Zaragoza

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La cantera cofrade zaragozana vuelve a redoblar con desparpajo

El pabellón Príncipe Felipe ha lucido una gran entrada en la 29ª exaltación infantil de los instrumentos de la Semana Santa, en la que han participado unos 500 niños de entre 3 y 15 años.

La cuadrilla infantil de la Coronación de Espinas, poco antes de su actuación.
Oliver Duch

Antes de que sonaran las heráldicas del Silencio, una vociferada cuenta atrás evidenció el ansia y la ilusión ante el regreso de los tambores de Semana Santa, que en los dos últimos años debido a la pandemida han permanecido silenciados. Unos 500 niños de 19 cofradías y hermandades zaragozanas han participadio en la 29ª exaltación de los instrumentos de la Semana Santa, en un pabellón Príncipe Felipe que ha lucido una generosísima entrada.

Con los primeros redobles ha vuelto a quedar demostrado que hay cantera para las mazas y las baquetas, pero también para matracas y carracas, que han resonado con brío en un feliz preludio de una Semana Santa que comenzará oficialmente el próximo 9 de abril con el pregón de Carlos Escribano en la plaza del Pilar.

Los redobles vuelven a Zaragoza

En la exaltación han vuelto a verse bombos más grandes que niños, algún que otro llanto de puro nervio y globos y pancartas con los colores de las cofradías. La novedad ha sido la mascarilla, que no ha impedido que los niños disfrutaran, aunque ha habido que adivinar su ilusión más por los ojos que por las sonrisas.

"Lo primero que tenemos que decir es ‘gracias’. Gracias por la fe, la paciencia, la lucha y la ilusión. Gracias por haber mantenido el espíritu cofrade inalterable", ha dicho el actor Rafa Blanca, que ejerció de presentador de una exaltación, organizada por la cofradía del Descendimiento, por delegación de la Junta Coordinadora.

El sonido como regalo

Mariano Gil, delegado episcopal de las cofradías de Zaragoza, ha solicitado antes del inicio de los redobles «unos instantes de silencio para pedir la paz en el delicado momento que se vive por la guerra entre Rusia y Ucrania». Este gesto ha protagonizado la primera ovación de la tarde, aunque después llegarían muchas más. Un diálogo entre las carracas de la Entrada y las matracas de mano del Ecce Homo precedieron al desfile de cuadrillas infantiles, a las que se ha invitado a que ocuparan la pista del Príncipe Felipe para que los espectadores congregados –unos 3.000– han disfrutado de «un momento de encuentro y convivencia, con el sonido como mejor regalo».

Los primeros en saltar a la cancha han sido los jóvenes cofrades de las Siete Palabras, a los que han seguido los niños de la Humillación y después la savia nueva de la Coronación de Espinas. Durante algo más de dos horas se han ido sucediendo simpáticas escenas: chavales a los que los hábitos parecían quedar grandes, pequeños cofrades que se hacían un lío con el cíngulo o la medalla, algún que otro tropezón al entrar a la pista o niños que saludaban a la grada cuando ‘el protocolo’ dice que han de cruzar las manos por la espalda con las baquetas a buen recaudo. Joaquín Albareda, hermano mayor del Descendimiento, destaca la importancia de quienes tutelan las secciones infantiles de cada una de las hermandades y les felicita por "trabajar con tanta ilusión y tanto cariño con los niños". Los organizadores recuerdan que estas celebraciones son fruto de "muchas horas de ensayo" y, precisamente, «son esas las horas en las que se desarrolla la confraternización y la hermandad, que los dos últimos años ha sido tan complicada por la pandemia».

Con la misma intención de recuperar la ilusión y quitarse la espina clavada de dos años sin tambores, mañana, a partir de las 10.00, será el turno de ‘los mayores’ en el mismo escenario. Diez cofradías participarán en la modalidad de exaltación y otras quince en el concurso, en el que también se oirán bombos y timbales llegados desde Alagón y desde Almazora (Castellón). La cuadrilla de la Columna tratará de repetir en lo más alto del podio, tras su triunfo en las ediciones de 2019 y 2018.