solo son sensaciones. También las cifras señalan con el índice a la retaguardia como agujero mortal del equipo en lo que va de liga.

El Real Zaragoza ha encajado 6 goles de manera directa tras balones llegados de saques de esquina. Cada córner es un sufrimiento de sudor frío para el equipo. Con el pie, por ausencia de marca firme en la frontal del área, marcó Lemos para Las Palmas en el 2-2 del estreno liguero. Repitió en Leganés, en trama similar, Arnáiz para hacer el 1-0 decisivo. En Tenerife, Cristian Álvarez se marcó en propia puerta –otro 1-0 fulminante– tras un remate a quemarropa de Fran Sol en el segundo palo. El Oviedo hizo el 1-1 en La Romareda tras un cabezazo de Borja Sánchez ante una caótica salida del portero Ratón; y se acabó perdiendo 1-2. Y, en Ponferrada, el único día en el que el Zaragoza tuvo minutos en ventaja a domicilio, un córner directo de Ríos Reina y otro cabeceado a bocajarro por Romera voltearon el marcador hasta el 2-1 final. Fueron cinco derrotas y un empate, balance fatal.

Y, además, los rivales hicieron 5 goles de cabeza en el área pequeña con balón en juego: Chavarría para el Málaga; Moha en Miranda; Sylla para el Girona; el citado Borja para el Oviedo; y Romera en Ponferrada. Mala defensa por alto que costó cuatro derrotas y un empate. Otra herida a suturar.

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