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La supresión de la muestra gastronómica deja sin trabajo a más de 300 personas estas Fiestas del Pilar

Los hosteleros y artesanos damnificados por la denegación de permisos a la muestra aragonesa presentan reclamaciones en el Ayuntamiento, y el empresario asegura que interpondrá una demanda.

Los afectados por la supresión de la muestra gastronómica, a las puertas del Ayuntamiento junto al empresario que iba a montarla, Luis Gorrachategui (izquierda).
Los afectados por la supresión de la muestra gastronómica, a las puertas del Ayuntamiento junto al empresario que iba a montarla, Luis Gorrachategui (izquierda).
Oliver Duch

“Es una decepción y una desilusión, porque teníamos muchas ganas, habíamos hecho una inversión importante… y nos hemos quedado sin nada”. Mari Carmen Sánchez y Cristina, su hija, resumían así este viernes lo que les ha supuesto la supresión de la muestra aragonesa. Vecinas de Zaragoza, hoy tendrían que haber empezado a vender sus piezas de bisutería, pero estaban a las puertas del Ayuntamiento, junto con otros afectados, para presentar reclamaciones en el registro.

El Consistorio decidió este jueves denegar los permisos al empresario que iba a montar la muestra, por lo que los 55 puestos previstos para el paseo de Echegaray y Caballero finalmente no se montarán. En total, calculan que hay más de 300 personas afectadas, ya que algunos de los mostradores empleaban a hasta diez personas. Pequeños empresarios y feriantes que no solo se han quedado sin poder ejercer en Zaragoza, sino que han perdido la posibilidad de vender en otras ciudades, como León, que tenían ferias este fin de semana.

Luis Gorrachategui, dueño de la empresa concesionaria, ha estado también en el Consistorio y ha garantizado a los vendedores que recuperarán el dinero que pusieron para reservar el puesto, que en algunos casos llega a los 20.000 euros. También ha señalado que va a demandar al Ayuntamiento en los tribunales “para llegar hasta el final de este asunto”, ya que a su juicio hay un problema de “manipulación y dobles raseros”.

El concurso de la muestra aragonesa ha tenido problemas desde el principio, ya que los dos aspirantes (Javier Molina, anterior licitador, y el propio Gorrachategui) fueron excluidos en un principio por no cumplir los requisitos. El Ayuntamiento preparó una segunda licitación, pero Gorrachategui recurrió el primer concurso y se resolvió a su favor, por lo que pudo firmar el contrato. Eso sí, la adjudicación llegó el 20 de septiembre, cuando ya debía estar montando los puestos y con toda la tramitación administrativa y contractual por hacer.

Esta semana, cuando presentó la documentación, el Ayuntamiento detectó que el proyecto de montaje presentado por Gorrachategui no se correspondía con la oferta presentada. “Se constatan importantes diferencias en el sistema constructivo, materiales utilizados, dimensiones y distribución”, justificó el Consistorio. El empresario asegura que la única diferencia es que en vez de puestos modulares quería instalar “los que se habían instalado los últimos años”, que estaban “mejor valorados por el jurado del concurso”.

“Que me dejen montar, hagamos la muestra y si creen que no he cumplido con algo, que me sancionen y no me dejen volver”, ha señalado el empresario. Gorrachategui cree que el problema es que “no se ha llevado el concurso el de todos los años -en referencia a Molina-”, y que ahora “hay que impedir que se haga la muestra a toda costa”. Y pone como ejemplo que en el recinto ferial (gestionado por el propio Molina) no se ha instalado noria, como exige el pliego “y no pasa nada, se monta el resto y da igual”.

Sea cual sea la causa, la consecuencia es que hay decenas de personas damnificadas. Joel Pantaleo y Julia Martella, de origen italiano, han señalado que han recorrido “más de 600 kilómetros” con su hijo de dos años para venir a Zaragoza, y que renunciaron “a otras dos ferias” para estar aquí. “Llevamos desde el lunes en la caravana esperando para montar el puesto, y nos vamos a ir sin ganar dinero y con todo el producto sin vender”, han lamentado.

Óscar, vendedor zaragozano de productos de artesanía, ha apuntado que tenía “una gran ilusión” por poder montar su puesto en su ciudad, tras varios años intentando entrar sin éxito. Ahora, confía en que el año que viene sí permitan ejercer su actividad. Una artesana que prefiere permanecer en el anonimato, ha apuntado que ha perdido “mucho dinero por venir a Zaragoza”. Esta barcelonesa estaba de ruta por distintas ferias de España y lo dejó “todo” para venir aquí. “He invertido más de 3.000 euros, más lo que dejo de ganar...”, lamenta. 

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