ola de calor en Zaragoza

El arbolado urbano reduce hasta seis grados la sensación de calor en las calles

La capital aragonesa apenas cuenta con conjuntos de árboles maduros en el centro de la ciudad, aunque el Bosque de los Zaragozanos contribuirá a largo plazo a rebajar la temperatura ambiente.

Un joven pasea por la ribera del Ebro, donde sí hay árboles de gran porte.
Un joven pasea por la ribera del Ebro, donde sí hay árboles de gran porte.
Francisco Jiménez

Dice el refrán que uno sólo se acuerda de Santa Bárbara cuando truena y, con las olas de calor, pasa parecido pero con el arbolado urbano. Sabido es que una tupida y generosa vegetación ayuda a purificar el aire y a reducir las altas temperaturas y, sin embargo, muchas ciudades continúan apostando por el hormigón, el asfalto y -en todo caso- algún arbolito endeble incapaz de proporcionar sombra.

En Zaragoza, la temperatura del centro es seis grados mayor que en la periferia y en olas de calor -como la presente- urge buscar soluciones para evitar estas sofocantes islas térmicas. En la Estrategia de Calidad del Aire y Cambio Climático de Zaragoza 2018-2030, donde se apunta que la temperatura global de la ciudad ha aumentado en casi dos grados en los últimos cien años, se incide en la necesidad de contar con más corredores verdes y más vegetación que compense las altas temperaturas. En el centro de la ciudad, sin embargo, es difícil hallar ejemplares maduros y se cuentan con los dedos de una mano las zonas afortunadas en árboles de cierto fuste: el paseo de Sagasta, los jardines de Capitanía y el bulevar central de Constitución. A los tilos de Independencia -que agostan pronto sus hojas- aún les falta desarrollo, mientras que las obras del tranvía obligaron a talar hasta cien veteranos plataneros y muchos de los árboles catalogados como singulares han languidecido en los últimos años.

Por otro lado, hay zonas de la ciudad que son auténticos solanares y en donde cuesta encontrar un refugio cuando el calor aprieta. ¿Ejemplos? La plaza del Pilar, la de Eduardo Ibarra, los espacios junto a la Estación Delicias… En general, las grandes explanadas de cemento, en las que no se han tenido en cuenta las zonas verdes, como sí se procura hacer ahora con nuevas reformas como las de la avenida de Navarra o las calles de Pilar Lorengar y Concepción Arenal.

La asociación Naturalista de Aragón (Ansar) promovió recientemente la campaña 'Ni un alcorque sin su árbol' para exigir al Ayuntamiento que atienda la situación de “abandono” del arbolado de parques, plazas y calles. "Constantemente vemos que se cortan o desaparecen árboles que no son sustituidos", señalan, asegurando a su vez que es un problema "especialmente grave en los barrios, donde debido a una mayor densificación urbana, los espacios verdes son más necesarios". El último ejemplo lo tienen en la reforma de la calle Ricla, en donde han talado una veintena de ejemplares, a la espera de que vuelvan a plantarse nuevos árboles cuando concluya su reforma. Los vecinos se preguntan si serán ejemplares con buen porte, que amortigüen el ruido y dulcifiquen las temperaturas, o ‘pequeños tronquitos’ sin apenas presencia sin apenas capacidad para mejorar la calidad del aire.

Son muchos los estudios sobre las bondades del arbolado urbano que se han completado en los últimos años al abrigo del cambio climático y el aumento de las olas del calor. También proliferan por las redes sociales comparativas (algunas exageradas) sobre las temperaturas que se alcanzan en explanadas de puro asfalto y en parques con vegetación. En la cátedra de Bosques Urbanos de la Universidad de Zaragoza -pionera desde 2020- saben bien que los árboles "reducen el CO2 y rebajan entre dos y cuatro grados la temperatura", explica el profesor Juan Barriuso. El mercurio baja cuatro grados, pero la sensación térmica es hasta seis grados menor, según los estudios de Planting Healthy Air. El motivo no son solo las sombras que regala (la cubierta vegetal impide que pasen los rayos de sol), sino que las hojas ayudan a refrescar el ambiente a través de su transpiración liberando vapor de agua en el aire. Así, según la revista ‘Nature’, un solo árbol "puede alcanzar la capacidad de enfriamiento de diez aparatos de aire acondicionado".

Desde comienzos de la década de los 2000 el Ayuntamiento de Zaragoza y la Universidad de Zaragoza han estudiado los fenómenos de las islas de calor en el entramado urbano y el área periurbana. Está constatado que llegan a existir diferencias de hasta 6 grados en función de si se mide la temperatura en el centro o en una zona boscosa de un distrito rural, sobre todo, curiosamente, en invierno. “En el centro de Zaragoza se configura una marcada isla de calor, que se extiende hacia los barrios de Las Delicias y Las Fuentes y también se ha identificado que pasa a la margen izquierda, sobre todo, al Arrabal y el Actur”, explican desde la Agencia de Medio Ambiente y Sostenibilidad del Ayuntamiento. La temperatura media anual en estas zonas es hasta 1,3 grados superior a la de la periferia, si bien “en situaciones de estabilidad atmosférica la diferencia puede superar los 6”. Como espacios cálidos zaragozanos se pueden citar de ejemplo el entorno del Coso-plaza de España, la avenida de Madrid, la zona de Gran Vía y avenida Goya, así como la intersección entre el Camino de las Torres y Miguel Servet. Conforme uno se aleja de este núcleo -con más tráfico y menos conjuntos de árboles maduros- el ambiente se vuelve cada vez más fresco: el botón de muestra es que si en los termómetros del Coso se marcan de 27,8º C, en Torrero se registran 22,8º.

Uno de los objetivos que persigue el proyecto del Bosque de los Zaragozanos (con la plantación de 700.000 árboles en 1.200 hectáreas a lo largo de esta década) es aumentar la masa forestal hasta un 54% para reducir la contaminación atmosférica y compensar el bochorno urbano. En estas zonas, la humedad es en promedio un 25% superior a la existente en el centro, y esta barrera natural contribuirá a rebajar las altas temperaturas. "Evitar el calentamiento global" es el santo y seña de la iniciativa, que pretende que las agoreras predicciones de la cumbre del clima (que el planeta sufra un calentamiento de más de 1,5 grados en los próximos 80 años) no se cumplan.

En las parcelas del Bosque de los Zaragozanos se están plantando diversas especies (desde almendros hasta encinas o pinos), pero ¿cuáles son los tipos de árboles que deberían arraigar en las calles para conseguir una ciudad más fresca? Dicen los expertos que en Zaragoza -por su clima, el viento y sus cambios bruscos de temperatura- sería ideal el olmo, el fresno, el almez (como los que hay en Torrero) o la melia, que es uno de los árboles que más contaminación absorbe. No obstante, también aquí hay que hilar fino pues una mala elección del arbolado puede dar lugar a proliferación de especies exóticas o, también, que se escojan especies que demanden excesiva agua que sean muy vulnerables a las plagas. 

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