Blog - Los desastres de la guerra

por Gervasio Sánchez

ARTE E HISTORIA. OCIO Y CULTURA

1908: la Zaragoza festiva y cosmopolita que fue escrita y pintada por grandes artistas

Manuel García Guatas y Guillermo Juberías publican 'España en Zaragoza: la colección de tarjetas de la Exposición Hispano-Francesa de 1908' (IFC)

Una de las imágenes de la Exposición Hispano-Francesa de 1908 en Zaragoza. Llega del cardenal Nuncio y arzobispo de Burgos Gregorio María Aguirre ante el Pabellón de Máquinas.
Una de las imágenes de la Exposición Hispano-Francesa de 1908 en Zaragoza. Llega del cardenal Nuncio y arzobispo de Burgos Gregorio María Aguirre ante el Pabellón de Máquinas.
Archivo Familia Azagra/Archivo Provincial de Huesca.

La guerra de los Sitios dejó en Zaragoza y muy especialmente en Aragón una herida abierta, de esas que si son curables tardan mucho en sanar y dejan pus, cicatrices, un llamarada de odio e incomprensión que no resulta nada fácil de apagar. En Zaragoza y en otros lugares de España la invasión francesa intentó mitigarse con diversos acercamientos como demuestran ahora el catedrático ya jubilado Manuel García Guatas (Barbastro, 1944) y el joven historiador del arte y profesor en la Université de Bretagne-Sud Guillermo Juberías (Zaragoza, 1944) en el libro ‘España en Zaragoza. La colección de tarjetas de la Exposición Hispano-Francesa de 1908’, que publica la Institución ‘Fernando el Católico’.

Hace muy pocos días, García Guatas, el enamorado de las historias ocultas y de los artistas modestos y nos tan modestos como Ramón Acín y Francisco Marín Bagüés, entre otros, decía que este era uno de los libros bonitos de su vida: delicado, sorprendente, de amor a Zaragoza, y que lo había coescrito con inmenso cariño. Guillermo Juberías no le va a la zaga y confiesa a HERALDO.ES: “Lo que más me ha llamado la atención, además de la calidad estética de las tarjetas decoradas por artistas, es el carácter inédito de la colección. Es increíble poder leer, por primera vez, estas breves composiciones de autores importantes para la historia de la literatura, la política o el pensamiento en España como Emilia Pardo Bazán, Pío Baroja, Valle Inclán, los hermanos Machado, Joaquín Costa o Ramón y Cajal entre otros. Personalmente, tener acceso a las letras de estos pensadores, conocer cómo era su escritura y saber que escribieron estos pequeños textos pensando en Zaragoza, me resultó emocionante”, dice, y avanza el contenido de un libro simpático y gozoso, que realiza una introducción a qué fue aquella Exposición Hispano-Francesa, sus hitos y esos pequeños objetos que protagonizan la publicación.

Se recuerda que la muestra “hay que situarla en el de sucesivas muestras celebradas en España que exhibieron de modo muy activo como expresión de un regeneracionismo liberal la presencia emergente de sus regiones, simbolizadas es la llamada pintura regionalista”, escriben. Aunque algunas líneas más adelante especifican más en la Exposición de Zaragoza. “En la muestra tuvo mucho peso ideológico y visual la historia patriótica de la ciudad que coincidía con el centenario de su heroica defensa ante la invasión francesa, visible en una sala dedicada a objetos, banderas y retratos de los Sitios y en los soldados con uniformes de regimientos de época presentes en la sala”, explican.

Una acuarela sobre papel de Ramón de Zubiaurre de 1908.
Una acuarela sobre papel de Ramón de Zubiaurre de 1908.
Museo de Zaragoza.

A la vez recuerdan que el eje central de la muestra fue “el monumento a los Sitios de Zaragoza, obra de Agustín Querol, coronado su alto pedestal por la estatua de una elegante dama, alegoría de Zaragoza, que extiende el gesto protector sobre la ciudad, acompañada de altorrelieves en el pedestal y estatuas en el basamento, representando a protagonistas y episodios de los Sitios”.

La Exposición Hispano-Francesa se celebró desde el 1 de mayo al 5 de diciembre de 1908. Fue inaugurada por el infante don Carlos y recibió la visita de los monarcas Alfonso XII y María de las Mercedes en junio y octubre. Ricardo Magdalena, arquitecto municipal, fue el coordinador. Y recibió medio millón de visitantes. Entre los numerosos detalles que se podrían recordar, se recuerda que el propio Ricardo Magdalena, con Julio Bravo, diseñaron el llamado palacio de las Artes, y Félix Navarro haría lo propio con la Escuela de Artes y Oficios y Superior de Comercio. El palacio de las Artes y la Caridad albergó el arte histórico (Goya fue objeto de una muestra) y el arte contemporáneo; y en el edificio de Navarro se exhibieron 350 piezas del llamado Arte Retrospectivo, “fundamentalmente religioso”. En Zaragoza se exhibió lo más granado del arte español del momento (la lista es inmensa, pero entre ellos Joaquim Mir, Ramon Casas, Max Suñol, Zuloaga...), junto al de 48 artistas extranjeros (entre ellos, el escultor Rodin).

Uno de los tesoros más singulares “es el conjunto gráfico y documental original y poco difundido, depositado hace muchos años en el Museo de Zaragoza” por la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País. Son “son las tarjetas manuscritas de escritores, músicos, miembros de la realeza, políticos, diplomáticos, eclesiásticos, aristócratas; o ilustradas por artistas españoles, profesionales o algunos curiosos”, que estuvieron en Zaragoza. La tarjeta postal tenía una gran éxito por entonces. “Era uno de los medios más eficaces y populares para la difusión de imágenes”, dicen García Guatas y Juberías.

Tinta y acuarela sobre papel de Francisco Lloréns.
Tinta y acuarela sobre papel de Francisco Lloréns.
Museo de Zaragoza.

Se editaron y se expusieron varias colecciones: una de 44 postales tituladas ‘Patria y Fe’, que “reproducían las efigies de héroes, heroínas, episodios de lucha y fotografías de edificios que habían sido baluartes en los combates”. Al lado de cada foto iba un breve texto de autores como Rubén Darío, que fue galardonado con uno de los premios literarios de la Exposición, Galdós, Benavente, Joaquín Dicente, Amado Nervo, Arniches…, y de “personalidades aragonesas con Basilio Paraíso al frente, que encabezaba su texto con este vibrante pronunciamiento: ‘Zaragoza ama la paz porque quiere el progreso’”. 

Se expusieron, en tricomía, 12 postales de la Editorial Thomas con pinturas de Mariano Oliver; 24 de Litografía Portabella basadas en los famosos grabados de Gálvez y Brambila. Y, además, se encargó al pintor e ilustrados otra serie de catorce postales con acuarelas de edificios y monumentos de la Exposición, que los hubo efímeros y permanentes. García Guatas y Juberías informan que “el interés de la Junta Organizadora tuvo por la difusión de las tarjetas postales se materializó también en la instalación de un quiosco en la gran plaza del recinto para su venta”.

Se editaron y se expusieron varias colecciones: una de 44 postales tituladas ‘Patria y Fe’, que “reproducían las efigies de héroes, heroínas, episodios de lucha y fotografías de edificios que habían sido baluartes en los combates”.

Luego, los autores recuerdan que las piezas que han presentan en el libro no estaban pensadas para llevar franqueo postal. Eran de papel continuo, satinado y no satinado, de dos formatos: 11.5 x 17.7 cm las verticales, y de 10.9 x 16.5 cm las horizontales. Y todas ellas se guardan, en las mejores condiciones, en el Museo de Zaragoza.

Las tarjetas: manuscritos, partituras, dibujadas

Se recibieron muchas postales de políticos, escritores y artistas con leyendas alusivas a Zaragoza. “Son 243 las tarjetas manuscritas, muchas con textos referentes al patriotismo español o al título Inmortal de la ciudad. Un segundo grupo corresponde a 12 tarjetas con partituras musicales (pentagramas, acompañado alguno de letras). Un tercer grupo lo forman las 93 dibujadas, pintadas, o incluso grabada alguna, por artistas”, cuentan los dos historiadores del arte.

Llevaban el lema latino INTVS EGO (“dentro estoy yo”), en alusión a la defensa numantina de Zaragoza, en el centro de un emblema que concibió arquitecto Ricardo Magdalena. En las tarjetas manuscritas hay piezas firmadas por los hermanos Quintero, Azorín, Benavente, Baroja, Cavia, la alcañizana Concha Gimeno de Flaquer, los poetas Antonio y Manuel Machado (se dice que visitaron juntos la exposición y escribieron pensamientos antagónicos sobre la Caridad), Valle Inclán (arranca así: “España es un pueblo de viejos”), Emilia Pardo Bazán y Galdós, que eran amantes; entre los músicos figuran Tomás Bretón, Chapí, Fernández Arbós, Granados, Sarasate; entre los políticos y profesionales están Miguel Asín y Palacios, Joaquín Costa, Segismundo Moret o el pintor Antonio Muñoz Degrain, que realizó el gran cuadro de ‘Los amantes de Teruel’.

El libro es una exaltación de la ciudad y de su inconformismo, un manual de ecos literarios y artísticos y un catálogo de numerosas bellezas y afectos y curiosidades

El libro de 164 páginas no tiene desperdicio: es una exaltación de la ciudad y de su inconformismo, un manual de ecos literarios y artísticos y un catálogo de numerosas bellezas y afectos y curiosidades, donde están presentes muchos aragoneses de todas las disciplinas. Por ello, Juberías y García Guatas, que han seleccionado 62 tarjetas para su libro, señalan que “la Exposición Hispano-Francesa de 1908, además de contribuir a la renovación urbanística de Zaragoza, proporcionó durante unos meses a la ciudad un ambiente festivo y cosmopolita, con la presencia de muy diversos visitantes: políticos, escritores, artistas, intelectuales o científicos”.

Una de las tarjetas firmadas por Ramón María del Valle Inclán.
Una de las tarjetas firmadas por Ramón María del Valle Inclán.
Museo de Zaragoza.

La iniciativa, de gran éxito, fue específica de Zaragoza: no se hizo ni en Valencia ni en Compostela, por ejemplo, que hicieron exposiciones similares. Queda claro que la Exposición Hispano-Francesa de 1908 en Zaragoza fue visitada “por una extensa representación de intelectuales y políticos. Pero también en sus textos autógrafos se aprecian ecos de algunas inquietudes regeneracionistas, de fervor patriótico e incluso, a pesar de la brevedad de los autógrafos, de rasgos de sus estilos literarios”, concluyen Guillermo Juberías Gracia y Manuel García Guatas.

Portada del libro de Manuel García Guatas y Guillermo Juberías.
Portada del libro de Manuel García Guatas y Guillermo Juberías.
Archivo Guillermo Juberías.
Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión