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El detenido por matar a su excuñado en Las Delicias podría declarar ante un juez de Almería

El sospechoso del crimen de Las Delicias permanece en las dependencia de la Policía Nacional de la capital andaluza.

Crimen en el barrio de Las Delicias
Oliver Duch

Bobo Keita, de 42 años, detenido como presunto autor del asesinato de Alie S., de la misma edad, podría pasar a disposición de un juez de Almería, ciudad en la que fue detenido este pasado sábado por la Policía Nacional. Aunque se barajaba la posibilidad de un traslado a Zaragoza para declarar ante el magistrado encargado del caso, fuentes policiales indicaron que es posible que los agentes apuren allí el plazo máximo de detención de 72 horas. 

La razón sería investigar y aclarar las circunstancias en las que el sospechoso se encontraba en Almería, saber cómo se había desplazado, qué documentación llevaba y si ha contado o no con la colaboración y encubrimiento de otras personas. Keita fue detenido cuando estaba preparado para huir de España y pasar al continente africano, donde con toda probabilidad se le habría perdido la pista

El hombre, de nacionalidad gambiana, residía en una localidad de Barcelona y se desplazó hasta Zaragoza ex profeso para matar a su excuñado, Alie S. y probablemente para buscar a su exesposa, de la que tenía una orden de alejamiento. La mujer lo había abandonado hace cuatro meses aproximadamente y se había trasladado a la capital aragonesa con sus hijos escapando de su agresor, al que había denunciado en tres ocasiones por malos tratos.

El miércoles 22 de junio, Bobo Keita condujo desde el municipio barcelonés donde vivía hasta Zaragoza y, sobre las 23.30 se presentó en el domicilio de los hermanos de su exmujer, Alie y Chima S., el mayor de ellos, en la calle de Don Pedro de Luna, en el barrio de Las Delicias. Desde el portal, llamó a Alie y le pidió que bajara para hablar con él. Confiado le hizo caso y minutos después moría cosido a cuchilladas sin posibilidad alguna de defensa. La víctima recibió tal cantidad de heridas que le afectaron a arterias y órganos vitales y falleció desangrado.

Después, el criminal salió del portal y, caminando tranquilamente, se despojó de la chilaba empapada de sangre que vestía y la tiró debajo de un coche. Luego, se metió en un bar del cercano paseo de Calanda y, con total calma, como describió el dueño, bajó las escaleras que conducen a los servicios en la planta baja, se lavó, volvió a subir y salió del bar sin mostrar signos de nerviosismo.