Condenada en Zaragoza por hostigar y grabar a una mujer hasta en los pasillos del súper

El 'stalking' o acoso adquirió rango de delito en España en 2015. Series de éxito como "Mi reno de peluche' de Netflix evidencian ahora la magnitud del problema.

Condena por acoso.
Condena por acoso.
V. M.

La gran reforma del Código Penal de 2015, la más importante desde su aprobación veinte años atrás, permitió dar entidad de delito en España al ‘stalking’, término anglosajón que sirve para definir el acoso, acecho u hostigamiento al que se somete a alguien mediante seguimientos, llamadas telefónicas continuas o cualquier otra fórmula que lesione gravemente la libertad y el sentimiento de seguridad de dicha persona. No hace falta que medie violencia física o verbal para poder denunciar. Y aunque en los casos menos graves esta conducta se castiga con multas, los jueces pueden llegar a imponer penas de cárcel.

El mejor ejemplo de hasta qué punto este tipo comportamientos empieza a convertirse en un verdadero problema ha sido el tremendo éxito de la serie de televisión ‘Mi reno de peluche’, uno de los grandes estrenos de la temporada en Netflix. Se trata una ficción basada en hechos reales que narra la historia de un camarero de Londres al que una mujer acosó durante cuatro años. Nunca le agredió, pero le envió 41.071 correos electrónicos, 350 horas de audios, 744 tuits, 46 mensajes de Facebook y 106 páginas de cartas. Toda una tortura.

Este mismo mes de mayo la Policía Nacional localizaba en Madrid a Rebeca García, una presunta acosadora venezolana que se ha hecho viral en redes sociales por protagonizar una historia muy parecida a la de la serie ‘Mi reno de peluche’. Los casos de varias personas que aseguraban vivir “aterrorizadas” por el hostigamiento de esta mujer han llevado al fiscal general de Venezuela a solicitar a España su extradición y la de su hermano Francisco, quien supuestamente también habría participado en estos graves episodios de acoso.

Tuvo que refugiarse en una sucursal bancaria

Salvando las distancias, estos casos bien podrían compararse con el denunciado por una vecina de un municipio de Zaragoza. La víctima asegura llevar años sintiéndose amedrentada por otra vecina que la insulta, la persigue por las tiendas e incluso la graba con el teléfono móvil en la calle, sin estar muy claro con qué fin. Y no parece ser ninguna invención o sensación subjetiva de la denunciante, puesto que un juez acaba de condenar ahora a la acosadora y a una amiga que se habría sumado a sus andanzas.

Como recoge el juez en su sentencia, la víctima vivió uno de los episodios de acoso más angustiosos el 6 de octubre de 2023, cuando salió de un supermercado de la localidad y las dos condenadas se acercaron a ella y empezaron a increparla mientras la grababan con un celular. La mujer buscó refugio en un estanco, pero estaba lleno de gente y tuvo que desistir. Al ver que sus hostigadoras no se iban, la vecina terminó pidiendo ayuda en una sucursal bancaria. Informada de lo que ocurría, una empleada cerró de la puerta de la oficina y llamó de inmediato a la Policía Local.

La escena se repitió al día siguiente en el mismo supermercado. La denunciante estaba haciendo la compra cuando su acosadora se situó detrás de ella y empezó a seguir sus pasos de forma intimidatoria por todo el establecimiento. Cansada de esta situación, la víctima decidió acudir a los tribunales. Y no era la primera vez, puesto que A. M. S. ya había sido condenada el 13 de septiembre de 2023 por coacciones a esta misma persona.

"Estos hechos han ocasionado a la denunciante una intranquilidad y desasosiego que hacen que haya llegado a tener temor a salir a la calle"

“Estos hechos han ocasionado a la denunciante una intranquilidad y desasosiego que hacen que haya llegado a tener temor a salir a la calle”, explica el juez al volver a condenar ahora a la acosadora y también a su amiga J. C. T. por un delito leve de coacciones. Atendiendo a la situación económica de ambas, les impone sendas multas de tres meses a razón de cinco euros diarios (450 euros). Eso sí, les advierte de que por cada dos cuotas no abonadas acumularán un día de privación de libertad.

Para evitar que el hostigamiento continúe, el juez también les impone a ambas un medida de alejamiento que les impide aproximarse a menos de 50 metros de la víctima o comunicarse de cualquier manera con ella, ni siquiera a través de terceras personas.

Su obsesión con los uniformados le cuesta la cárcel

El acoso acostumbra a ser consecuencia de una obsesión. Y parece difícil definir de otra forma lo que un vecino de Zaragoza, de 41 años e identificado como Sergio D. Z., procesa hacia cualquier agente de la autoridad que vista de uniforme: Policía Nacional, Local, Guardia Civil... De hecho, su forma violenta y recurrente de actuar ha llegado a costarle el ingreso en prisión. La última vez, en noviembre de 2022, cuando la Policía Nacional logró localizarlo tras permanecer dos meses oculto.

Los hechos por los que fue condenada esta persona se remontan al 12 de octubre de 2020, cuando arremetió y lesionó a dos funcionarios del 091 en la capital aragonesa tras exigirles que retirasen su vehículo oficial de la calle para que pudiera pasar él con el suyo. El Juzgado de lo Penal 6 de Zaragoza decretó el ingreso inmediato en prisión del detenido. Pero el condenado no se presentó en el Jugado por lo que también se lanzó la orden de búsqueda y detención.

El hombre, al que le constan numerosos antecedentes policiales, ya fue condenado a finales de 2019 por dos delitos de acoso y otro de amenazas, dirigidos a varios agentes de la Guardia Civil y Policía Local de Utebo y Casetas, durante 2017 y 2018. 

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