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El barrio de Zaragoza con solo 22 habitantes: "Aquí todos somos como una familia"

La capital aragonesa cuenta con 29 distritos, entre los que hay 14 rurales, que reclaman mejores servicios.

Torrecilla de Valmadrid, barrio rural de Zaragoza.
Juan José Sabroso y Sonia Benedí con sus hijos Jorge y Lucía y su sobrina Natalia paseando en Torrecilla de Valmadrid, barrio rural de Zaragoza.
Toni Galán

Resulta extraño recorrer las calles de una localidad en la que solo viven 22 personas y además pensar que es un barrio de Zaragoza. La capital aragonesa suma 694.109 habitantes que aportan sus 29 distritos, tan variados que van de los 98.696 vecinos de Delicias, el más poblado, a otro que apenas llenaría un bloque de viviendas, según los últimos datos recogidos por Ebrópolis. La España vaciada y la masificada en una misma ciudad, separadas por solo 20 kilómetros.

Zaragoza se divide en 15 distritos y 14 barrios rurales. Torrecilla de Valmadrid se encuentra entre estos últimos, es el más pequeño en población, con problemas propios de zonas afectadas por la despoblación, pese a su cercanía a la capital, como la dificultad de cobertura móvil (solo llegan algunas compañías) e incluso de suministro de agua, que procede de un depósito canalizado hasta las casas. No hay tienda ni bar, el médico del centro de salud de Belchite del que dependen acude una vez a la semana, el frutero, dos, y el panadero dejó de ir porque no le resultaba rentable. 

El término municipal es amplio, de unos 20 kilómetros cuadrados, similar al de Movera, que tiene 2.700 habitantes, y más del triple que el de Casetas, el barrio rural más poblado con 7.200 residentes. 

Ruta ciclista y mirador de las estrellas

Todo esto no quiere decir que se encuentre abandonado o carezca de vida ya que todas sus casas están cuidadas y este puente festivo su población se ha multiplicado (también como muchos municipios despoblados) para celebrar las fiestas de la virgen, Nuestra Señora de la Asunción. "Para la comida popular hay apuntadas unas 130 personas", calcula Lidia Ferrer, una de las vecinas que residen todo el año, y la única que se ve por la calle un miércoles de agosto previo a las fiestas, que se prolongan hasta este viernes, a las 17.30 y con 40 grados, en plena ola de calor. Su marido Miguel Ángel Rabinal es el alcalde y viene de una familia de las que han resistido en la localidad. "Tengo 44 años y he vivido siempre aquí", afirma él, salvo algún año en Zaragoza. Acude al edificio que sirve de junta vecinal, centro social, consultorio y punto de reunión. A su mujer, que es de otro barrio rural más grande, Montañana, le gusta la tranquilidad que se respira pese a la proximidad a la capital.

En apenas 20 minutos se puede llegar desde el centro de la ciudad por la carretera de Castellón, pero viendo el paisaje estepario, casi desértico que hay que cruzar, se tiene la sensación de que se ha recorrido mucha más distancia. Las farolas de los polígonos PTR y Empresarium son las últimas que se ven en la carretera antes de llegar al municipio. Los ciclistas conocen bien este recorrido, en el que enlazan con el camino rural CR-41 que lleva hasta el cementerio de Torrero, al igual que los aficionados a la astronomía, que buscan un lugar sin contaminación lumínica fuera de la ciudad. "Se llenan las calles de coches aparcados que empiezan a llegar por la noche", señala Lidia en fechas señaladas como las últimas Perseidas o lágrimas de San Lorenzo.

La historia de este pequeño núcleo se remonta al siglo XI, en época del dominio musulmán, en la que se construyó una torre (hoy en ruinas) de donde podría venir el nombre de Torrecilla, según algunos documentos. Se encuenta a unos pocos kilómetros de Valmadrid, un pueblo de la Comarca de Belchite, con un centenar de habitantes. 

Los vecinos de Torrecilla cuidan de su entorno natural, como la Balsa, a cuyo mirador un vecino se ha encargado de añadir figuras de madera de animales durante un recorrido en forma de paseo, que invita a mirar al cielo y buscar las aves que sobrevuelan con el amplio campo de visión que permite la estepa, pese el límite de algunos parques eólicos al fondo. Una veleta con un diablo vigila desde la torre de la iglesia, que en su día acogió incluso una obra de Goya, que el año pasado apareció en una casa de subastas en Holanda. El alcalde cree que en sus mejores años se superó el centenar de habitantes.

Torrecilla de Valmadrid, barrio rural de Zaragoza.
Miguel Ángel Rabinal, alcalde de Torrecilla de Valmadrid, barrio rural de Zaragoza.
Toni Galán

"Estamos muy tranquilos, en pleno secano, rodeados de campos de cereal", cuenta Sonia Benedí, que viene de Zaragoza de comprar con su familia. Ella lleva años viniendo en verano y tiene también casa propia. Llegó también siguiendo a su marido, Juan José Sabroso, cuya madre es del municipio, aunque se conocieron en Las Fuentes donde residían. Acuden los fines de semana y forman parte de las personas que quieren revitalizar el barrio. "Aquí todos somos como una familia", afirma ella, que está entre las fundadoras de la Asociación de mujeres de Torrecilla de Valmadrid. "Queremos contribuir al tejido asociativo, somos unas 45 mujeres, con la gente que viene el fin de semana y tiene casa", cuenta. Su marido forma parte de la junta vecinal. El movimiento social alcanza para crear una asociación de vecinos, dos peñas y la comisión de fiestas. 

Sus hijos, Lucía y Jorge, que ahora tienen 13 y 10 años, han pasado los veranos desde pequeños en el barrio rural. "Les gusta la sensación de libertad, poder jugar en la calle, pasear con la bici por los caminos", cuenta. Lucía y su prima Natalia, de 18 años, preguntadas por qué echan en falta, plantean tener transporte urbano al centro de Zaragoza y piscina, aunque esto último entiende que es más complicado. El autobús más cercano se encuentra en La Cartuja.  A Natalia le gustaría que al menos volviera el bibliobus que recorría hasta hace unos años las localidades que como esta no tienen biblioteca municipal, aunque sí una sala con algunos libros.

Alberto Yus tiene 48 años y se ha criado en Torrecilla, al igual que su familia y forma parte también de la junta vecinal. Recuerda todavía cuando las calles no estaban asfaltadas. "Eran de tierra y pedruscos y era una odisea montar en bicicleta, la subida al cementerio era el camino más liso", relata de esos años. Sus dos hijos, de 15 y 21 años, han pasado también por esos veranos al aire libre y hoy siguen jugando a fútbol por sus calles. Lo que lamenta es que falle internet "en la era de la comunicación". Esto dificulta la posibilidad de teletrabajar o pone en riesgo a los mayores porque les puede fallar el servicio de teleasistencia si lo reciben para avisar en caso de tener algún problema, añade Sonia.

Torrecilla de Valmadrid, barrio rural de Zaragoza.
Alberto Yus pasa sus veranos desde niño en Torrecilla de Valmadrid.
Toni Galán

La agricultura ha sido la única fuente de trabajo de la zona, donde quedan restos del recorrido en ferrocarril del carbón desde las minas turolenses de Utrillas. Hasta los años sesenta fue pueblo, pero la pérdida de población le llevó a terminar dependiendo de Zaragoza como barrio rural. 

Este cambio les ha traído ventajas e inconvenientes. Les beneficia depender de Zaragoza porque pueden contar con servicios como el de limpieza o Policía Local. "En teoría los servicios tenían que ser los mismos que en Zaragoza, pagamos impuestos igual", plantea Juan José. Los vecinos son conscientes de que con su pequeño tamaño resulta difícil que puedan optar a grandes inversiones. "Siempre pedimos cosas razonables", asegura Juan José, que considera urgente, por ejemplo, resolver el suministro de agua "para poder crecer y fijar población".

 "Si queremos crecer, no podemos seguir con el depósito", asegura el alcalde y espera que salga adelante algún proyecto para conseguir lo que ha sido una reivindicación histórica del barrio.

Tres vertederos en los alrededores

Por otro lado, sus vecinos lamentan que a muchas personas les suene el nombre de la localidad solo por el vertedero que cerró en 2009 y que continúa siendo motivo de disputa entre el Ayuntamiento de Zaragoza y el Gobierno de Aragón. Las dos administraciones no se ponen de acuerdo sobre quién tiene que acometer el sellado millonario al que obliga la normativa europea. "Además, no está en Torrecilla, esa parte es Torrero", apunta el alcalde sobre los terrenos  situados en la carretera de entrada. En el eje de la amplia extensión de terreno junto al polígono de reciclado PTR se encuentran también otras dos empresas que gestionan residuos industriales y generan un gran movimiento de camiones durante la mañana

Desde la alcaldía les gustaría una mayor simplificación administrativa atendiendo a su pequeño tamaño porque cualquier trámite requiere tanto papeleo como si fueran una junta vecinal grande. 

José María Sabroso y Alfonso Lahuerta, en Torrecilla de Valmadrid.
José María Sabroso y Alfonso Lahuerta, en Torrecilla de Valmadrid.
H. A.

Al pasear por el pueblo es fácil encontrarse a algún familiar. José María Sabroso, padre de Juan José, charla con Alfonso Lahuerta. Los dos jubilados destacan los cambios a mejor que han notado en la localidad, que conocen desde jóvenes, aunque recalcan que ellos no son nacidos allí, sino sus cónyuges. José María, de 75 años, habla del asfaltado de las calles y casas. "Cuando yo era joven estaba peor", asegura, para añadir que lleva unos 50 años acudiendo a Torrecilla. "Yo soy de Moros", añade. "Alfonso lleva más años que yo", asegura, señalando a su compañero, de 79 años. "Yo soy de Épila y vengo con mi mujer desde que éramos novios", apunta. Ambos coinciden en que las personas que se quedaron en el pueblo fue porque trabajaban en el campo. 

El improvisado grupo de vecinos habla también de cómo se han ido arreglando las casas y la impotencia ante otras que fueron medio derribadas y abandonas sin que se les diera otro uso como la que conocían como la "casa del cura", junto a la iglesia.

Estos y otros vecinos continúan esforzándose por que el barrio siga con actividad y muestra de ello es la vida que se ha respirado por su calles durante las fiestas en este puente de agosto, que este año se prolongan hasta este viernes con procesiones, misa baturra y comida popular, además de una batucada en familia y el concurso de futbolín, entre otros. 

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