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Alcorcón-Real Zaragoza: el primer contacto con el exterior

El equipo aragonés de la temporada 20-21 afronta este sábado (16.00) su estreno en el papel de visitante en el singular (pero esta vez vacío) campo de Santo Domingo del sur de Madrid.

Nick, Narváez, Jair, Vuckic, Adrían González... varios de los nuevos del equipo en la Ciudad Deportiva en el entrenamiento del jueves.
Narváez, Jair, Vuckic, Adrían González... varios de los nuevos del equipo en la Ciudad Deportiva en el entrenamiento del jueves.
Oliver Duch

Llega el segundo paso en el anómalo inicio liguero del Real Zaragoza en la competición 2020-21. La cita es esta tarde, en la sobremesa (16.00), en el pequeño estadio de Santo Domingo de Alcorcón, al sur de Madrid. Se trata de la cuarta jornada para la mayoría de los equipos de la división de plata, pero para los zaragocistas será su segundo duelo al tener aplazados los dos del inicio del calendario hasta nueva orden a causa de la tardía conclusión de la promoción del año precedente. Son las herencias del lío que organizó LaLiga en pleno verano y que aún tiene peajes pendientes, como es el caso.

En su debut particular, el Zaragoza de Rubén Baraja patinó ante Las Palmas hace una semana en La Romareda con un empate, 2-2, que aún escuece por cómo se desarrollaron los últimos minutos. Hoy toca otra puesta de largo, la que corresponde al modelo de equipo que actúe como visitante. En condiciones normales, este es un matiz importante en el mundillo del fútbol in illo témpore. Ahora, con los estadios vacíos de público, se ha convertido en algo menos relevante –no pesa tanto el valor de local– pero, por inercia, sí que presenta matices a analizar en los albores de cada competición, mucho más cuando un equipo cambia de cara tan seriamente como lo hace el Zaragoza actual.

El Alcorcón no es de los rivales potentes de la categoría, a priori. Nunca lo parece. Pero es un clásico. Un irreductible que cada año, a su manera, se sujeta en Segunda con más o menos brillos. Por ello ha adquirido una fama, una vitola, que lo hace visible por tradición como un club rocoso, peleón, sobre todo en su pequeño campo, con hechuras de divisiones más bajas, lejos de las arquitecturas magnas de estadios mayores.

En sus tres primeros encuentros del nuevo curso, curiosamente, ha obtenido los tres marcadores posibles: ganó uno, en su terreno –como hoy– al Tenerife (2-0); empató otro, 0-0 en Miranda de Ebro; y perdió el más reciente, hace seis días en Málaga (1-0). Esta dinámica muestra una falta de solera en su rendimiento. Pero como locales no fallaron. El año pasado fueron potentes lejos de casa, quizá esta vez les toque lo contrario. Por cierto, en sus filas es nuevo ariete el ex zaragocista Gual. Ojo a la maldición de los rebotados, un mantra a temer por estadística ancestral.

Baraja tiende a modificar poco el once inicial con el que se presentó hace unos días ante Las Palmas. Pero lo hará por fuerza porque pierde en el lateral zurdo a Nieto, expulsado ese día y no perdonado por los comités pese al recurso del club. Ahí retrasará a Chavarría, el fichaje modesto que ha venido para jugar precisamente en ese flanco de la zaga y no como extremo, como el técnico lo ubicó por falta de piezas ante los canarios. El hueco que queda delante, en la medular, es posible que sea para el veterano Adrián González, aunque ya vuelve el italiano Zanimacchia tras superar su lesión muscular y opta a ese papel en el reparto.

El entrenador ha de hacer la pretemporada con puntos en juego. No le queda otro remedio después de acometer una fase minúscula de entre ligas y con la incorporación de varios refuerzos tarde por diversos motivos. Jair, que viajó por fin, y Bermejo –este se quedó en tierra– aparecerán con demora por lesión. Gabriel Fernández acometerá la titularidad más adelante, cuando tenga los cinco sentidos bien regulados en su encomienda. Larrazabal, recién llegado de Bilbao y ya en la expedición, todavía debe tomar el pulso a su nuevo destino. Como Raí Nascimento, el hijo pródigo redivivo tras año y medio en Ibiza.

El zaragocismo espera hoy señales de luz, de ilusión. Una mejoría que alimente la esperanza en este presente nada ordinario. Aún se recuerda con añoranza la goleada lograda en este mismo partido, en fechas similares, hace un año (0-3), que puso al equipo colíder.

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