¿Qué zonas de Zaragoza están más expuestas a las abruptas tormentas de este mes?

En la capital aragonesa sopla el viento con intensidad unos 200 días al año, pero el lunes se formó una 'línea de turbonada', que puso patas arriba la ciudad.

Algunos de los efectos de la tormenta en el entramado urbano.
Algunos de los efectos de la tormenta en el entramado urbano.
Heraldo

"Tornado en Zaragoza" fue una de las búsquedas más recurrente en Google el lunes a primera hora de la tarde. Enseguida las redes se llenaron de fotos con sillas y sombrillas volando por media ciudad y con imágenes de árboles caídos sobre aceras y calzadas. No fue un tornado ni un vendaval lo vivido en Zaragoza, pero esa es la sensación que tuvieron muchos viandantes a los que les pilló por la calle la tromba de agua y el fortísimo viento. Este sorprendente episodio podría repetirse en los próximos días y hay rincones en la ciudad donde “llueve sobre mojado” porque repasando las intervenciones de los Bomberos hay barrios muchos más que expuestos que otros al viento y las lluvias abruptas.

"Ahora todavía tenemos rachas de viento bastante fuertes en el sistema Ibérico. No es lo mismo que sople entre Zuera y Ontinar de Salz, que afecta al campo, a que un fenómeno así pegue de lleno en una gran ciudad, donde causa más destrozos y es más llamativo", comenta el físico y meteorólogo José Manuel Salguero. "Lo del lunes no es frecuente para ser noviembre porque es un fenómeno típico de verano. Esas nubes de rodillo (‘comulonimbus arcus’) son síntoma de que hay mucha inestabilidad", añade el presentador de ‘Esta es mi tierra’, de la televisión autonómica.

Según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), la tormenta que recorrió el valle del Ebro dejó el lunes rachas de viento de hasta 127 km/h en Gallur y 102 km/h en el aeropuerto de Zaragoza, si bien en los sensores de Valdespartera ‘apenas’ se registraron rachas de 80 km/h. Los Bomberos (el 080) tuvieron que atender un centenar de llamadas en poco más de una hora y realizaron 76 servicios en la calle relacionados con la caída de tejas, macetas, chimeneas e, incluso, árboles que parecían arrancados de cuajo en la calles de Monreal, Ciudadano Kane, Belle Epoque, Violeta Parra o Argualas.

¿Qué es lo que más preocupa a Protección Civil en este tipo de episodios? Así como el arbolado en el entramado urbano es menos "controlable", son los parques los que muchas veces se obliga a cerrar -a partir de los 80 km/h- para evitar riesgos. Tío Jorge, Bruil, Castillo Palomar, Pignatelli, Macanaz y parque Grande son los que antes se cierran, debido también a que cuentan con muchos pinos, cuyas raíces tienden a espiralizarse y les dan menos estabilidad: para colmo de males, su densa copa provoca una gran resistencia al viento, en lo que los expertos llaman 'efecto vela'. Los pinos son apenas el 6% del arbolado de Zaragoza y, sin embargo, protagonizan más del 90% de los problemas que se registran en el servicio de Parques y Jardines.

Otro desvelo en plena tormenta es la correcta sujeción de los andamios y grúas que se reparten por la ciudad, así como en estas fechas todos los anclajes de la iluminación navideña que ya está colocada a la espera de su estreno el próximo día 2. A pesar de lo doloroso que es ver caer un árbol sobre un coche, lo peor es cuando lo hacen sobre tendidos eléctricos y provocan cortes de luz o daños que cuesta un tipo reparar a las instalaciones.

Hace justo dos años, para estas mismas fechas de noviembre, se produjo una ‘dana’ o gota fría, que causó también numerosos quebraderos de cabeza a los responsables de Policía, Bomberos y Protección Civil. En aquella ocasión hubo más precipitación que viento y el agua dejó imágenes como el corte del tranvía al verse anegado el paso inferior de Majas de Goya. También se viralizó en su día (julio de 2018) la estampa de los coches flotando en la calle de Galán Bergua, donde los aliviaderos no funcionaban correctamente. Cuando no hay tanta agua pero sí viento, ¿cuáles son los barrios que más sufren estos fenómenos tan potentes?

Con un viento racheado es difícil de acertar, si bien las zonas más expuestas al habitual cierzo son La Almozara, el Actur y también Torrero, al estar a más altura. En el caso del cierzo el flujo de aire se canaliza entre el Pirineo y la cordillera Ibérica y, al llegar a Zaragoza, se produce un 'efecto embudo' por el que las masas de aire cogen velocidad. Como proviene del noroeste, todas las calles con esta misma orientación facilitan que corra con más intensidad: la avenida de Navarra, Cesáreo Alierta, Tenor Fleta... Sin embargo, las perpendiculares tampoco se libran de su efecto porque en todas sus intersecciones se producen golpes de viento. Es lo que ocurre, por ejemplo, en las pequeñas bocacalles del Camino de las Torres o en muchos puntos de la avenida de los Pirineos.

El récord histórico de velocidad alcanzado
por el viento en Zaragoza se sitúa en 160 km/h. Se alcanzó durante un temporal en 1954

El lunes los termómetros descendieron hasta ocho grados de forma repentina y la sensación térmica pudo ser incluso aún más baja. "Estos días están pasando diferentes sistemas frontales y cada uno tiene asociada una masa de aire. Por eso se ven como la base de las nubes desgarradas y vamos a tener vaivenes respecto a las temperaturas. Cada vez que pasa un sistema frontal cambia la dirección del viento y el lunes coincidieron muchas cosas para que se formara una línea de turbonada, que es una tormenta muy organizada y que deja en la parte delantera, su frente de racha, vientos muy fuertes pero de corta duración", explica Salguero. Entre esos fenómenos que fueron a coincidir sobre el cielo zaragozano se encuentra también un “chorro polar, que no hay que confundir con el frío, sino que simplemente es una autopista por donde circulan las borrascas”, añade el experto.

La apuesta de Zaragoza por los grandes espacios abiertos (las últimas remodelaciones de la plaza del Pilar o de la de la Romareda) también contribuyen a que el viento coja fuerza al no toparse con obstáculos. Así, el campus de la plaza de San Francisco o casi todos los parques 'fortalecen' esas rachas como puede comprobarse en el Cabezo o como recuerda la trágica Cincomarzada de 2006, la última celebrada en el parque del Tío Jorge. Bomberos tiene localizados puntos de riesgo en los que, principalmente debido al temor de desprendimiento, delimita zonas en las que acostumbra a haber incidencias. La mayoría se concentran en San Pablo y La Magdalena, aunque también en la avenida de Cataluña o en la calle de Sobrarbe hay espacios 'conflictivos'.

Otro caso especial es el del barrio de Torrero que, al estar a mayor altura que el resto de la ciudad, acumula récord de intensidad, si bien los registrado el lunes quedan lejos de los máximos históricos: una racha de 160 kilómetros/hora durante un temporal en 1954.

La desprotección a la que están sometidas otras áreas como el barrio del AVE, Valdespartera o el Actur también los convierte en presa fácil para las iras de Eolo, que -sin embargo- encuentra más dificultades para desbaratar el día a día del Casco Histórico (las imbricadas calles son más inaccesibles), del barrio de Las Fuentes (acurrucado tras el Centro) o de zonas como la avenida de Madrid, donde la masificación urbana de tráfico y comercio, enmascara el frío.

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