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Los edificios de Zaragoza que este año se vuelven centenarios

En 1924 la ciudad experimentaba una importante transformación urbana, con el tirón de la Expo de 1908, el éxodo rural y el auge constructor.

El Hotel Oriente, en el número 11 del Coso.
El Hotel Oriente, en el número 11 del Coso.
Heraldo

Zaragoza tenía en 1924 unos 150.000 habitantes. La ciudad no dejaba de crecer demográficamente y se expandía también por todos sus costados. El movimiento migratorio del campo a la ciudad provocó la creación de los llamados barrios obreros (Torrero, Las Fuentes, Terminillo o San José) y la burguesía se asentaba en el Casco Histórico con palacetes modernistas y edificios de vecinos.

Era la ‘belle epoque’ y la industria zaragozana también experimentó un importante crecimiento. "Durante la segunda década del siglo XX se llevaron a cabo importantes obras de infraestructura y se construyeron nuevos edificios que transformaron el aspecto de la ciudad", explican desde el Ayuntamiento de Zaragoza. En la web de su archivo hay una exposición virtual sobre los cambios en la ciudad en los últimos cien años y ahí se comprueba también que la década de los 20 del pasado siglo fue una época decisiva para la ciudad. Dos fenómenos se daban la mano en aquellos años: el auge de las promociones de viviendas baratas para la clase trabajadora en el entonces extrarradio y la construcción de edificios suntuosos en el eje del paseo de Sagasta, Ruiseñores y el paseo de Pamplona. También en la plaza de los Sitios, Hernán Cortes y en Conde de Aranda hay fantásticos edificios que este año se vuelven centenarios.

El Hotel Oriente, en el Coso zaragozano, en la década de 1950.
El Hotel Oriente, en el Coso zaragozano, en la década de 1950.
AMZ

Uno de ellos es el situado en el Coso, a la altura del número 11, en el que se ubica el Hotel Oriente. Cuentan que el edificio primigenio se construyó unos años antes uniendo dos fincas contiguas -al albor de la Exposición Hispano Francesa de 1908-, aunque la fachada que hoy se ve frente a la Mantería es obra de Pascual Sanfeliú del año 1924. La ornamentación es sobria y utiliza el lenguaje clasicista, en una década en la que el modernismo comenzaba a abigarrar las fachadas.

Una vista del archivo de Zaragoza del aspecto de la ciudad en 1924.
Una vista del archivo de Zaragoza del aspecto de la calle Don Jaime en 1924.
AMZ
Una vista del archivo de Zaragoza del aspecto de la ciudad en 1924.
La plaza de la Magdalena tal y como lucía hace justo un siglo.
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Unos poco metros más abajo, ya en el número 3 de Conde de Aranda, encontramos otro edificio levantado también en 1924, cuyo discurso difiere bastante de empleado en el Hotel Oriente. Se trata de un vistoso inmueble destinado a viviendas, del que los expertos destacan su ambición ecléctica y un tanto ‘sui géneris’. El proyecto original era responsabilidad del arquitecto Francisco Albiñana, aunque se ve la mano también en la construcción de la ampliación que Regino Borobio haría poco después. Llama la atención, sobre todo, por la arquería renacentista de la planta baja con arcos de medio punto apoyados en columnas jónicas y también es impresionante la decoración escultórica, "en la que unos atlantes sostienen el vuelo de los cuerpos laterales de la galería", se lee en la ficha de Patrimonio, que obliga a conservar sus fachadas, puertas y caja de escaleras. Dicen los expertos que el inmueble, que cuenta con grado de protección de interés ambiental, puede estar inspirado en el edificio del antiguo Banco de Aragón, construido diez años antes en el Coso, y que cuenta ya con unos de los primeros atlantes a orillas del Ebro.

La arquería en la primera planta del edificio de Conde de Aranda, 3.
La arquería en la primera planta del edificio de Conde de Aranda, 3.
Heraldo
Detalle de los atlantes que sujetan la balconada del primer piso.
Detalle de los atlantes que sujetan la balconada del primer piso.
Heraldo

Albiñana y Borobio son dos de los nombres que más suenan en estos años, como también Félix Navarro o Teodoro Ríos, quien en la década de 1930 fue autor de los planos de muchos edificios de viviendas en la calle de Costa o el paseo de Pamplona. Sin salir del Casco Histórico hay otro emblemático edificio que también se suma a la nómina de centenarios este año como es la Imprenta Blasco. Ubicado en el entorno de protección del Palacio de los Luna (actual Audiencia Provincial), el inmueble es fruto de la unión de tres edificios construidos por la familia Blasco entre 1921 y 1938, y todos ellos fueron proyectados y construidos por el prestigioso arquitecto zaragozano Teodoro Ríos. Cuenta con destacados elementos artísticos y constructivos (entre ellos el trabajo de azulejería realizado por el célebre ceramista talaverano Ruiz de Luna) y la estructura de madera del edificio sí es de 1924. El gran rótulo de entrada, las molduras y la carpintería hacen de la antigua imprenta toda una joya arquitectónica, que adquirió el Ayuntamiento hace ya más de veinte años tras el cierre de un siglo de historia de las artes gráficas en Aragón.

Fachada exterior de la Imprenta Blasco, en la calle del Ecce Homo.
Fachada exterior de la Imprenta Blasco, en la calle del Ecce Homo.
Oliver Duch

Convendría también hacer un aparte para aquellos edificios de 1924 que, lamentablemente, no han llegado a nuestros días. Varias de estas grandes pérdidas y ausencia se dan en el paseo de Sagasta, en donde la piqueta cometió auténticos estragos en los años 70 y 80. Cuentan que fue unas calles modernistas más bellas de España, pero hoy restan pocos ejemplos y algunos de los que siguen en pie (véase la Clínica del Doctor Lozano) de incierto futuro. 

Una vista del paseo de Sagasta, con la Casa Faci en la esquina.
Una vista del paseo de Sagasta, con la Casa Faci en la esquina.
AMZ

En la esquina con el Camino de las Torres se levantó en 1924 la conocida como Casa Faci, una suerte de castillo medievalista, con un torreón que muchos aún recuerdan. Se derribó en 1967, a pesar de que llevaba la firma de Regino Borobio y era ya un icono del barrio. La misma fatídica suerte corrió la casa de Mariano Baselga, construida también en 1924 y que presumía de tener un bello mirador y un amplísimo jardín en la parte opuesta al paseo.

Y si de proyectos fallidos (o atropellados) se trata, puede mencionarse también el proyecto para hacer un nuevo Ayuntamiento en la plaza de Castelar (hoy de los Sitios), que se impulsó durante años y llegó a aprobarse en 1924, pero nunca se convirtió en una realidad. Félix Navarro diseñó un edificio con arcos y coronado por una gran torre central, que en su momento se describió como un "bellísimo palacio (…) con un balcón sostenido por cariátides". La portada evocaba las construcciones "del Renacimiento hispano-árabe", pero pasó del plano al ladrillo. Corrían unos convulsos años 30 y el proyecto se antojaba «poco realista», con lo que una vez iniciada la Guerra Civil ya nadie se acordó de él.

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