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Niega haber matado a su cuñado en Zaragoza y culpa del crimen al testigo que lo vio armado

El acusado se enfrenta a penas de entre 20 y 27 años de cárcel por delitos de asesinato, hurto y falsedad documental. 

El acusado, Bobo Keita, durante el juicio que se celebra en la Audiencia Provincial de Zaragoza.
El acusado, Bobo Keita, durante el juicio que se celebra en la Audiencia Provincial de Zaragoza.
Guillermo Mestre

Bobo Keita, gambiano de 43 años, negó este lunes haber asesinado a su cuñado Ali Sidibeh el 22 de junio de 2022 en Zaragoza. El acusado se presentó ante los miembros del jurado como un "mero espectador" del crimen que se cometió en el portal y las escaleras del número 29 de la calle de Don Pedro de Luna. 

Tan al margen de los hechos se situó Bobo Keita que llegó a decir que medió entre la víctima y el atacante y le quitó el cuchillo. Así justificó que él terminara con un corte en la mano y totalmente ensangrentado. Luego explicó que se quedó con Alí cuando estaba "casi, casi muerto", pero que no llamó a la Policía por "miedo" de que lo acusaran y por eso se marchó en taxi hasta Lérida y luego, tras pedir –o hurtar, según la Fiscalía– la documentación a un paisano, se fue a Almería con intención de cruzar en barco a África.

Sin embargo, al hombre al que señaló como posible autor, Mamadu F., fue precisamente quien llamó a la Policía cuando llegó al portal donde había quedado con su amigo Ali Sidibeh y solo oyó gritos de dolor y salir corriendo a un hombre con un cuchillo en la mano, sangrando, al que identificó como Bobo Keita. Este vestía una chilaba que la Policía encontró después, siguiendo las indicaciones del testigo, llena de sangre de la víctima y restos de ADN del acusado. Dos testigos vieron correr a un hombre con chilaba y a otro, Mamadu F., muy nervioso y asustado en la calle pidiendo ayuda.

Mamadu F. llegó a ser investigado, pero la Policía descartó cualquier implicación en el asesinato y concluyó que fue una coincidencia que fuera a buscar a su amigo a la misma hora. "Hacía 17 años que nos conocíamos y siempre quedábamos a tomar un café después de cenar", explicó.

Detrás de este crimen subyace un problema de violencia machista que terminó pagando el hermano de su mujer, pues lo culpaba de protegerla desde que lo abandonó por los maltratos que sufría y se trasladó desde Barcelona a Zaragoza con sus dos hijos. La mujer encontró en la capital aragonesa no solo la ayuda de su hermano Ali, sino de los servicios sociales del Ayuntamiento, que le proporcionaron un piso de seguridad para ocultarse. No obstante, tuvo que cambiarse varias veces porque Keita se las arreglaba para enterarse de dónde estaba.

El acusado, que se enfrenta a una condena de entre 20 y 27 años de cárcel o la absolución, explicó que el 22 de junio condujo desde Calella (Barcelona) hasta Zaragoza para hablar con Ali Sidibeh. Sabía que vivía en la calle de Don Pedro de Luna, de la que tenía una orden de alejamiento por las amenazas a su mujer. "Pero yo sabía que no estaba ahí, sino en la calle de Bolivia", se justificó ante la fiscal.

"Había hablado con otros musulmanes en la mezquita y me habían dicho que Ali me estaba quitando a mi familia y a ella la tenía secuestrada. Yo con ella ya no quería nada porque se estaba acostando con otros hombres y me había buscado otra mujer en África para casarme, pero con mis hijos, sí", manifestó. "Uno me dijo que a él también le habían quitado la mujer en Zaragoza, que es el peor pueblo de España", soltó.

Esa noche Keita dejó aparcado su coche en la calle de Don Pedro de Luna y la Policía encontró el arma del crimen y la chilaba ensangrentada debajo de otro vehículo. El acusado entró en un bar del paseo de Calanda para lavarse la sangre y las cámaras del local lo captaron con nitidez. La investigación permitió detenerlo en Almería antes de que lograra huir a Gambia.

En el juicio se puso de manifiesto que Ali Sidibeh, de 42 años, tenía miedo de Bobo Keita y lo había denunciado. Precisamente el día del asesinato el acusado fue condenado por amenazas de muerte. También tiene varios procesos judiciales abiertos por violencia de género contra su todavía mujer, ya que aún no se ha emitido la sentencia de divorcio.

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