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El antes y el después que supone este extraño domingo sin fútbol

De no haber estallado la crisis mundial del coronavirus, este 15 de marzo de 2020 el Real Zaragoza recibiriá al Alcorcón en La Romareda y las ligas seguirían incandescentes en su recta final. Ahora, todo se ha desvanecido.

Estadio de La Romareda, vacío y sin actividad alguna a corto plazo.
Estadio de La Romareda, vacío y sin actividad alguna a corto plazo.
Toni Galán

La humanidad, al completo, vive días extraños. La crisis del coronavirus ha irrumpido en la vida de las personas como un cataclismo. La sensación es de ruptura, de confusión máxima, de inadaptación a unas pautas de conducta que, en la modernidad del siglo XXI en las zonas desarrolladas del mundo, retrotraen a eras pasadas, derivan a los guiones de películas que se consideraron de ficción y, en unas pocas horas, se han terminado convirtiendo en realidad. Todo lo cotidiano, lo habitual, lo recurrente, se ha visto alterado. 

Es una crisis de matriz sanitaria, de salud, vital. Pero, por la parálisis global que genera este conflicto mundial en el minuto a minuto de una sociedad capitalista, que camina a velocidad de crucero desde hace unas cuantas décadas en la progresión de la economía, las finanzas, la empresa, el ocio, el consumo y los hábitos particulares y grupales, todas las personas y colectivos observan este presente, irremediablemente, con un ojo puesto en el futuro inmediato que nacerá el día en el que pueda darse por solventado médicamente el ataque indiscriminado del virus Covid-19 a todos los seres humanos.

El capitalismo es así. Todo gira en torno al dinero. Y, en este asunto que concierne en marzo de 2020 a todo el orbe, el del coronavirus, las propias medidas extraordinarias de los gobiernos de los países afectados lo demuestran sin rubor ni recato: hay que intentar derrotar al virus, a la enfermedad, cuánto antes y de la manera más solvente posible, pero paralelamente se deben establecer medidas del ámbito financiero, económico, laboral, que calmen a la población y difuminen la sensación de amenaza de ruina o cambio de paso radical que aguarda a infinidad de gremios, de pequeñas y medianas empresas, de actividades que hasta ahora han discurrido por unos caminos concretos y que deberán modificarse por completo para ser viables

El fútbol es uno de esos sectores que está afrontando este parón en seco de sus dinámicas de negocio con especial énfasis. No es obsceno tratar este asunto cuando miles de personas se ven afectadas por una enfermedad que, en un porcentaje concreto, es mortal. Una cosa lleva a la otra: como les pasa a los hosteleros, a los distribuidores de diversas mercancías, a los comerciantes, a organizadores de grandes eventos, al área del turismo... Muchos millones de euros del PIB (Producto Interior Bruto) de los países están comprometidos desde ya por el detenimiento radical del modo de vida de las gentes. Y el fútbol profesional, como viene advirtiendo en España hace días Javier Tebas, el presidente de La Liga, supone el 1,37 por ciento del total. Una cifra de negocio enorme que se expande en forma de racimo.

Por eso, lo mismo que Pedro Sánchez y el Gobierno anunció, de la mano de las cuestiones mayores relativas a la enfermedad y el complejo mecanismo sanitario que hay que adoptar ante este coronavirus pandémico, medidas de choque en el terreno empresarial, financiero y tributario (es indisoluble lo uno de lo otro para que el país no se resquebraje), en la cúpula del fútbol español ya se analiza cuál puede ser el futuro próximo tras este crash previsible al quedar suspendida y demolida la competición 2019-20 cuando solo restaban dos meses y medio para su conclusión.

Tebas, que intentó que se siguiera jugando la liga (a puerta cerrada) hasta primera hora del jueves pasado (hace solo cuatro días, que han pasado como cuatro meses, repletos de informaciones de hondura en lo médico y decisiones cruciales en lo político y económico), siendo el último dirigente del fútbol europeo de primer nivel en doblar la mano por tanto dinero como hay en juego, no tardó ni 24 horas en lanzar al aire la primera aproximación de las pérdidas, respecto de lo presupuestado, que va a generar al fútbol español esta detención de la competición: alrededor de 700 millones de euros se van por el sumidero si esto no se puede reanudar (hecho que se producirá en un 99 por cien de probabilidades). 

La Liga hizo un rápido bosquejo de lo que se avecina. Entre los 20 equipos de Primera, van a dejar de ingresar 494 millones de euros en concepto de derechos de televisión si no se disputan las jornadas que restan, que son 9 en la máxima categoría y 11 (más la Promoción) en la de plata. En Segunda, esa cifra es de 55 millones. Y por el impacto en el concepto de abonos (habrá que devolver lo no disputado), en Primera la estimación es de 78,1 millones y en Segunda de 9,9 millones. Asimismo, las taquillas que no existirán sin las jornadas restantes, abrirán una brecha de 38,8 millones en las SAD de Primera y de 2,6 millones en las de Segunda. 

Esta es la mezcla de sensaciones en una parte de la población. La que, además de afrontar con énfasis y aplicación el grave problema sanitario que acucia al mundo con la expansión del Covid-19, también sufre el brutal impacto de la paralización del día a día habitual, de la vida cotidiana, del anterior statu quo que ya no regresará de igual modo. El fútbol, como macro negocio mundial que es, está a la cabeza de lo que serán, cuando lleguen, las repercusiones y los efectos secundarios de este inesperado giro universal de sus pautas. Las SAD, los clubes, ya están en ello.

Ver La Romareda vacía, colegir lo estraño de que no haya actividad en este fin de semana de mitad de marzo ni la vaya a haber en mucho tiempo. Observar cómo la liga ha colapsado -para el Real Zaragoza tras el regreso de Málaga- y que en todos los clubes y entidades el trabajo rutinario desde agosto queda inconcluso y en el limbo, debiéndose adoptar medidas extraordinarias para garantizar lo venidero, tiene mucha más profundidad de lo que pareció a primera vista hace solo 72 horas, cuando todo esto debió acometerse con máxima urgencia. 

Al fútbol mundial, entre el cual el español es de los principales, le puede estar aguardando un futuro lleno de modificaciones. El coronavirus ejercerá de antes y después en muchos epígrafes de su desarrollo cotidiano. Al tiempo.

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