violencia de género

El octogenario que confesó el asesinato de su mujer en Zaragoza muere antes de ser juzgado

Antonio Giger Kaufmann estaba en prisión provisional desde que cometió el crimen en diciembre de 2022.

Un hombre de 83 años, autor confeso del asesinato de su mujer, de 80 años, a la que la Policía Nacional encontró muerta a golpes en una vivienda del número 42 de la céntrica calle de San Miguel de Zaragoza. En España, con esta mujer serán 44 las víctimas mortales de la violencia machista en 2022 y 1.177 desde que hay registros en 2003.
La Policía Nacional y el furgón de la Sangre de Cristo, en el portal del edificio donde vivían víctima y criminal. 
José Miguel Marco

Antonio Giger Kaufmann, autor confeso del asesinato de su mujer, falleció la semana pasada en el hospital Miguel Servet de Zaragoza. El hombre, de 85 años, había sido trasladado al centro sanitario desde la cárcel de Zuera tras sufrir una indisposición. Sin embargo, no superó el achaque y murió al día siguiente.

El octogenario permanecía en el centro penitenciario de forma preventiva pendiente de ser juzgado como presunto autor del homicidio de su esposa, María del Carmen Rincón Huerta, cometido el 19 de diciembre de 2022 cuando la mujer contaba con 80 años de edad. 

El propio criminal reconoció a la Policía que había acabado con la vida de su mujer en el domicilio que compartían en la céntrica calle de San Miguel de la capital aragonesa. Él tenía entonces 83 años, lo que no fue óbice para que fuera enviado a prisión provisional puesto que no existe ningún límite de edad máxima para ingresar en la cárcel, ni de forma preventiva ni con condena firme. Además, en ese momento fue examinado por los médicos forenses y no le detectaron ninguna dolencia especial. No obstante, en los últimos tiempos no estaba en los módulos normales sino en la enfermería de la prisión porque su salud se había ido deteriorando.

Antonio Giger Kaufmann, de doble nacionalidad suizo-argentina, llevaba cerca de cuarenta años conviviendo con su esposa (su segundo matrimonio), natural de la localidad navarra de Cortes. Aunque no había denuncias previas por malos tratos, la convivencia se había deteriorado hasta tal punto que la mujer había mostrado su intención clara de separarse. Al menos así se lo transmitió su entorno a los agentes del Grupo de Homicidios que investigaron el crimen.

Como suele ser habitual en un altísimo porcentaje de asesinatos machistas, el hombre no estaba conforme con la decisión de María del Carmen Rincón, comenzó a mostrarse agresivo y las discusiones se volvieron frecuentes. No obstante, parece que en este caso su oposición se debía a las consecuencias económicas que le podía suponer la ruptura más que a una cuestión afectiva. Pero, bien fuera por una u otra causa, tal y como reflejan las estadísticas, la separación (o el anuncio de la misma) es un momento crítico en el que las mujeres, sobre todo si ya han vivido episodios violentos física o verbalmente, deben tener el máximo cuidado porque es cuando se materializa la pérdida de control del hombre sobre la mujer.

En la tarde del lunes 19 de diciembre de 2022, Antonio Giger impuso su voluntad por la fuerza, cogió un martillo de la caja de herramientas y golpeó con él a su esposa hasta acabar con su vida. Un par de horas después, con manchas de sangre en la cara, bajó a la calle y en el paseo de la Independencia paró a una patrulla de la Unidad de Intervención Policial (UIP) de la Policía Nacional y dijo a los agentes: “He matado a mi mujer”.

Los policías, sorprendidos, informaron a la sala del 091 para que movilizara al Grupo de Homicidios de la Jefatura Superior de Aragón. Cuando poco después entraron en el domicilio del matrimonio encontraron el cadáver de la víctima en el salón de la vivienda, en medio de un charco de sangre. La autopsia confirmaría después que había recibido múltiples golpes.  

Antonio Giger Kaufmann recaló en Zaragoza en la década de los años 80 y trabajó en la Base Aérea. En esa época conoció a la que sería su segunda mujer, María del Carmen Rincón. La pareja no tuvo hijos y la mujer conservaba familiares en su localidad natal, Cortes de Navarra, pero estos no tenían buena relación con el hombre por la forma en que la trataba. Cuando conocieron el crimen convocaron una concentración de repulsa por el crimen de su paisana.

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